Capitulo XXIII: Buenos deseos

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Ariadne sostuvo el colgante entre sus dedos, apreciando su intrincada artesanía, pero una sensación de inquietud se apoderó de ella. Aunque el gesto parecía amable, había algo en la actitud de Julia Helena que le resultaba perturbador, como si detrás de esa sonrisa inmaculada se ocultaran intenciones más oscuras.

—Es muy hermoso —dijo Ariadne con una sonrisa forzada, manteniendo un tono cortés—. Te agradezco mucho por el detalle.

—No hay de qué agradecer. Son solo mis buenos deseos para el niño —respondió Julia Helena, sin perder esa sonrisa calculada—. Quería asegurarme de que recibieras mis bendiciones, especialmente en un momento tan... crucial.

El ambiente se volvió denso. Bianca, que había permanecido en silencio, sintió el cambio. Lo que antes era una plática alegre se había transformado en una situación incómoda, donde las sonrisas naturales se veían forzadas y tensas.

—Por cierto, ¿cuándo te enteraste de la noticia? —preguntó Julia Helena con un aire casual, aunque la pregunta llevaba una clara intención de indagar más de lo necesario.

La pregunta tomó a Ariadne por sorpresa. Era propio de Julia Helena cometer deslices aparentemente inocentes, pero que siempre escondían algo más.

—Oh, este... me enteré unos días antes del baile —respondió Ariadne tras una breve pausa, sintiendo que su respuesta estaba siendo cuidadosamente evaluada.

—¿Y no pensaron en anunciarlo en el baile? Habría sido una ocasión perfecta para hacerlo público —comentó Julia Helena con aparente curiosidad, aunque su tono insinuaba más que una simple sugerencia.

Bianca, al percatarse del matiz incómodo en la conversación, decidió intervenir. Le parecía inapropiado que alguien ajeno a la familia real mostrara tanto interés en asuntos tan privados.

—Mi hermana no consideró que fuera el momento adecuado —dijo Bianca con firmeza, cortando cualquier posibilidad de que Julia Helena siguiera insistiendo.

Julia Helena no pareció inmutarse ante la intervención de Bianca, aunque sus ojos brillaron con un destello fugaz de irritación. Mantuvo su postura elegante y su sonrisa serena mientras buscaba una nueva entrada en la conversación, rehusándose a abandonar el terreno que había ganado.

—Ah, claro, entiendo perfectamente —respondió Julia Helena con voz suave, dirigiendo una mirada rápida a Bianca antes de volver a centrar su atención en Ariadne—. A veces, la privacidad es lo mejor en momentos como estos. Pero, por supuesto, los rumores viajan rápido, y parece que la noticia del pequeño ya es tema de conversación en todas partes.

Julia dejó caer la frase con una sutileza calculada, como si la mención de rumores fuera accidental.

Ariadne apretó levemente el colgante, intentando mantener la calma. Sabía que Julia Helena estaba sondeando, buscando una reacción, pero se resistió a caer en la trampa.

—Eso es natural —respondió Ariadne con voz medida—. Después de todo, es un momento importante para la familia.

—¡Oh, absolutamente! —exclamó Julia Helena, fingiendo entusiasmo—. Un momento de gran alegría, sin duda. Aunque… con tantas responsabilidades y retos en el horizonte, debe ser algo abrumador. No puedo evitar preguntarme cómo te las arreglas con todo esto.

—Mi hermana no tiene de qué preocuparse —intervino Bianca con firmeza—. Mi primo se está encargando de todo. Ariadne solo necesita concentrarse en su embarazo.

Julia Helena captó al instante la intención de Bianca de desviar la conversación. Sabía que no sería sencillo obtener más información, al menos no en ese momento.

—Qué afortunada eres, Ariadne —dijo Julia Helena, cediendo aparentemente—. Tienes todo lo que cualquier mujer soñaría: un palacio, un esposo amoroso y maravilloso en todos los sentidos, que además es el heredero al trono, un hijo en camino... La vida perfecta, si me lo preguntas.

Ariadne sintió un escalofrío recorrerle la espalda mientras Julia Helena enumeraba con precisión cada aspecto de lo que constituía su aparente felicidad.

—Es una vida muy envidiable, realmente —agregó Julia Helena, con una sonrisa que, aunque amable, llevaba consigo una insinuación sutil pero inquietante.

Ese último comentario, cargado de una admiración en apariencia inocente, dejó a Ariadne intranquila.

"¿Será que ella también está tramando algo contra Alfonso?"

No podía estar segura, pero aquellas palabras resonarían en su mente, sembrando dudas que no desaparecerían con facilidad.

Ariadne mantuvo la sonrisa en su rostro, aunque por dentro no podía dejar de analizar cada palabra de Julia Helena. Sabía que la princesa no era alguien que se conformara con simples cumplidos, y detrás de esa admiración aparente se escondía algo más.

—Te agradezco tus palabras, princesa Julia  —respondió Ariadne con tono calmado, pero calculado—. Estoy muy agradecida por todo lo que tengo.

—Es un placer —dijo Julia Helena con su sonrisa imperturbable—. No podría sentirme más feliz por ti.

Luego, haciendo una pequeña pausa, añadió

—Solo espero que todo siga tan perfecto como hasta ahora.

"No si yo lo permito. Todo esto debería ser mío: este palacio, ese título... Todo debería ser mío y de Cesare. Ni tú ni el príncipe son dignos merecedores de esta tranquilidad y felicidad."

Bianca sintió el peso de la insinuación en ese comentario, y sus ojos se entrecerraron ligeramente. Estaba claro que Julia Helena no solo ofrecía buenos deseos, sino que intentaba sembrar algún tipo de inseguridad en su hermana.

—No hay por qué preocuparse —intervino Bianca una vez más—. Mi hermana tiene todo bajo control, y con la fortaleza de Alfonso, nada podría salir mal.

Julia Helena asintió con una leve inclinación de cabeza, pero sus ojos revelaban que no estaba convencida. Después de todo, su visita había tenido un propósito, y aunque no había conseguido lo que buscaba, no era de las que se rendían fácilmente.

—Me alegra escuchar eso, Bianca. En estos tiempos, cualquier precaución es poca —dijo la princesa, su tono suave pero afilado.

Ariadne, sintiendo que la conversación estaba tomando un rumbo incómodo, decidió que era momento de terminar con la visita.

—Bueno, princesa Julia Helena, ha sido muy amable de tu parte venir a traerme este regalo y compartir tus buenos deseos. Estoy segura de que tienes muchas cosas que atender, y yo debería descansar un poco.

La princesa asintió, comprendiendo el mensaje.

—Por supuesto. No quiero robarte más tiempo. —Hizo una ligera reverencia, antes de añadir—. Cuídate mucho, Ariadne. Y tú también, Bianca.

Con esas palabras y una última sonrisa calculada, Julia Helena se retiró, dejándolas con una sensación de alivio, aunque las dudas seguían presentes.

Bianca fue la primera en romper el silencio cuando la figura de la princesa desapareció por completo.

—No me gusta esa mujer —dijo en voz baja, con una mezcla de frustración y preocupación—. Algo trama, lo sé. Y estoy segura de que no es nada bueno.

Ariadne asintió, su mirada aún fija en el lugar donde Julia Helena se había marchado.

—Lo sé. Algo no está bien. Y si tiene que ver con Cesare... esto apenas está comenzando.

Gracias por leer hasta el final ❤️💫

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