XVIII

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"¿Quieres ser libre, Seulgi?"

"¿Qué tengo que hacer?"

"Necesitamos que viajes a Colombia..."

Seulgi vio esa grieta en los ojos de Irene, ese resquebrajo emocional que podría hundirla y ella no iba a dejar que eso sucediera, Seulgi no iba a dejar que Irene se hundiera

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Seulgi vio esa grieta en los ojos de Irene, ese resquebrajo emocional que podría hundirla y ella no iba a dejar que eso sucediera, Seulgi no iba a dejar que Irene se hundiera. Ella podía hacerlo por Irene, después de todo, ya estaba acostumbrada a vivir naufragando en aquellas profundidades; ya estaba rota y descompuesta. Los huesos de su cuerpo ya se habían roto por el peso de las decisiones que tomó en su vida, porque quien portaba la corona, debía estar dispuesta a cargar con el peso de ella.

-N..no puedo dejarte, ¿verdad?- Irene secó sus lágrimas con las yemas de sus dedos, arrastrando aquellas gotas saladas por sus mejillas-. No me dejarás hacerlo... no de..deberé escoger, ¿verdad?

-No sigas torturándote con eso, corderita inútil. -Seulgi apretó a Irene contra su cuerpo, respirando el aroma almendrado y dulce de su cabello-. ¿Por qué no vas a nuestra celda, te limpias bien y me esperas como la putita caliente que eres, desnuda en la cama, si?

Irene sorbió su nariz y negó con la cabeza, sonriendo debido al gran vuelco en la conversación.

-Dios ¿acabo de tener una crisis de pánico y me sales con esto?

-Pánico es lo que vas a tener si no te largas a hacer lo que te dije, en este preciso instante.

Dejó caer su mano en un azote sobre el trasero de Irene y su castaña amante soltó un suave quejido y sobó sus prominentes y redondeados glúteos; sonriendo nuevamente.

-Ve, te alcanzo de inmediato.

-De acuerdo. -Entornó los ojos y señaló a Seulgi, inquisidora-. No quiero que sigas de chula suelta con la nueva.

-Venga, que de cordera pasas a fiera y así no puedo, terminaré follándote aquí mismo, vete.

Le dio un nimio golpe ficticio en un pómulo a Irene y se apoyo en la pared de brazos cruzados mientras su amante se alejaba. Seulgi mordió su labio inferior al recorrer con la mirada la perfecta anatomía de Irene, cada curva de su cuerpo dulce y aterciopelado, lo blanditos que se sentían sus torneados muslos cada vez que los apretaba con sus manos; buscando meterse bajo la piel de la doctora. Esperó a que Irene estuviera lo suficientemente lejos y bufó un gruñido.

-Sal, sé que estás ahí.

-Das miedo, hija de puta - Taeyeon salió de su escondite tras una muralla, tomó el cigarrillo que había acomodado en su oreja y lo prendió al mismo tiempo que se colocaba al lado de Seulgi, dando una profunda calada-. Estás consciente de lo que estás haciendo, ¿verdad?

Seulgi guardó silencio. Odiaba que sus decisiones fueran cuestionadas y eso era algo que Taeyeon tendía a hacer algunas veces y siempre terminaban peleando.

𝑷𝒓𝒊𝒔𝒊𝒐𝒏𝒆𝒓𝒂 | 𝑆𝑒𝑢𝑙𝑟𝑒𝑛𝑒 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora