“Un mensaje urgente”
†††
—¿Vienes a jugar a la resucitación? —me crucé de brazos. Remiel sonrió— ¿Quién es tan afortunado de que lo revivan? ¿A quién estás cazando?
—A la bestia que quiero cazar es a ti —mantuvo la sonrisa, poniéndose un mechón de pelo detrás de la oreja—, por cometer otro pecado de los tantos en tu lista.
—¿Qué es lo que creen que hice ahora?
Remiel miró de reojo al pequeño que, aterrado y con las gotas de sudor resbalándole por la frente, corrió hasta llegar a mis pies aferrándose desesperadamente a mis pantalones, sus pequeñas y sucias manos temblaban. Asomó su cabeza ligeramente entre mis piernas mientras observaba a Remiel.
Ella hizo lo mismo, observándole con cierta lástima. Era obvio que su mirada pedía a gritos respuestas, estaba igual de confundida que nosotros. No era común que un niño como él, que desprendía un aura totalmente distinta a la mía, decida por voluntad propia aferrarse al lado más cuestionable. Para mí era una sorpresa que hasta un demonio me dirigiera la palabra sin palidecer. Mi llegada a la tierra me había afectado lo suficiente como para terminar así, envuelto entre humanos como si fuera el pan de cada día.
Levanto la barbilla. Su delicada mandíbula se tenso mientras se tomaba las manos entrelazándolas y dejándolas en el frente de su vestido. Se veía enojada, pero intentaba disimularlo solo por el niño.
—Quiero que me expliques porqué puedo sentir que resucitaron a los Grigori. —Sus palabras fueron como si me cayera un balde de agua helada, un escalofrío me recorrió toda la espalda hasta la nuca. Hubiera esperado que me dijera todo menos… eso—. Esto debe ser cosa tuya, ¿Verdad? ¿Haces esto para vengarte de nosotros?
La fina y lisa tela de su vestido perlado se arrugó cuando lo apretó a los costados por el enojo. Se inclinó un poco hacia delante, alzó el dedo de forma acusadora hacia mi dirección. Agus no tiene idea de que ese pequeño dedo, podría matarlo en segundos si quisiera. Debía alejarlo cuánto antes.
Remiel es pacífica, pero el día que repartieron la paciencia ella llegó tarde.
—Soy la encargada de la resucitación, pero también puedo juzgar a las almas y regresarlas a dónde estaban, ya sea a tu reino o al cielo. Miguel me dijo que era urgente, los Grigori están en la tierra de nuevo, por eso estoy aquí.
Por un instante todo me dio vueltas. Se sintió surrealista. Aunque las uñas de Agus clavadas en mi pantalón me hacían volver a la realidad. Tenía que ser una broma.
—No entiendo de lo que me hablas. Yo no he hecho nada. Tú misma lo dijiste, aunque deseo vengarme de quién intentó matarme, ni siquiera tengo mis recuerdos.
Remiel se acercó lentamente arrastrando su vestido entre los escombros, ladeo la cabeza con confusión.
—¿De que hablas?, te mandaron aquí como castigo pero nadie intentó matarte. Padre no lo hubiera permitido, y lo sabes.
Una sonrisa maliciosa se dibujó en mi rostro.
Me encantaba ver esas expresiones confundidas y llenas de incredulidad como si yo fuera a ser el único ángel en pecar y desobedecer.—Pues me parece que hay otro traidor entre los suyos —observé como un gesto de nerviosismo se reflejo en su rostro. Fue poco perceptible, pero podía jurar que un ojo le tildó.
Solté una risa ronca mientras que con cuidado empecé a desabrochar los botones de mi camisa.
—¿Qué estás haciendo? —arrugó el entrecejo.
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EL DIABLO TAMBIÉN PECA
FantasíaEn términos religiosos, Lucifer representa al ángel caído, ejemplo de belleza e inteligencia a quien la soberbia le hizo perder su posición en el cielo. Al caer repentinamente en la tierra, confundido y enojado, se enfrenta a una situación extraña c...