capitulo 2

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―Háblame de ti. Porque según Jinjoo eres el hombre perfecto―me preguntó Yoongi tras darle un nuevo trago a su copa.

¿Cuántas nos habíamos tomado? Era incapaz de recordarlo, pero debían de ser muchas. La cena había sido fantástica. Era mi primera vez en un restaurante francés, pero creo que me fue bastante bien. Situaciones como aquella me generaban bastante inseguridad: no sabía leer la carta, no sabía qué pedir y era incapaz de detectar si lo que estaba comiendo era pollo o ternera. Yo era un simple trabajador de la construcción, mientras que Siyeon y sus amigos... Bueno, ellos eran chicos de ciudad, bien acomodados, que tenían el lenguaje común de la gente de mundo.

Sin embargo, con Yoongi parecía que aquello no importaba y que en verdad sentía curiosidad por saber algo de mí.

―Creo que Jinjoo se equivoca―sonreí y me volví a ruborizar―. Hay poco que contar. Soy el menor de cuatro hijos y mi madre aún me llama todos los días para preguntarme si he comido. Apenas he viajado, vivimos de alquiler aunque la mayor parte la pone Siyeon, he tenido que ahorrar cinco meses para poder permitirme estas vacaciones, y tuve una corta experiencia como vaquero, que se frustró cuando me enamoré de la chica que has conocido hoy. Por lo demás... Ella se mudó, la seguí, tuve suerte y encontré trabajo en algo que me gusta.

―Eso suena jodidamente romántico.

―Mi novia dice que soy tan romántico como una alcachofa.

Yoongi soltó una carcajada.

―Has atravesado el país detrás de una chica. Te doy un nueve. Yo apenas alcanzo el tres, te lo aseguro.

―No te creo.

―Te lo juro. Jinjoo dice que se debe a que cuando quiero algo voy a por ello, y para ser romántico hay que darle muchas vueltas a una misma cosa.

Ahora fui yo quien soltó la carcajada.

―Sigo sin creerte.

Él se había quedado mirándome fijamente. Hasta entonces no me había dado cuenta de que sus labios eran tremendamente jugosos. Como si supiera que mis ojos estaban clavados en ellos, se los lamió y yo noté cómo mi rostro se encendía de nuevo.

―Seguro que escondes algún secreto interesante, amigo Jungkook.

Alzó la copa, medio vacía y yo brindé con los resto de la mía.

―No hay nada de eso en mi vida. A veces me gustaría que fuera más excitante, más intensa, pero te aseguro que soy un tipo bastante normal―lo miré otra vez a los ojos―. ¿Y tú?

Yoongi sonrió de forma misteriosa.

―Me gusta la vida que llevo. Cuando quiero algo voy a por ello, sin importarme las consecuencias.

―Supongo que eso está bien―contesté sin saber muy bien de qué hablaba.

Sin habernos puesto de acuerdo, los dos dimos el último trago a nuestros vasos y los soltamos sonoramente sobre la barra de madera pulida.

―Oye, si seguimos pidiendo copas aquí tendremos que pedir un crédito al banco―advirtió Yoongi―. En mi habitación tengo un bourbon que te juro te va a gustar. ¿Por qué no subimos, vemos una peli y nos tomamos unos tragos más? Las chicas tardarán en regresar y fuera hace un calor de mil demonios.

Me pareció una buena propuesta. Habíamos pagado a medias y la cena se había llevado un buen pellizco de mi presupuesto. Si seguíamos así, con el precio de las copas en el bar del hotel, me quedaría sin un won antes de que acabara aquel largo fin de semana.

Un tanto tambaleantes tomamos el ascensor y en un momento estábamos en su suite. Era más grande que la habitación que Siyeon y yo compartíamos. Estábamos en un salón bien equipado y muy elegante, en el que se habrían dos puertas.

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