“No me iré”
†††
Cuando bajamos del barco pude ver la enorme estructura que se levantaba entre la lejanía. Un enorme castillo que se robaba toda la atención cuando intentaba ver hacia el inmenso y despejado cielo.
Su estructura era muy parecida a la de mi castillo, con esa arquitecta gótica, algo lúgubre. Pero a diferencia del infierno, esta estaba acompañada de verdosas plantas que se colaban entre las grietas, y cada roca puesta era de un tono azulado. Un azul oscuro que le daba ese ambiente un tanto misterioso. El colosal castillo contrastaba con todo el paisaje, el cuál era demasiado pintoresco y primaveral, con flores a montón de todos los colores y un laberinto de casas que parecían amontonadas las unas con las otras. Para darle la bienvenida a los visitantes había un enorme arco que nos mostraba tallado en la vieja madera el nombre de la ciudad.
El puerto dónde estábamos era mucho más amplio y lleno de gente que el de Kallistar. Se notaba que Acrocia era el centro de atención en la región.
A los costados del arco habían tallado dos estatuas de ángeles pequeños, simulando ser niños, uno en cada lado. Sonreí inconscientemente al pensar en lo ilusos que eran los humanos al poner símbolos de nosotros como si eso pudiera acercarlos más al mundo celestial.
Qué equivocados estaban.
Debía admitir que visualmente era atractivo, ángeles que parecían niños y daban esa impresión de “los ángeles de la guarda”, los que ellos piensan que protegen a los niños.
Los ángeles mayores como yo, tenemos alas grandes, y aumentan su tamaño y cantidad cuando nos mostramos con la fase final que solo se expone cuando hay peligro. Ángeles de 6 alas, tres en cada lado, puestas en dirección a las manecillas de un reloj, contándote el tiempo mientras todos nuestros ojos te observan.
Honestamente esperaba que la conejita no viera esa faceta mía, que tenía demasiado tiempo sin revelar puesto que, desde mi destierro al infierno, ya no tuve que preocuparme por las amenazas, ya no debía preocuparme por proteger a nadie.Terminé convirtiéndome en la amenaza, de nada más y nada menos que el mundo, y la de mi padre. Porque ahora, yo era su enemigo, el usurpador del trono.
Baje la cabeza para ver a Meg, intentando dejar de divagar en mi mente. Ella se encontraba muy concentrada mirando un folleto que nos regalaron en el barco, tenía el mapa exacto de Acrocia y señalaban todos los lugares turísticos que estaban cerca. Meg se acercó el papel al rostro mientras señalaba de lugar en lugar en busca de un hotel, que debía estar un poco más alejado para permanecer lejos de los guardias del castillo, que por lo que había notado, custodiaban cerca.
—¿Y bien? podría convertirme en piedra si sigo parado aquí —giré los ojos, hastiado. Quería ver el lugar, y ella seguía parada mirando el papel sobre sus manos.
—Ya lo tengo, señor impaciente —levantó la vista, mostrándome con el dedo sobre el mapa—, es una casa grande, pero es un hotel. Debemos fingir que somos pareja, o podrían saber que soy...
—Sí, ya sé —la interrumpí abruptamente, no quería que terminará de decir lo que sabía que diría—, no me hables de ese sujeto.
—¿Lo odias?
—¿Odiarlo? —sacudí la cabeza en negación—, odiar es para los mediocres. Si odiará a alguien le estaría demostrando que tiene poder sobre mí, y claramente yo voy por encima de ellos.
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EL DIABLO TAMBIÉN PECA
FantasyEn términos religiosos, Lucifer representa al ángel caído, ejemplo de belleza e inteligencia a quien la soberbia le hizo perder su posición en el cielo. Al caer repentinamente en la tierra, confundido y enojado, se enfrenta a una situación extraña c...