3 ⋆ Nuevos vecinos

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Alana Messi

Ayer comenzamos con las actividades y para ser el primer día, había quedado agotada pero más que nada mentalmente. Creía que jugando a las cartas con los chicos iba a poder despejarme, pero la presencia de Enzo no ayudó en nada.

Trato de pensar si en algún momento hice algo para ofenderlo. Quizás en el pasado y no lo recuerdo, pero creo que nunca lo había visto personalmente asique no encuentro motivos.
Sólo sé que debo aprender a tratarlo de forma profesional porque en algún momento voy a tener que trabajar con él. Espero que no me la haga difícil.

Hoy no iba a desayunar con los chicos, sino que iba a recorrer un poco los alrededores de la Universidad. Tampoco iba a ir muy lejos porque no conocía el lugar y mucho menos el idioma.
Había conversado con Scaloni y estaba de acuerdo con correr el horario de los entrenamientos para más tarde. Aprovecharían la mañana para hacer los tratamientos necesarios, las duchas heladas o ir al gimnasio.

Cuando vuelvo a la Universidad los chicos ya han terminado de almorzar por lo que me dirijo hacia mi habitación para ponerme ropa cómoda e ir a hacer un poco de ejercicio.
Encuentro el gimnasio sin mucha dificultad y para mi buena suerte está vacío, por lo que pongo música y comienzo con mi rutina.

Puede que la intensidad con la que efectúo los movimientos sumado al calor del día hacen que me sienta sofocada asique decido sacarme la remera quedando en short y corpiño deportivo.
Escucho unas voces a la distancia pero no le presto atención. Vine a descargar la frustración que tengo y es lo que pienso hacer.

Me maldigo internamente cuando veo gente ingresar. Se me acabó la paz. Observo como Juli ingresa seguido de Taglia, Cache y para mi desgracia de Enzo.
Respiro profundo siguiendo con lo mío. Si salgo viva después del mundial, seguro es para quedar internada en el manicomio.

—¿Comiste Alana?.— La preocupación del número cuatro de la selección me hace enternecer.

—Si, no jodas Gon.— Respondo agitada.

Sigo con lo mío mientras los demás ocupan los diferentes aparatos. Ya no me siento tan cómoda como cuando estaba sola asique agarro mi remera junto a la botella de agua y comienzo a caminar hacia la salida no sin antes saludar de manera genérica.
No pasa desapercibida la manera en la que Enzo recorre mi cuerpo con su mirada, la cual queda en mis pechos por un buen rato. Un gesto para nada disimulado.

Me paso el resto de la tarde en mi habitación. Me duché y cambié de ropa por una del uniforme de la AFA.
Paso por la cocina para llenar el termo con agua y tomar mate. Porque si, le había mentido a Gonzalo y no había comido nada.

Llego hasta donde está Aimar y comenzamos a tomar mate. Los chicos entran en calor y espero las indicaciones del DT.

—Ally te necesito cerca del Dibu y de Montiel. Que practiquen penales y que no se maten porfa.

Asiento con la cabeza y robo un par de galletas que encontré entre las cosas de Rodrigo. Las lleva para todos lados y no debería comerlas asique le estaría haciendo un favor.

—Ya llegó por quien lloraban.

—¿Hoy tenemos el privilegio de tu presencia pulga?

—Así es grandote. Tenemos que practicar con Gonza penales. Traten de no agrandarse tanto.— Los señalo a ambos.

Comienzan luego de mis indicaciones y voy corrigiendo algunas posturas para evitar posibles lesiones o mejorar los resultados.
Pasar el rato con ellos siempre es divertido.
Al finalizar, quedamos solos con Cachete recolectando las pelotas.

Nunca Digas Nunca - Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora