Alana Messi
Las cosas en mi cabeza cada vez eran más confusas. Un día podíamos estar bien y al otro no sabía nada de Enzo por días. Podía tener mucha paciencia, pero este ir y venir agotaba demasiado. Cada vez me costaba más entenderlo y me preguntaba si debía seguir aguantando todo esto. Soportar cosas o situaciones provenientes de alguien que no mostraba tener el mínimo interés en avanzar conmigo no era divertido.
Hoy era un lunes cualquiera, con la diferencia que Enzo había venido ayer a mi casa después de un duro partido. No emitió casi palabra, sólo había querido llegar, bañarse y acostarse a dormir. A la hora de la cena no quiso nada y siguió acostado. Entiendo lo difícil que es para alguien tener tantas presiones y críticas a tan corta edad.
El único momento que compartimos fue cuando me acosté a su lado. Su cuerpo inmediatamente se puso sobre el mío, apoyando su cabeza en mi torso y dejándose hacer mimos en el pelo. Se lo notaba tensionado pero logró dormirse rápido luego de intercambiar pocas palabras. Tenerlo así me daba la ventaja de poder observarlo y admirar los detalles que tanto me gustaban. Su espalda apenas subiendo y bajando al ritmo de su respiración, como la tinta decoraba su piel, el pelo alborotado, la barba que comenzaba a crecer, sus pestañas y los labios que formaban un pequeño puchero, como cada vez que dormía.
No tardé mucho más en caer rendida a su lado debido al cansancio, hasta ahora que fui la primera en despertar y preparando el desayuna para cuando él quisiera acompañarme.
—Buen día morocha. — Dejá un beso sobre mi cuello descubierto. Parece un poco más tranquilo que ayer.
—Buen día Fernández. ¿Querés? — Elevo una taza de café. Asiente en respuesta.
El desayuno pasa en su mayoría en silencio, pero no es para nada tenso. Cada tanto me habla y le sigo la conversación, siempre respetando sus momentos y no presionando. Si hay algo que he aprendido es que Enzo es una persona muy cerrada, lo cual me cuesta un poco al ser todo lo contrario a mí, pero lo entiendo. Cuando alguien se expresa poco con palabras, lo hace con gestos o caras, algo que estoy aprendiendo a leer.
Cuando terminamos, él se dirige hacia el sillón y prende la tele mientras me pongo lavar y ordenar. Al ver que está todo en su lugar, se me cruza una idea por la cabeza.Mis pasos son sigilosos mientras me acerco a él, quien está concentrado en la pantalla grande. Al estar con la espalda completamente apoyada sobre el sillón y las piernas un poco abierta, me da espacio a sentarme sobre sus muslos. Las palmas de mis manos se apoyan sobre sus pectorales y sus ojos me recorren de arriba a abajo. Me acerco un poco y dejo un largo pero tierno beso en sus labios para luego volver a enderezarme. Ahora son sus manos las que entran en contacto con mis piernas, justo arriba de las rodillas para ir subiendo por mis muslos. El remeron que llevo puesto se levanta cuando sus dedos se clavan en mi cintura y su próximo movimiento me desconcierta.
—No tengo ganas Alana. — Ejerce presión sobre la zona pero para que salga de encima suyo. — No todo es sexo en la vida.
¿En serio? ¿Justo él viene a decirme algo así? Lo miro indignada, pero no porque me haya rechazado, eso lo entiendo y es normal no querer. Lo que me saca de eje es la actitud y el tono con el que habla. Se levanta frustrado, dejando de lado el control y se dirige hacia la pieza mientras yo me quedo ahí un rato, pensando en que puedo hacer para calmar el ambiente. Cuando vuelve, lo veo cambiado y con su bolso de entrenamiento colgando de su hombro.
—Creo que es mejor que me vaya. — Elevo ambas cejar. — No me pinta que me usen como un muñeco sexual.
—A pero vos sos un caradura. — Me pongo de pié porque comienzo a estar inquieta. — Es lo que siempre pediste y dejaste en claro que querías. No me lo reclames a mí cuando el que no tiene las cosas claras sos vos.
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Nunca Digas Nunca - Enzo Fernández
FanficPara ella, él era sólo un chamuyero. Para él, ella era una agrandada. Algunos dirán que es el típico "ella se enamora primero pero él más fuerte". Ella le enseña lo que es el amor verdadero, pero él le enseña lo que es el engaño y las mentiras. Y a...