Capitulo 11

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Jennie

Grité y sentí que me caían las lágrimas de completo terror.

Corrí

Ni siquiera estaba segura de hacia donde corría; simplemente deje que mis piernas me llevaran lejos de la pesadilla en la que se había convertido mi vida.

Oí que unas pesadas patas corrían detrás de mi mientras me abalanzaba por las escaleras, sabiendo que era Lisa quien me pisaba los talones.

Entre en pánico y corrí a la primera habitación que encontré.

Esa habitación resultó ser la primera en la que me había despertado con ella.

Cerré la puerta de golpe y eché la llave. Me aleje de ella.

Bastó exactamente un segundo para que algo duro y grande empezara a golpear la puerta.

Yo sollozaba mientras toda la habitación se estremecía.

Seguí retrocediendo hasta que note que mi espalda daba con la ventana del otro lado de la habitación. Me deslicé hacia abajo, abrazando mis rodillas contra mi pecho.

Está tratando de romper la puerta.

Ay, Dios mío. Así es como muero.

La puerta tembló como si estuviera apunto de astillarse. En medio de los golpes, el pomo de la puerta de sacudió.

De repente, oí la voz de Rosé

- ¡Luna, déjala pasar! No te va hacer daño.

De ninguna manera pensaba hacerlo. Y por lo que parecía, no iba hacer falta.

Iba a entrar sin mi ayuda. En cualquier momento, la puerta se derrumbaría.

Y entonces estaría a su merced.

De repente, sin más, la puerta se desprendió de sus bisagras y salió volando hacia la habitación, deslizándome unos metros por el suelo.

Lisa entró en escena y sus ojos se encontraron inmediatamente con los míos.

Gimoteé, abrazando mi cuerpo con más fuerzas, como si eso pudiera ocultarme del lobo del tamaño de un caballo que tenía delante.

Se acercó a mi de forma regia, con el pecho hinchado y la cabeza alta.

Cuando estaba a medio metro de mi, soltó un gruñido bajo y me enseñó los dientes.

- Está tratando de imponer su dominio sobre ti, ya que le has negado su posesión. Quiere que te sometas a ella- explico Rosé, que estaba de pie en la puerta con los ojos muy abiertos mientras nos observaba.

-Yo....-dije, tratando de hablar a pesar de mi pánico.

-Luna, haz lo que quiere. No te gustara el resultado si no lo haces.

Mire los aterradores ojos negros como el carbón del lobo, que volvió a enseñarme los dientes.

Asentí lentamente con la cabeza.

-¿Cómo me someto?- pregunté mirando a Rose

-Debes desnudar tu cuello ante ella.

Me lleve lentamente una mano temblorosa al cuello de mi camiseta y tiré de ella hacia abajo para dejar al descubrimiento mi clavícula.

Luego ladee la cabeza.

Un ruido parecido a un ronroneo salió del pecho del lobo en señal de agradecimiento. Se inclinó hacia adelante y colocó su nariz en mi cuello, justo donde me había mordido cuando era humana.

Resoplo y luego paso su lengua por mi cuello.

Al principio me aparte de ella, no me gustaba que un animal me lamiera. Pero entonces sentí chispas moviéndose por todo mi cuerpo que partían de ese punto.

Sentí que mi cabeza se inclinaba para que Lisa pudiera llegar mejor, casi como si mi cuerpo se moviera por instinto.

Gimoteé ante los sentimientos contradictorios que me recorrían el cuerpo. Me lamió la yugular y un sollozo se acumuló en mi pecho.

-No tengas miedo, Luna- dijo Rosé desde la puerta.- Alpha nunca te haría daño.

Lisa se quedó quieta y se volteó para ver a Rosé.

Chasqueó los dientes hacia ella y se agachó en el suelo, acercándose a ella lenta y amenazadoramente.

Rosé levantó las manos en señal de rendición y se volteó hacia mi.

-Alpha quiere que me vaya.

Salió de la habitación mientras Lisa se acercaba cada vez más gruñendo y gruñendo.

El pánico se apoderó de mi, Rosé no podía irse. Entonces me quedaría sola con el lobo gigante y lleno de furia que quería matarme.

- No, Rosé, por favor no te vayas, no puedes dejarme sola con Lisa. Por favor, por favor no te vayas.

Más lágrimas se deslizaron por mis mejillas.
Lisa me devolvió la mirada y sus ojos se suavizaron un poco.

Dejó escapar un silencioso ladrido.

-No puedo quedarme. No está en mi naturaleza desobedecerle. Y realmente quiere que me vaya. Cree que soy una amenaza para ti en tu estado de agobio.

No tenía ni idea de cómo sabía Rosé esas cosas, pero parecía seguro de si mismo y tranquilo, a pesar de que Lisa parecía a punto de matarla.

Lisa volvió a gruñir y Rosé dio otro paso atrás.

-No, Rosé-dije frenéticamente con la voz quebrada- No me dejes. Por favor.

-No te hará daño, te lo prometo- me miro con simpatía.

Sollocé. Estaba muy asustada.

Rosé me miro una vez más antes de decir lo siento y salir de la habitación.

Dejándome a solas con Lisa.

La Hermosa y La Alpha LalisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora