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La atmósfera sombría envolvía la habitación, apenas iluminada por la tenue luz que se filtraba a través de la cortina de la ventana. En ese oscuro ambiente, una figura esbelta de mujer se sentaba con las piernas cruzadas, mientras pisoteaba a un hombre bajo sus pies.

-¿Qué harás la próxima vez?- dijo ella, presionando con más fuerza la espalda del hombre con el tacón delgado de su zapato.

-Completaré con éxito mi tarea- respondió el hombre sudoroso, soportando el dolor.

La mujer rió, luego lo pateó antes de levantarse con gracia y caminar hacia la luz del día. Su cabello rojo brillaba como el fuego, y sus ojos castaños centelleaban de ira y locura. Apretó los puños, enterrando las uñas en el dorso de su mano con odio al recordar el rostro delicado de la mujer que estaba al lado de su amado.

-¡Si no realizas bien tu tarea, será la última!- dijo enojada, gritando con molestia antes de sacar al hombre de la oficina.

De vuelta en su silla, su delgado cuerpo se recostó mientras miraba su escritorio. Había hecho tanto por él, pero solo tenía ojos para Sky. El odio creció más en su corazón al recordar su nombre. La odiaba. Si no fuera por ella, Dark sería suyo.

El odio y el resentimiento crecieron hasta inundar su alma. Todos la adoraban desde pequeña en el orfanato; era tratada bien por todos los niños. Pero cuando Dark llegó, todo cambió. Ella entregó su inocente corazón al niño, pero él no tenía ojos para ella. Eso la molestó mucho. Él debía ser suyo; todo lo que quería debía ser suyo.

Pero al ver cómo la atención de él se centraba únicamente en la niña de cabello negro y ojos color jade, su ira y odio crecieron. Solo pensaba en cómo destruirla, en cómo romperla.

Con el paso de los años, tras no poder encontrarlos, su madre prefirió ignorar su desaparición. Eran demasiado grandes para estar en un orfanato y los abandonó. Sin embargo, ella quería encontrar al amor de su vida. La desgracia llegó cuando finalmente descubrió dónde estaba: fue el día en que llegó la carta de despido de su madre, acusándola de maltrato. Aunque muchas de las afirmaciones eran ciertas, otras eran mentiras infundadas que pesaron más para el despido de su madre.

Esto las dejó a ambas en la calle y la única salida que se le ocurrió fue buscar ayuda de su ser amado. No le importó que él hubiera acusado a su madre; solo quería verlo. Sabía que tenía un corazón suave y la ayudaría.

Pero estas esperanzas se desvanecieron al entrar en la empresa y ver cómo su rostro frío la miraba con asco. El frío caló hasta sus huesos y no pudo soportar su mirada. Aun así, no se rindió; quería verlo rogar por ella, suplicar su perdón. Se coló un día en la habitación de hotel donde se encontraba y trató de seducirlo, pero nada de eso funcionó.

Sara apretó sus puños, clavando sus uñas en el proceso, haciendo que la sangre cayera al suelo al recordar estas dolorosas memorias. Pero ahora todo era diferente. Los bordes de su sonrisa se tensaron ligeramente, revelando una sensación de satisfacción retorcida o incluso un disfrute perverso. Era una expresión que erizaba la piel y enviaba escalofríos por la espalda, ya que había algo innegablemente inquietante y amenazante en su apariencia. Era como si la sonrisa misma estuviera tejiendo planes siniestros o deleitándose en la angustia ajena.

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La pareja de enamorados, ajena a todo lo demás, disfrutaba de una velada armoniosa. Dark decidió que necesitaban un momento de tranquilidad juntos y planeó una cita sorpresa para él y Sky, esperando alejarla de las sombras que acechaban sus pensamientos.

Con delicadeza, Dark llevó a Sky a un restaurante íntimo y elegante. Las velas parpadeaban suavemente, creando una atmósfera cálida y acogedora. Sky se sintió envuelta por la ternura y la atención de Dark, y pronto olvidó momentáneamente sus preocupaciones y desconcierto de los días anteriores.

La atmósfera era cálida e íntima mientras disfrutaban de la compañía del otro. Sky, al lado de Dark, se dejaba llevar por el ambiente, saboreando cada momento mientras servían los platos. De vez en cuando, sus ojos se posaban en el hombre a su lado, incapaz de apartarlos de él. Tomó su mano antes de coger los cubiertos con la otra y probar la comida.

Sky sonrió al ver cómo Dark manchaba su mejilla con comida, tratando de aligerar la atmósfera y brindar un pequeño momento de frescura y despreocupación. Sin poder evitarlo, ella se acercó y limpió su mejilla, pero Dark no dejó pasar la oportunidad. Sus labios capturaron los de Sky, rodeando su cuerpo con sus brazos y acercándola a él, sentándola en su regazo.

Sky lanzó un grito sorprendida ante la cercanía repentina. Podía sentir el calor de sus cuerpos mezclándose en el aire, creando una escena cargada de ambigüedad. Intentó alejarse, pero Dark se lo impidió y profundizó aún más el beso, explorando con su lengua en busca de una conexión más profunda con Sky.

Sky se vio sorprendida por la inesperada cercanía, sintiendo el cálido aliento de Dark sobre su piel. Aunque inicialmente intentó alejarse llena de vergüenza al estar en ese lugar, su resistencia se desvaneció cuando Dark profundizó el beso. Sus labios se encontraron en un baile apasionado, sus cuerpos tan cerca que parecían fundirse en uno solo.

Cada caricia, cada beso, avivaba la intensidad del momento. Sky se dejó llevar por la oleada de sensaciones, sus manos encontraron el rostro de Dark, acariciándolo con ternura. En ese instante, todo lo demás desapareció, dejando solo el palpitar de sus corazones y el fuego que ardía entre ellos.

Cuando finalmente se separaron, Sky se encontraba sin aliento, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Miró a Dark con los ojos brillantes de emoción y complicidad.

Sky golpeó ligeramente el pecho de Dark, mostrando un ligero gesto de molestia, antes de intentar levantarse de la silla. Sin embargo, Dark no la dejó moverse, rodeando su cintura con sus brazos en un abrazo cálido y reconfortante.

-Esta noche, te daré de comer- dijo Dark con ternura, tomando la cuchara con delicadeza.

Las mejillas de Sky se colorearon con un rubor suave al sentir el cálido resplandor de sus palabras y al ver cómo la cuchara se acercaba a sus labios.

-No es necesario, puedo comer sola- murmuró Sky, sintiéndose un tanto cohibida. Dark, mordiendo el labio de Sky con ternura, obligándola a abrir sus labios.

-No seas terca, quiero cuidarte- le respondió con suavidad mientras acariciaba su espalda sin soltarla.

Las mejillas de Sky se colorearon una vez más al recordar su posición comprometedora. A pesar de todos los recuerdos compartidos, todavía le resultaba extraño estar tan cerca de él. Pero sus emociones dulces ganaban ante la vergüenza o desconcierto. No podía evitar sentir la calidez desbordante de su pecho, que parecía una bola de fuego consumiéndola.

Sus brazos rodearon el cuello de Dark antes de que Sky mordiera juguetonamente su barbilla en un gesto coqueto que dejó al hombre sin aliento, observando los grandes y brillantes ojos de su chica mientras realizaba ese acto. Él gruñó antes de acomodar el cuerpo de la mujer en el asiento que parecía un sofá alargado, colocándose sobre ella.

-No me culpes luego, tú eres la que me provocó- dijo antes de atrapar los labios de la mujer sorprendida.

La velada transcurrió entre risas y momentos íntimos, como si estuvieran envueltos en su propia burbuja de amor. Durante ese tiempo, decidieron dejar de lado todas las preocupaciones que los rodeaban y simplemente disfrutar el uno del otro.

Mi Obsesivo VillanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora