Epílogo

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–Perdona..., ¿te enciendo el cigarro?

Chiara sonrió con tristeza, ante el cambio de guion.

Violeta ya no llevaba aquella peluca de cabello corto oscuro como en la obra de teatro; el tinte rojo seguía caracterizándola, mucho más largo de lo que recordaba la menorquina. Los dedos de la bruja se tensaron de las ganas que tenía de acariciar las puntas onduladas que ya llegaban a la altura de la clavícula. Hacía tanto tiempo que no estaba tan cerca de ella que su cuerpo lo notaba, la había echado tanto de menos...

La inglesa también se fijó en su rostro de nuevo, en los pequeños detalles que había echado de menos en ella; sus ojos y la forma en la que miraba; el grosor de sus labios y la pequeña separación entre sus dientes; Chiara vio cómo se alzaba aquellas gafas de sol -que ella misma también había usado en su vida conjunta–.

Seguía siendo tan cautivadora en todas sus formas.

–¿Cómo?–escuchó que la actriz le preguntaba, extrañada por aquella intrusión.

She's so gorgeous.

La bruja dio un paso de confianza, aun mucho más cerca de la granadina, y alzando un poco la mano hizo brotar una pequeña llama de color violeta. Y entonces esperó su reacción.

Una pequeña sonrisa, sorprendentemente, apareció en los labios de la actriz; no se asustó, no se echó hacia atrás, tan solo sonrió de aquella forma que solía hacer solo en presencia de Chiara. El corazón de la menorquina rebotó contra su pecho notando aquel pequeño detalle, quizás... quizás si había esperanza.

Violeta se inclinó hacia adelante, tomando aquella llama de fuego para encender su cigarro, como si no fuera la primera vez que lo hacía. En aquellos segundos de silencio, y de tensión, Chiara se centró en ella como si no pudiera hacer otra cosa que mirarla, de nuevo.

–¡Vio, te estamos esperan...! –una rubia se asomó por la puerta, presenciando aquella escena en el callejón– ¡Kiki, cuánto tiempo!

Chiara hizo desaparecer el fuego y sonrió con cariño al ver de nuevo a Denna. Un segundo más tarde, tenía a la mejor amiga de Violeta abrazada a ella con fuerza.

–¿Cómo estás?–le susurró Denna en su oído.

–Bien, bien...

–Mientes tan mal–le acusó, tras separarse, y en voz alta.

–¿Os conocéis?

Fue en el momento en el que la bruja volvió la mirada hacia Violeta, al igual que hizo Almudena, notando la curiosidad y la confusión en la cara de la granadina. Se mordió el labio inferior con nerviosismo, antes de contestar:

–Sí...

Y menos mal que Denna tomó las riendas de la conversación:

–Somos amigas–pasó su brazo por encima de su hombro–. De hecho, nos conocimos en el hospital, tras el accidente de coche. Mientras estabas en coma, Vio.

Chiara se tensó ante la mención de aquel estado "de coma" falso, algo que le habían contado a la pelirroja para llenar el vacío de tiempo que tenía en la cabeza desde noviembre a enero. Sin embargo, Violeta no parecía afectada por ello tan solo miró de nuevo a la menorquina esperando a que ella dijera algo:

–Tenía a mi... pareja allí también, en el hospital digo–balbuceó sin saber cómo seguir. De verdad, mentir no era lo suyo–, y Denna y yo nos conocimos en la cafetería.

–Oh. Espero que esté bien... tu pareja, digo.

Chiara sonrió con tristeza y se miró los pies:

¿Qué puedo contestar a eso?

I put a spell on youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora