Seis meses despuésMi relación con Siyeon apenas duró unas semanas más.
Fui yo quien cortó. No podía seguir con ella después de lo que había sucedido con Yoongi.
Siyeon gritó, me insultó y me golpeó con los puños cerrados debido a mi mutismo ante su pregunta de por qué la dejaba. Pero... ¿Cómo podía decirle que en apenas cuatro días me había enamorado del marido de su mejor amiga? ¿Cómo explicarle que en tan breve espacio de tiempo había pasado de sentir un absoluto desinterés por los hombres a habérmelo hecho con dos, disfrutando como nunca?
Abandoné aquel pequeño pueblo y me mudé a Seúl. Podría haberlo hecho a cualquier otro sitio, pero una gran ciudad me permitía pasar desapercibido. Pronto encontré trabajo en la construcción y pude alquilar un diminuto apartamento en las afueras.
Me encontraba confundido, completamente perdido y fuera de lugar. Pensé en volver a casa, pero sabía que el amor de mis padres, de mis hermanos, no sería suficiente. Mi encuentro con Yoongi me había vuelto del revés. Yo no era el mismo y sospechaba que no volvería a serlo nunca más. Regresar a un lugar pequeño y lleno de habladurías sólo lograría desquiciarme.
Cuando pude recomponerme volví a salir con chicas. No es que las buscara. Siempre me habían encontrado ellas a mí. La primera me entró en la barra de un bar, mientras tomaba una cerveza en solitario. Tuve buen sexo. Muy bueno, pero de fondo seguía existiendo aquella insatisfacción, aquella añoranza del cuerpo de Yoongi retorciéndose entre mis brazos.
También probé con otros hombres. En Seúl es fácil. En una discoteca dejé que un tipo me la chupara en el baño. Fue una gran mamada, pero nada comparado con el efecto que los labios de Yoongi tenían sobre mi polla. Tuve sexo completo con otro chico. Lo conocí en una cafetería. Era lindo, inocente y se parecía a él. Me lo llevé a casa y durante un fin de semana no salimos de la cama. Fue tan fantástico como tenía que ser, pero tampoco me dejó satisfecho. Incluso tuve una breve relación con un compañero de trabajo, un chico un poco más joven y quizá tan confundido como yo mismo. Pero tras nuestra tercera o cuarta cita le dije que debíamos dejar de vernos, porque después de amanecer con él, disimular cada mañana en el trabajo como si no hubiéramos follado desde el atardecer hasta el alba hacía que me sintiera realmente mal .
Algo sí tenía claro: no me apetecía ir de cama en cama, buscando aquello que sabía que sólo encontraría en otro continente.
Así que empecé a frecuentar a Namjoon.
Lo llamaba cuando estaba salido y él venía a mi casa. Follábamos, nos fumábamos un cigarro juntos y se largaba sin hacer preguntas ni esperar respuestas. En ningún momento hablábamos de Yoongi, lo que yo agradecía enormemente.
Unos meses después de mi visita a Jeju había conseguido una especia de existencia que podía ser satisfactoria, aunque sin la rotundidad que me había aportado aquellos intensos cuatro días la presencia de Yoongi.
Los días pasaron, las semanas, los meses, sin saber nada de él y llegué a la conclusión de que aquello era a todo lo que podía aspirar: una vida tranquila, sencilla y sexualmente libre, donde podía acostarme con chicas y con Namjoon cuando me atrapara la lujuria.
Precisamente hacía un mes que no veía a Namjoon y yo tenía unas ganas tremendas de comerme una polla. Le mande un mensaje y quedamos en vernos en mi casa esa tarde. Namjoon y yo habíamos llegado a ser amigos, además de amantes. Sabía poco de él y no quería enterarme de más porque me asaltarían los remordimientos: sabía que estaba casado, que tenía hijos y que en aquel momento había encontrado a un amigo muy especial al que estaba iniciando en aquel ceremonial en el que Yoongi me bautizó. Pero a pesar de estar muy ocupado Namjoon era fiel a su promesa y nunca me dejaba sin atender.
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Married 💍
RomanceUn código con tres reglas: discreción, una relación corta, y no enamorarse. ¿Podrá Yoongi seducir a Jungkook? ¿Podrá introducirlo en su juego, donde hombres casados disfrutan de sexo con otros hombres? ¿Podrá evitar enamorarse?