Capítulo 2

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                               Jennie

-¿Qué?- Mire a Lisa una vez más
-¿Vas a parís por negocios o por placer?

Ah, claro,casi había olvidado por completo donde estaba. Mis nervios volvieron a aumentar al recordar que el avión probablemente despegaría en cualquier momento.

-Eh, esto, ninguna de las dos cosas, supongo.
Voy a visitar a mi madre y asu marido.

Debí por we cara de circunstancias, porque Lisa preguntó:
- ¿Y no te alegras de ver a tu madre y a su marido?

Negué con la cabeza

-No, no desde que nos dejó a mi padre enfermo y a mi para huir a París y casarse con su amante ricachon- me oí decir.

Hice una pausa no puedo creer que halla dicho eso.

No le había hablado a nadie de mi madre, y ahora se lo acababa de contar a una completa desconocida.

Le mire. Su expresión era pensativa.

-Lo siento. No se porque he dicho eso. Te prometo que no soy la típica loca del avión que le cuenta la historia de su vida a la desconocida que se sienta al lado.

Lisa me miro profundamente a los ojos, casi como si buscara algo, y luego agarro el reposabrazos que nos separaba y lo levantó para que dejara de ser una barrera. Observé atentamente sus movimientos.

-Eh...¿Que estás haciendo?
-Shh..- dijo Lisa. Me agarro de las caderas, que ya estaban inclinadas hacia él, y tiro de mi para que mis rodillas tocaran las suyas.

Las deliciosas chispas volvieron a recorrer mi cuerpo mientras su mano se abría paso por debajo de mi camisa hasta llegar a la parte baja de mi espalda, donde su pulgar empezó a trazar círculos relajantes .

Deje escapar un sonido desde el fondo de mi garganta. Su otra mano subió para acariciarme la cara.

-Ahora no tienes que preocuparte por nada-susurro Lisa- Voy a cuidar de ti.- Se inclino para que sus labios tocaran mi oreja.-
Eres mía.
- ¿Que quieres decir?- me incline hacia atrás para poder verle los ojos.
- Quiero decir que...- Sonrío, su pulgar se detuvo en mi labio inferior jadeé.
-Toda- besó mi párpado - tú- mi otro párpado- entera- la parte superior de mi nariz- eres mía.-finalmente sus labios se encontraron con los míos.

Mis ojos se cerraron ante su beso. La sensación era eufórica, como de fuegos artificiales y explosiones. Mis manos subieron hasta sus enormes y músculos hombros y los apretaron.

Deje escapar un suave gemido.

La sentí sonreír sobre mis labios y me detuve por un segundo. No, nada de sonrisas. Sonreír significa que dejaba de besarme, y yo no quería que sucediera eso.

Sin apartar mis labios de los suyos, me puse de rodillas y empuje mi pecho contra el suyo, deleitándome con las chispas que surgían allí donde nuestros cuerpos se encontraban.

Mis manos subieron hasta su cabello y acercaron su cara a la mía.

Gimió con aprobación.

De repente, me apretó las caderas con fuerza y me levanto sobre su regazo para que mis rodillas se abrieran a ambos lados de su cuerpo. Apreté mi pecho contra el suyo y ella profundizó nuestro beso, hundiendo su lengua en mi boca.

Sus manos me amasaron las caderas y luego se deslizaron por debajo de mi camisa para agarrarme la cintura con los pulgares, tocando los aros de mi sujetador.

¡Oh, Dios mío! ¿Porque hace tanto calor aquí?

Alguien se aclaró la garganta junto a nosotros y fue como si hubiera pulsado un interruptor en mi cerebro: de repente me di cuenta de lo que estábamos haciendo.

La Hermosa y La Alpha LalisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora