Ryoko Shizuku
"De origen japonés, la joven buena"
──── Ella debe adaptarse a una nueva vida en consecuencia de su familia rota, tiene un sueño y gran ambición que desea alcanzar.
Ella quiere ser una estrella, una estrella para ser admirada.
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El golpeteo cada cinco segundos de unos tacones oscuros hacen a más de una mirada masculina dirigir con disimulo para ver a la joven entusiasta, de ojos almendrados que tienen tanta energía, un bello tono de piel claro, estilo de ropa ideal para una futura mujer elegante y por supuesto estaba esa larga cabellera rizada que destacaba sin lugar a dudas.
Una belleza exótica pero admirable, más por la sonrisa leve, indicando una gran confianza en sí misma.
──¡Entra Shizuku Ryoko!.
Se levanta con cierto apuro, toma sus cosas y entre su cartera esta una carpeta que es objeto de gran valor para ella.
«Debo dar todo de mi, ganaré este papel.» Se mentaliza positivamente al entrar a la sala de casting.
Pasan las horas, Ryoko sale de aquel edificio suspirando.
La habían rechazado.
"Tienes talento, pero no eres la imagen que buscamos."
Siempre decían lo mismo, cuando actuaba, todos quedaban hipnotizados y cuando acababa se perdía el encanto, un hechizo que por desgracia no era eterno si no temporal.
«Debió ser por mi cabello.» Toca uno de sus rizos rebeldes mientras mira por la ventana del autobús que la lleva directo a su nuevo hogar. «¿Pero que más debería hacer? Amo mi cabello tal y como es.»
Después de unos minutos, el autobús se detiene en media carretera, sabe que es su parada.
──Lo siento pero hasta aquí puedo dejarla señorita.
──Esta bien, muchas gracias.
Recientemente se había mudado por problemas en la familia que ya no podía costear aquella vida tan acomodada que tenían, su madre tomó tal decisión drástica en lo que buscaba trabajo. Tuvo que dejar atrás a todo el mundo de rosa y oro que conocía en la capital del país.
Una gota de agua choca a su nariz.
«Genial, lluvia.» Apresura a correr y refugiarse en el pequeño techo donde es la parada de autobús en dirección a la ciudad de nuevo, había llegado de allí hace una media hora.
Mira detenidamente las gotas caer, siendo incapaz de seguir el camino a alguna sabe que aquel aguacero iba a durar un buen tiempo así que fue a tomar asiento, avisando a su madre que demoraría un poco más de llegar a casa con las compras, su coartada.
──Menuda lluvia ¿No lo crees?.
Eso la sorprende, mira al lado derecho libre.
Fue un chico quien le dijo eso, alto, de cuerpo algo delgado pero que agarraba un poco más de masa muscular tal vez por el arduo entrenamiento, de tez blanca, un cabello blanco con un corte tipo hongo con gran flequillo y lo especial eran sus ojos, dos zafiros que expulsaban gran encanto, además también estaba su gran sonrisa.
