22 ⋆ Otra decepción

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Alana Messi

Cuando dije que no quería trabajar para ningún equipo de fútbol o relacionarme con un club lo dije en serio. Mi única excepción es y será la selección de mi país, pero acá estoy, saliendo del campo de juego luego de ver algunas jugadoras femeninas del Chelsea por pedido de su entrenadora Sonia. Querían una opinión extra respecto al estado físico de ellas y si bien no quería, tampoco pude negarme. Es la primera vez que entro a este estadio y es una locura todo.

Voy recorriendo los pasillos, un poco perdida porque el lugar es enorme pero al mismo tiempo admirando todo. Realmente es un gran club pero necesitaría algunos ajustes, en especial el equipo masculino. Quería llegar rápido a casa y descansar un poco. Los últimos días habían sido muy movidos y agotadores. Ni hablar el desgaste emocional al saber que el resultado había sido positivo. Aún no lo había hablado con nadie, mucho menos con Enzo. Hasta ahora Gonzalo era el único en saberlo y no por decisión propia. ¿Era algo que quería? Obvio que si. Siempre soñé con formar una familia a temprana edad. Las condiciones no eran las mejores. Estaba más que segura que a Enzo la noticia no iba a agradarle en lo mas minimo pero si debía tomar una decisión, tener un hijo sola no me molestaba.

Siempre creí que una mujer puede con todo lo que sé proponga, más aún si se trata de cumplir un sueño propio. Estaba convencida que iba a poder darle a un hijo todo el amor que yo no tuve de chica pero que si pude ver en Leo y Anto, ya sea conmigo o con mis sobrinos.

—Morocha, cuidado.

Estaba tan metida en mis pensamientos que no vi por donde caminaba, justo por donde salían los jugadores para realizar su entrenamiento. Casi me choco de frente con Enzo, quien me toma de los hombros para evitar el choque entre ambos. Me mira divertido pero intrigado también.

—¿Alana Messi? — Asiento, intimidada por la cara de quien me habla. — Mauricio, un gusto. Sería un placer que te quedaras a presenciar el entrenamiento o que puedas venir algún otro día.

Giro mi cuerpo para enfrentar a Pochettino y estrechar su mano. Que no sea fan de su trabajo en este equipo no quita el respeto que pueda tenerle.

—El gusto es mio. — Sonrío, ya un poco más relajada. — Hoy me es imposible, pero acepto volver algún otro día.

—Perfecto, cuando quieras nuestras puertas están abiertas. — Su expresión se afloja un poco. Ya no está tan serio como al principio. Es un completo enigma. — Aunque no me olvido que rechazaste la propuesta de trabajo que te hicimos después del mundial.

Su última frase me deja helada pero al parecer es una broma porque sigue caminando detrás de su equipo mientras se ríe. Miro a Enzo sin entender nada.

—Te esta jodiendo. Es difícil entender cuando habla en serio y cuando no.

—Si, me di cuenta.

—¿Viniste a ver a las chicas? — Doy una respuesta positiva. Sus ojos miran detrás mío, sé que debe irse. — Te dejo, pero salgo de acá y voy a verte. Necesito que hablemos.

—Te espero entonces. — Se despide con un beso en la boca, lo cual no me esperaba en absoluto, mucho menos en un lugar público.

Debo seguir por mi camino, pero me veo en la obligación de desviarme hacia un baño. Por suerte está vacío y nadie me ve o escucha cómo las náuseas hacen lo suyo. Días vomitando a cualquier hora. Enjuago mi boca, saco un caramelo del bolso deportivo y me dirijo hacia el auto. En unos treinta minutos ya estoy estacionando fuera de casa. Entro, dejando bolso, campera y zapatillas a un costado.

Es curioso como funciona el cuerpo a veces, más aún cuando una está embarazada. El hambre me golpea en cualquier hora del día, pero mientras observo lo que tengo en la heladera, el estómago se me revuelve y por enesima vez vomito. Abro la ducha y me dirijo a la habitación para buscar ropa nueva y luego desnudarme y tratar de relajarme bajo el calor del agua caliente. Una vez que termino y siento los músculos menos tensos que antes, me paro frente al grande espejo para realizar mi rutina, algo que tengo bastante descuidado últimamente. Las ojeras se me notan mucho y estoy más pálida de lo normal. Tengo una pequeña molesta en mi abdomen bajo. Según leí, suele ser normal las primeras semanas, y supongo que también todo puede empeorar cuando una no logra tolerar algo de comida.

Nunca Digas Nunca - Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora