capitulo 11

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Llegamos al hotel a la vez que Siyeon y Jinjoo bajaron de un taxi.

―¡Parecen un par de piratas!―comentó la esposa de Yoongi mientras se colgaba de su cuello y lo besaba.

Tenía razón. Nuestros bañadores y camisetas estaban arrugados y manchados de salitre. Como el último baño, para deshacernos de los rastros de semen, nos lo habíamos dado en el mar, nuestro cabello aún estaba emplastado por el agua salada. Además, el sol nos había enrojecido ligeramente la piel lo que nos aportaba un aire salvaje.

Mire a Yoongi, que estaba besando a su mujer, y vi las pronunciadas sombras oscuras bajo sus ojos. Comprendí que los míos debían lucir iguales, debido al cansancio de las intensas sesiones de sexo.

―Dos bandidos y dos princesas. Algo no cuadra aquí―respondió él, correspondiendo apasionadamente al beso de su esposa.

Siyeon terminó de pagar la cuenta del taxi y vino hacia mí. Se colgó también de mi cuello. Parecía feliz.

―¿Me has echado de menos?―me preguntó.

―Cada momento.

―Mentiroso―dijo mimosa.

―¿Qué tal ha ido el día?

―Divertido, fantástico y divertido.

―¿Por ese orden?

―Creo que sí. ¿Y tu primera incursión en el mar?

―Intenso.

―¿Te has mareado?

―Me he comportado, no te preocupes.

―¿Yoongi ha sido muy pesado?―me preguntó Jinjoo.

―Se ha portado bien.

―¿Seguro que te has portado bien?―le preguntó ahora a su esposo.

―Creo que Jungkook no tiene quejas de mí, ¿verdad, amigo?

No, no las tenía, pero no respondí.

Siyeon me volvió a besar y se frotó ligeramente con mi cuerpo. Estaba mimosa, lo que en cualquier otro momento me hubiera vuelto loco.

En ese instante Yoongi me palmeó el hombro en un gesto muy masculino. Me volví hacia él sin dejar de acariciar las caderas de mi chica.

―Dejen los arrumacos―nos recriminó de buen humor―. Mi estómago ruge de hambre. ¿Dónde vamos a cenar hoy? Díganme que fuera del hotel, por favor.

Jinjoo iba a responder, cuando Siyeon lo hizo por ella.

―Vayan ustedes. Jungkook y yo pediremos que nos suban algo a la habitación.

―¿Y eso?―preguntó Jinjoo, aunque me di cuenta de que ambas ya habían mantenido aquella conversación.

Siyeon tiraba de mí, camino del vestíbulo del hotel.

―Jungkook empezó algo esta mañana y no lo dejé terminar, así que vamos a acabarlo ahora mismo.

gritó Jinjoo. Aquello le divertía.

―Así que sólo lo quieres porque es un semental.

―Eso venía en el paquete―Siyeon les guiñó un ojo y tiró más fuerte de mí.

Yo me dejé arrastrar. Mientras me alejaba lanzó una última mirada a Yoongi.

Estaba abrazado a su esposa. Guapo como un demonio, con el cabello despeinado.

Él también me miró y pude ver una sombra de celos en sus ojos que me sentó realmente bien.

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