Llevaban varios días encerrados cuando Ariana Dumbledore (todos la conocían por el infame libro de Rita Skeeter) transmitió desde su retrato un mensaje urgente a Neville, y éste se introdujo sin demora por el túnel que conducía al Cabeza de Puerco.
A Hannah le hacía gracia que el famoso acceso secreto de los Hufflepuff para conseguir suministros de alcohol en las fiestas fuera ahora la fuente de supervivencia de la rebelión. Neville lo había descubierto por casualidad, antes de que ellos se unieran y pudieran revelárselo pero, según Ernie, la ubicación del acceso era un secreto que tradicionalmente guardaban los Hufflepuffs de séptimo y se lo transmitían a los de sexto justo antes de graduarse.
Al parecer, Eurig Cadwallader se lo había revelado a Ernie el curso pasado, y se lo habría enseñado también a Hannah si no hubiera estado recluida con su familia tras el asesinato de su madre.
Hannah lamentaba sinceramente todo lo que se había perdido durante su año de ausencia. Ernie le había contado todas las anécdotas memorables, pero Hannah le conocía demasiado bien y notaba cómo omitía detalles aquí y allá, sobre todo en lo concerniente a otros compañeros. Ernie siempre había demostrado ser un confidente leal con ella, por lo que no le presionó para revelar secretos ajenos.
Además, Hannah se sentía en deuda con Ernie por otra razón: logró mantenerse al día con su sexto curso desde casa gracias a los apuntes y resúmenes que le iba enviando Ernie, y se había incorporado a séptimo sin apenas desfase con Ernie y Susan.
Pero sin Justin.
Hannah no podía dejar de pensar en que, de haber estado ella en Hogwarts el curso pasado, quizá la ruptura con Zacharías se habría acelerado, pero al menos Justin habría estado allí para amortiguar el impacto.
Todavía recordaba cómo, a principios de sexto, Hannah pidió consejo a Justin y a Ernie en privado porque Zach la presionaba machaconamente, en su estilo pasivo-agresivo, con que ya les tocaba avanzar sexualmente.
Hannah se sentía angustiada porque temía que al final Zach la dejara por otra chica más ligera de cascos, como Ginny Weasley, que ese curso parecía ligárselos a todos.
Justin le pidió disculpas porque hasta entonces siempre había bromeado frívolamente sobre sexo con Zach. Como a Justin siempre le apetecía... Pero, comprensivo como era, le dijo también que, en su opinión:
"Se está preparado cuando uno se siente preparado, ni antes, ni después."
"Yo no sé si estaba preparado," intervino Ernie. "Ocurrió todo tan deprisa, que te aprovechaste de mi debilidad."
"¿Sufriste mucho?" le preguntó Justin provocativamente.
"Disfruté mucho, pero porque confiaba en ti." Ernie sonrió de una forma que a Hannah le dio una mezcla de envidia y sobredosis de azúcar. Claramente conteniendo las ganas de besar a Justin, Ernie se volvió de nuevo hacia ella y añadió muy serio: "Hannah, ¿tú confías en Zacharías? ¿Crees que velará por que la experiencia sea la mejor para ti?"
Hannah dudó. Para empezar, no quería ni pensar en ello. No se sentía nada preparada. Y algo en ella le hacía desconfiar de Zach. Esta desconfianza, a su vez, le hacía sentirse culpable, pero no podía evitarlo. Era un instinto, una llamada de alerta, un SOS de su subconsciente. Todo ello, unido, parecía un no rotundo.
Las otras chicas también le habían estado dado consejos desde que se lio con Zach en quinto curso, sobre todo las mayores, más experimentadas. Ellas coincidían con Justin en que no debía hacer nada que no quisiera hacer hasta estar convencida. Además, a ninguna le caía bien Zach, y en particular, las chicas del equipo de quidditch le advirtieron que era un tío egocéntrico y egoísta que probablemente jamás se molestaría en explorar la mejor forma de hacer a Hannah disfrutar. Esto le sonrojó sobremanera, porque ella de estos temas todavía no entendía nada, y se sentía muy infantil. Pero sabía que la cazadora Tamsin Applebee sabía bien de lo que hablaba, y que ella sí tenía en mente el bienestar de Hannah.
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¡Hufflepuff resiste!
FanfictionEn 1998, algunos de los mejores soldados del ejército de Dumbledore fueron separados por un delito de sangre que no habían cometido. Unos pocos no tardarían en rebelarse de la prisión en la que estudiaban recluidos; otros, buscados todavía por el go...