“No me reconozco”
†††
LUCIFER
Aunque hubiera deseado que ocurriera más, fui más fuerte que mis deseos. Aunque el beso que nos dimos pudo terminar en catástrofe, lo evité. Tan rápido como había empezado, terminó. Meg se avergonzó, y se fue a dormir dándome la espalda. Aunque sabía que estaba roja hasta la médula. Mi intención no había sido sobrepasar los límites, pero quería sentir otra vez sus labios junto a los míos. Aunque solo fuera eso.
Meg reposaba del lado derecho de la cama, aún con su vestido lleno de hojas por su repentina caída. Se veía tan pacífica sobre las sábanas con el rostro de perfil, mostrando el delicado puente que se formaba entre la frente y su nariz. Sus pestañas largas parecían abanicos, que se complementaban con sus cejas pobladas y finas.
No podía parar de pensar en como la había encontrado la noche anterior. Temblando de miedo, en pánico, con una mirada llena de dolor y pena. Me hervía la sangre cada vez que recordaba lo que dijo que sucedió.
Tenía que descubrir quién era esa mujer. Las cosas habían pasado tan rápido que no tuve tiempo de fijarme, aunque sí pude percibir que ella desprendía un aura diferente, mucho más pesado que el de los humanos relativamente comunes. Si en verdad era la prometida, Meg estaría en problemas. Era obvio que sabía que se trataba de Meg, y soltó sus comentarios para rectificarlo y tener una prueba para Filiphs. Además, él mejor que nadie sabe sobre los ojos de Meg, que no pasan desapercibidos en lo absoluto. Sería más fácil conseguir una aguja en un pajar que no fijarse en sus brillantes ojos.
Si Filiphs deseaba el trono, eso bastaba para casarse. Pero había algo que no concordaba. Meg repetía varias veces que solo la usaban para el convenio del reino, ya que es la única que puede leer ese libro sin ser celestial. Lo cual, abre otra incógnita. ¿Por qué Filiphs intentaría matar a Meg a estas alturas si la necesita a toda costa?
Quizás el incendio no fue precisamente dirigido por Filiphs. Tal vez alguien más sabía de la habilidad de Meg, tanto como para quitarla del camino. Y mi segunda duda es, ¿Por qué ella puede leerlo si es mortal?
A la vista de los humanos, el libro tendría las hojas vacías, pero quienes tienen un don celestial, pueden ver las letras hechas con tinta especial.
Le eché un último vistazo a Meg mientras me acomodaba el cabello con los dedos. Debía salir a la ciudad yo solo, debía buscar pistas. Si quiero proteger a Meg, primero debo resolver el peligro que la acecha. Además, debo conocer a sus enemigos, porque planeo vengarme de cada uno.
Tomé un atajo entre las casas cercanas, mientras me acomodaba la pañoleta que me había puesto en la cabeza, como si fuera un accesorio, pero en realidad era mi camuflaje. No quería llamar la atención, y era mejor usar algo ridículo para centrar la vista en eso y no en mi rostro o mis ojos.
Cómo alguna vez fui un ángel, mi rostro es muy llamativo. Y mis ojos morados para los humanos, son una señal de supuesto mal augurio o de atracción. Debía evitar mirarlos a la cara, ya que estábamos a plena luz del día.
Caminé con las manos en los bolsillos de forma relajada, mirando de reojo las tiendas ambulantes. Me detuve en una donde vendían cosas religiosas, mire con una sonrisa burlona las estatuas de ángeles.
«Así no es como nos vemos, tontos humanos»Seguí de largo hasta que una tienda con la fachada algo desgastada y marrón, llamó mi atención. Detrás de la vitrina había un vestido amarillo, con estampado de pétalos de cerezo. Era un vestido perfecto para la primavera. Me pare a mirarlo de cerca, notando los detalles en rojo que llevaba en los bordes, eran pequeñas piedras rojas que parecían gotas de sangre.
ESTÁS LEYENDO
EL DIABLO TAMBIÉN PECA
FantasíaEn términos religiosos, Lucifer representa al ángel caído, ejemplo de belleza e inteligencia a quien la soberbia le hizo perder su posición en el cielo. Al caer repentinamente en la tierra, confundido y enojado, se enfrenta a una situación extraña c...