capitulo 3

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Me miré en el espejo del baño mientras me duchaba. Aún estaba aturdido por la experiencia, y tembloroso por la intensidad del orgasmo que había tenido unos momentos en la habitación de Yoongi y Jinjoo.

El reflejo me devolvió la imagen de un hombre joven, fuerte y sin una gota de grasa, de músculos marcados por el trabajo y el gimnasio. Mi piel tostada por la exposición al sol resaltaba sobre el blanco mármol de la ducha. Observe mi rostro. Decían que era muy guapo, pero no me gustaba prestarle atención a ese comentario. Miré más abajo, hacia mi polla. Catorce centímetros de músculo en estado de relajación que se ensanchaba al llegar al glande. Acababa de cumplir los veintisiete y jamás había tenido problemas para encontrar a una chica. De hecho eran ellas las que me buscaban, las que coqueteaban, las que me llevaban a su cama. Me consideraba un buen amante, me encantaba follar y me volvían loco las mujeres... ¿Cómo entonces había pasado aquello?

Salí de la ducha. El agua fría me había despejado la cabeza. Mientras me secaba, mi mente no dejaba de dar vueltas sobre lo que había sucedido con Yoongi. ¿Tan borrachos estábamos? ¿Habría yo provocado de alguna manera aquella situación? ¿Había sido algo inocente, una paja para desahogarse entre hombres, que no afectaba nuestra virilidad? ¿O en cambio había sido una mariconada a la que me había entregado sin rechistar? Y sobre todo me llenaba la cabeza la pregunta clave: ¿Cómo era posible que un hombre hubiera logrado darme tanto placer? Me sentí fatal, sucio y preocupado. Nunca, de ningún modo me habían atraído los hombres. Los veía desnudos a diario, en el gimnasio o en los vestuarios de la obra, y jamás me había fijado en la polla de otro a no ser por mera curiosidad. Por una cuestión de medir tamaños a simple vista, algo de hombres.

Tenía algunos gais conocidos, por supuesto. La mayoría de amigos o familiares de otros amigos, pero ni ellos habían intentado nunca nada conmigo ni yo se lo hubiera permitido. Además... ¡Aquel tipo estaba casado!

Lo que sí parecía cierto era que yo no había sido la parte activa. Yoongi se había encargado de todo. Recordé cómo se ajustaban sus labios regordetes a mi glande. Cómo me chupaba los huevos, cómo me mamaba la polla, y cómo se trabaja cada gota de semen de mi inglés. Me miré en el espejo y vi cómo mi polla empezaba a ponerse dura, lo que hizo que de nuevo me sintiera abochornado y confundido.

―¿Me has echado de menos?―dijo Siyeon en ese momento, apareciendo por la puerta del baño. Estaba preciosa y un poco achispada. Su traje de seda azul se pegaba a su cuerpo, y el escote dejaba ver el arranque sorprendente de sus pechos, que tan cachondo me ponían. Sin decir nada la traje hacia mí, y le di un beso tan rabioso que ella se apartó sin respiración―. Pues sí que me ha echado de menos―dijo riendo, mientras se apartaba el cabello del rostro de forma seductora.

―Quiero follarte, mi amor, y quiero follarte ahora mismo―le dije mientras la atraía de nuevo hacia mi cuerpo.

―Pues sería de muy mala educación hacerte esperar.

Lo hicimos de forma salvaje, quizás como nunca antes. Mis dedos se clavaron en su piel, mi lengua recorrió ansiosa cada rincón, la cabalgué de manera tan feroz que temí hacerle daño. Y justo en el momento en el que me corría dentro de ella, la imagen de Yoongi chupándome la polla se coló en mi mente y logró que el orgasmo volviera a ser portentoso.

Mientras Siyeon apagaba la luz y se acomodaba satisfecha sobre mi pecho, yo supe que esa noche no dormiría y no me quedaba duda de que debía de hablar con Yoongi muy seriamente, en cuanto amaneciera.

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