Capitulo X: Amenaza

102 5 10
                                    

–Ahora lárgate antes de que llame a los guardias —ordenó Alfonso con furia, su voz reso en el silencio de la noche.

–Esto no ha terminado aquí. Me encargaré de ese bebé, te lo aseguro —amenazó Cesare, su mirada penetrante reflejando una determinación oscura antes de desaparecer en la oscuridad como una sombra en la noche.

–¿Estás bien, Ari? —preguntó Alfonso, su tono preocupado filtrándose entre el aire cargado de tensión.

–Sí, solo un poco conmocionada —respondió Ari, su voz temblorosa revelando la intensidad del momento.

Miró a su alrededor, evaluando cada rincón de la habitación con cautela.

–Se entero del embarazo Alfonso, pero ¿cómo?,estoy segura de que solo los que estábamos en la habitación escucharon-Menciono Ariadne preocupada.

"¿Cómo se habrá enterado Cesare? Sancha se aseguró de que la noticia no se divulgara por la mansión entre las criadas, para mantener la discreción y evitar cualquier rumor que pudiera comprometer nuestra seguridad, sobre todo la del bebé."

–Debe de haber un espía entre las criadas —murmuró Alfonso.

Su expresión endureciéndose con determinación. Levantó la mirada hacia Ariadne con una determinación feroz.

—Informaré a los guardias de inmediato para que las vigilen.

–Está bien, pero ¿qué haremos respecto a la amenaza de Cesare? ¿Y si le hace algo al bebé? ¿O si alguien más está enterado además de Cesare? ¿Y si...?

Ariadne dejó que sus palabras se desvanecieran en el aire, su mente llena de preocupación y ansiedad.

–Cálmate, Ari —dijo Alfonso, colocando una mano reconfortante sobre su hombro. Su voz era suave pero firme.

—No te estreses pensando en eso. Respecto a Cesare, lo mejor será acelerar tu traslado al palacio. Eso mejoraría la seguridad tuya y del bebé, pero sería más difícil ocultar el embarazo con tantos sirvientes a nuestro alrededor. No tardarán en darse cuenta del aumento de tamaño de tu vientre. Pero debemos actuar con rapidez y precaución.

Faltaban poco para que el sol empezara a despuntar en el horizonte y la temperatura comenzara a subir, sin embargo, el ambiente aún se sentía tenso.

Alfonso, decidido a calmar a Ariadne, tomó sus manos y notó lo frías que estaban.

–Volvamos a tu cuarto, hace frío afuera. -sugirió con preocupación.

Juntos, Alfonso y Ariadne se encaminaron hacia la habitación de ella. Una vez dentro, Ariadne se apresuró a cerrar la ventana que seguía abierta, mientras Alfonso se acercaba a ella con determinación en su mirada.

Una vez cerrada la ventana, Ariadne se volvió hacia Alfonso, su corazón latiendo con fuerza. Alfonso la tomó suavemente por los hombros y la miró a los ojos con una mezcla de ternura y determinación.

–Ariadne, sé que todo esto es difícil y peligroso.-comenzó Alfonso, su voz era suave pero firme.
–Pero quiero que sepas que estoy aquí para protegerte, para proteger a nuestro hijo.- dijo, poniendo una mano sobre el vientre de Ariadne.

Las lágrimas comenzaron a emerger en los ojos de Ariadne mientras lo miraba, sintiendo una mezcla de gratitud y amor.

–Gracias, Alfonso.- susurró, dejando que la calidez de sus palabras llenara la habitación.

Alfonso la abrazó con fuerza, prometiéndole silenciosamente que haría todo lo posible para mantenerlos a salvo. En ese momento, Ariadne sintió un destello de esperanza en medio de la oscuridad que los rodeaba.

Juntos, se quedaron en silencio, encontrando consuelo en la presencia del otro mientras el sol comenzaba a iluminar el nuevo día, trayendo consigo la promesa de un mañana lleno de incertidumbre, pero también de amor y determinación.

Mientras se abrazaban, un suave golpeteo en la puerta interrumpió su momento de intimidad. Alfonso se separó de Ariadne con delicadeza y se dirigió hacia la puerta, con una mirada de precaución en su rostro. Al abrir, se encontró con Sancha, la leal criada de Ariadne, con una expresión de urgencia en su rostro.

–Lo siento por interrumpir, mi señor, mi señora.- dijo Sancha con un tono apresurado. –Pero hay algo que deben saber. He escuchado a los guardias comentar que Cesare ha sido visto merodeando por los alrededores de la mansión. Parece estar tramando algo.

Ariadne y Alfonso intercambiaron miradas de preocupación. La amenaza de Cesare aún pendía sobre sus cabezas, y ahora más que nunca, necesitaban estar alerta y tomar medidas para protegerse a sí mismos y a su futuro hijo.

Alfonso asintió solemnemente, agradeciendo a Sancha por su información.
–Gracias, Sancha. Nos mantendremos alerta. -dijo con determinación.

Una vez que Sancha se retiró, Alfonso se volvió hacia Ariadne, con una expresión de determinación en su rostro.
–Debemos estar preparados para lo que sea que Cesare esté planeando. No podemos permitir que ponga en peligro nuestras vidas o la de nuestro hijo", dijo con firmeza.

Ariadne asintió con decisión, sabiendo que el desafío que tenían por delante no sería fácil. Pero con el amor y el apoyo de Alfonso, y la lealtad de Sancha a su lado, estaban dispuestos a enfrentarse a cualquier adversidad que se interpusiera en su camino hacia un futuro seguro y feliz.

 Pero con el amor y el apoyo de Alfonso, y la lealtad de Sancha a su lado, estaban dispuestos a enfrentarse a cualquier adversidad que se interpusiera en su camino hacia un futuro seguro y feliz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Gracias por leer hasta el final del capitulo 💫

Lo que en otra vida no pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora