Epílogo

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Hannibal contemplaba a Nolan dormir entre sus costosas sábanas de hilo como quien contemplaba a un dios bajado del Olimpo. El fiscal tenía mucho mejor semblante que los últimos siete días, por lo que estimaba que su período de shock tras la detención de Abel Gideon había terminado: ahora, por fin, podría despertar para reanudar su vida con calma y gozo, disfrutando del fin de la pesadilla y el inicio de su vida en conjunto con él.

Nolan había tenido que dar testimonio de lo sucedido aquella noche en el hospital, por supuesto, pero después de eso lo enviaron a casa a descansar con orden de no aparecer por la fiscalía hasta que su médico personal no lo autorizara. El shock de haberse enfrentado cara a cara con el asesino conocido como Destripador de Nueva York había sido demasiado fuerte, por lo que le urgía una licencia para recuperar la calma; su lugar como fiscal del caso fue tomado por su amiga Samantha Maroun, quien muy solidaria se encargó de cada detalle para evitarle a él ninguna preocupación. Jack McCoy lo visitó una vez y al verlo todavía pálido sugirió que le vendría bien compañía, por lo que Hannibal no dudó en aprovechar para invitarlo a quedarse en su casa.

-Soy tu novio y me preocupa tu salud, amor mío, ¿así que por qué no vienes? En mi hogar no te faltará nada, yo me encargaré de cuidarte como necesitas. ¿Qué dices?

-Que seguramente te aprovecharás para llevarme a la cama…

-¿Me crees capaz de aprovecharme de tu debilidad para llevarte a la cama?- preguntó con incredulidad. Nolan sonrió.

-Sí, claro. Pero si te soy sincero no me molesta la idea de dormir contigo. Necesito sentirme seguro de nuevo y contigo lo estaré, así que… acepto tu invitación. 

Hannibal siempre había sido un buen anfitrión, pero aquella vez se superó a sí mismo al darle a Nolan el recibimiento digno de un rey. Quería darlo todo de sí para hacer feliz a su novio, para compensarlo por todos esos meses de tensión, angustia y drama. Cierto que en su profesión Nolan lidiaba con muchas casos duros, pero él sentía que aquel caso en particular y todo lo que había derivado de él era culpa suya. ¿Acaso no era a él a quien Gideon odiaba? De no ser por él, ese demente no habría puesto en riesgo la vida de su amado novio.

"Por otra parte", pensó una voz pequeña en su cerebro, "si no hubiera sido por Gideon no habrías conocido a Nolan".

Meneó la cabeza y, tras darle un beso en la mejilla, se levantó para preparar el desayuno. Por mucho que amara al fiscal no debía pensar así jamás y menos en voz alta: no le haría ninguna gracia que comenzaran a hablar de él como de alguien sin corazón.

(...)

Diez días después de la detención de Abel Gideon, la noticia seguía ocupando las páginas de los principales periódicos del país. Nolan se sintió un poco perdido al leerlos aquella mañana, la primera en su vuelta a la fiscalía después de su período de descanso.

-Ya sé que has llevado maravillosamente el caso en mi ausencia, pero consideré que era mi deber ponerme al día- explicó a Samantha cuando ésta lo vio entrar cargado de periódicos.-Y no sólo leyendo los informes, también viendo lo que opina la prensa. Fue duro, ¿no?

-Ni que lo digas, te perdiste todo un festival- asintió ella sentándose con aire cansado.-No hubo día en que no sonaran todos los teléfonos preguntando por ti, por el doctor Lecter y por el caso. Creo que ofrecieron dinero a tu secretaria para que les consiguiera una entrevista contigo…

-Lo sé, ella misma me lo dijo y me alegra que tuviera sentido común para negarse a tal petición- afirmó Nolan orgulloso.-No me hubiera hecho ninguna gracia que me recordaran esa noche horrible mientras intentaba recuperarme… y por cierto, ¿ya hay fecha para el juicio o todavía nada?

-Nada. El juez ordenó hacer los peritajes de costumbre con médicos y psiquiatras, y ya sabes que con las cortes llenas todo toma su tiempo-contestó Samantha.-Pero tú no te preocupes, que yo me encargaré de informarte cuando haya novedades de verdad. Por el momento no hay fecha del juicio pero da igual, es decir, ¿qué duda cabe del resultado? Abel Gideon ya ha confesado, en su cuarto se encontró material comprometedor y arrestaron a dos de los guardias que recibían sus sobornos para dejarlo salir "a pasear". No cabe duda sobre cómo salía del hospital, ni de cómo o por qué eligió a sus víctimas. Todo fue un inteligente plan trazado para vengarse de Hannibal Lecter.

-Lo sé, y Hannibal está bastante angustiado con eso por la culpa, pero… 

-Sin peros, Nolan. El caso es seguro, puede tardar tiempo por las formalidades pero no hay duda que Abel Gideon irá a un psiquiátrico de máxima seguridad para criminales dementes. Tú no debes preocuparte de nada, ¿no querías detener al Destripador? Pues ya lo has hecho. Ahora intenta relajarte un poco que lo mereces, lee tus periódicos, organiza una cita con Hannibal. ¿Que no han tenido que permanecer en casa casi todo el tiempo para evitar a la prensa? Seguramente se mueren por salir por fin a vivir un poco su romance.-La mujer sonrió.-Y a ver si algún día nos invitan a Jack y a mí a comer, que somos tus colegas y amigos. Ahora que la pesadilla pasó nos merecemos ser presentados a tu novio como corresponde.

Nolan asintió riendo por dentro y la despidió de buen humor, pensando en que tenía razón en todo y que no debía angustiarse. Los juicios siempre eran lentos en casos tan importantes como aquel, pero con la culpabilidad del asesino demostrada sólo había que tener paciencia y esperar. Se habían terminado por fin los días oscuros del Destripador, sus sospechas sobre el pobre Hannibal, su amor vivido medio a escondidas. Ahora podía respirar y reanudar su vida y su trabajo como dios mandaba.

Nota exclusiva con el doctor Frederick Chilton en la página 65: "niego absolutamente haber recibido dinero de Abel Gideon para facilitarle salidas del hospital".

El descenso a la locura de Abel Gideon: de la élite médica de Nueva York a la élite de asesinos del país.

Testimonio de enfermeras del hospital psiquiátrico Gracie Square- niegan que hubiera fricciones entre la junta médica…

La opinión del público, páginas 12 a 14.

"¿Por qué si ese loco había matado a su familia estaba en un hospital privado y no en uno elegido por la policía?"

"¿Cómo pudo hacer todo eso sin que sus médicos lo notaran? ¿Ninguno vio que ese hombre entraba y salía como si fuera su propia casa? Deberían investigar más a esos supuestos psiquiatras inútiles". 

"Me alegro que lo hayan detenido, y que esta vez no vuelva a ver la luz del sol el muy maldito".

"Yo fui vecino de Gideon años atrás y nunca me pareció un tipo muy listo. Cuesta creer que tuviera la inteligencia de matar a tanta gente sin llamar la atención de nadie…"

"He visto sus fotos y no tiene la cara que imaginaba para El Destripador. Parece un típico pobre diablo que se adjudica los logros ajenos, si se entiende que por logros me refiero a aberraciones".

Nolan apartó el periódico en cuestión y se frotó los ojos, cansado. Tantos días sin ocuparse de nada más que de comer bien, dormir y hacer el amor con Hannibal lo habían oxidado un poco, así que no estaba seguro de entender cada una de las notas y opiniones que la prensa y la gente tenían del Destripador de Nueva York. Todos estaban felices de que lo hubieran atrapado, por supuesto, ¿pero por qué algunos se empeñaban en dudar de su culpabilidad cuando él mismo había confesado? Que su apariencia no pareciera peligrosa no significaba que no tuviera una gran inteligencia detrás como para planear sus crímenes. No existía una regla que dijera cómo eran y debían lucir los criminales, él por ejemplo había dudado de Hannibal por su apariencia calmada y su personalidad soberbia y se había equivocado por completo.

"Quizás debería dejar los periódicos a un lado hasta que llegue Jack, y mientras tanto podría llamar a Hannibal para organizar una cena, como sugirió Samantha. Solo nosotros, para celebrar la vuelta a la normalidad" pensó uniendo la acción a la palabra y dejando el diario para tomar su teléfono. Hannibal se alegraría mucho de su llamada, y él se alegraría de oírlo. 

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