Epílogo

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Dedicado a: todos los que llegaron hasta aquí.


Con la imagen de William en frente de ella, Rachel se dejó envolver en la oscuridad. Estar tan cerca de la muerte una segunda vez provocó que su mente y su cuerpo colapsaran. No sabía si había sido herida o no, sólo anhelaba estar finalmente al lado de su amado William. Esperaba ver la luz blanca de la que hablan cuando mueres, sentir esa sensación de tranquilidad y de infinito amor, pero nada; continuaba sumergida en la oscuridad.

Un dolor la hizo abrir sus ojos, finalmente vio la luz, pero no la que esperaba ver. Estaba sintiendo punzadas en su vientre bajo, se supone que en el cielo no se tiene más dolor; lo que significaba que no estaba ahí. Después de cerrar un par de veces los ojos, finalmente los pudo mantener abiertos para encontrarse con el rostro de William. Se le quedo viendo por varios segundos sin comprender que estaba pasando, a pesar de eso, se formó una gran sonrisa en su rostro, la cual desapareció cuando otra punzada la hizo quejarse y llevarse la mano al vientre.

−¡Enfermera! ¡Enfermera! −pidió ayuda William desesperado.

Fue hasta ese momento que Rachel asimiló que estaba en un hospital y que William estaba vivo.

"Está vivo" −pensó hasta que pudo hablar.

−¡¿Estas vivo?! Dime que esto es real, que no es sólo un sueño. −suplicó ella a punto de llorar por la emoción.

−Es real mi amor, estoy aquí. −confirmó feliz.

La atmosfera de felicidad poco a poco se desvaneció al ver que el rostro de Rachel cambió de asombro y alegría a uno sobrio; ahora no lo miraba con adoración, sino con reproche.

−Amor, mi vida. −intentó tranquilizarla, pero fue inútil porque ni siquiera lo dejo terminar.

−!Estas vivo!

−Sí mi amor. −aseguró con amor y devoción.

−¿Todo este tiempo estuviste vivo y me hiciste creer que estabas muerto? −reclamó tratando de no alterarse, lo cual le estaba costando mucho trabajo.

−No es lo que piensas −habló dulcemente tratando de tranquilizarla, lo cual de nada sirvió.

−!Estas aquí William! Lo cual me da gusto.−mencionó tratando de suavizar tu tono.

−No lo parece mi amor. −aseguro sonriendo, tratando aligerar la tensión.

−Estoy feliz, no puedo creer que estes aquí, pero a la vez no entiendo ¿cómo pudiste tenerme en la incertidumbre por 30 meses y cómo pudiste hacerte pasar por muerto hace unos días. ¿Tienes idea por lo que pase? −reclamó enderezándose porque tenía ganas de golpearlo, pero otra punzada la hizo detenerse.

−!Ahhh! −se quejó.

−¿Estas bien?

−Esto no es nada comparado con lo que sentí, al creer que estabas muerto. −aclaró, justo en el momento que entro el doctor y una enfermera.

−Te prometo que te voy a aclarar todas las dudas que tengas, pero no ahorita. Ahora sólo debes descansar para que te recuperes pronto.

Rachel ignoro el comentario de William para no enojarse.

−¿Cómo se siente señora? −preguntó el doctor.

−Mejor, gracias. ¿Cuándo podre irme a casa?

−La mayoría de sus exámenes de sangre salieron bien, excepto del hierro y la glucosa, los cuales deben de estar vigilados especialmente en su estado. Le van a suministrar hierro por vía intravenosa para ver si sus números mejoran, de lo contrario tendremos que hacer otros estudios.

Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora