La lluvia de sus ojos me dolía.
El rizado estaba sentado, abrazando sus rodillas contra su pecho, en un rincón de la sala de mi departamento.- Toma una ducha - le ordeno con voz suave. - buscare un poco de ropa seca, para ti. No quiero que enfermes
- Si enfermo, estaría con mamá - levanta la vista y sus ojos están demasiado rojos, al igual que sus labios.
- No - me acerco a él y le tiendo la mano para que se levante - solamente terminaras en un hospital, con la nariz llena de mocos.El fantasma de una sonrisa aparece en su rostro. Después de unos segundos toma mi mano.