Seamus explosivo

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Tras la lenta evacuación, un tal Kingsley Shacklebolt empezó a dar instrucciones más precisas sobre cómo organizar la defensa. Muy a su pesar, Dean se quedaría dentro del castillo hasta hacerse con una varita. A Seamus no le hacía ninguna gracia separarse, pero Dean le aseguró que permanecería cerca de adultos capacitados. Luego le rodeó los hombros con un brazo y apoyó su sien contra la de Seamus.

"Ten cuidado," murmuró Dean.

"Tú también."

No hubo más tiempo para despedidas antes de que McGonagall se llevara a los cabecillas de su casa para darles instrucciones, seguida por Flitwick y Molly Weasley. Al ver a sus compañeros, profesores y adultos salir dispuestos a plantar cara al enemigo, Seamus notó cómo lo invadía por fin la emoción de la inminente batalla.

Sobre todo cuando, poniendo en tela de juicio su propia cordura, McGonagall encargó a Neville volar el puente cubierto ("¡BUM!"), recomendando que lo hiciera "el señor Finnigan" por su "debilidad por la pirotecnia".

"¡Puedo derribarlo!" exclamó Seamus entusiasmado.

"¡Así se habla! Ahora, en marcha."

Y allá que fueron Neville y Seamus a preparar la trampa, seguidos por Cho Chang y varios compañeros, mientras los ocupantes del castillo: vivos, fantasmas, cuadros y estatuas, tomaban posiciones para la batalla, y McGonagall y otros profesores y adultos creaban un escudo protector alrededor de todo Hogwarts.

Y  allá que fueron Neville y Seamus a preparar la trampa, seguidos por Cho  Chang y varios compañeros, mientras los ocupantes del castillo: vivos,  fantasmas, cuadros y estatuas, tomaban posiciones para la batalla, y  McGonagall y otros profesores...

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Con ayuda de voluntarios esparcidos por todos los soportes del puente, Seamus fue colocando sus explosivos uno por uno con mucho cuidado, aferrándose a las vigas como si le fuera la vida en ello.

"Seamus, ¿sabes lo que haces, verdad?" le preguntó Neville desde arriba con visible ansiedad.

Por toda respuesta le hizo el gesto con el pulgar en alto y siguió concentrándose en su tarea.

Neville estaba muy nervioso porque le tocaba la peor parte de la misión, peor incluso que ayudar a la profesora Sprout a transportar y lanzar esas espantosas mandrágoras al otro lado del muro: Tenía que actuar de cebo ante los carroñeros y hombres lobo, a la espera de que cayera el escudo protector.

Un papel que, finalmente, bordó.

A Seamus le chiflaba el lado provocador que Neville había desarrollado durante este curso. Ese niño torpe e intimidable se había convertido en un tiarrón con los huevos bien puestos.

Pero cuando la burbuja mágica protectora que cubría Hogwarts comenzó a desintegrarse y sus fragmentos a caer en llamas cerca de sus cabezas, Seamus y el resto de compañeros lo observaron con aprensión desde el otro lado del puente. La carrera que se echó hasta ellos fue memorable. Corría mientras se defendía de los cutres hechizos que le lanzaban los carroñeros con las varitas robadas, al tiempo que activaba con éxito la cadena de explosivos. En pocos segundos el puente fue cayendo hasta desintegrarse por completo, llevándose a Neville.

¡Hufflepuff resiste!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora