Segundo interrogatorio (Parte 2)

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Hannibal mencionó que era un asunto urgente así que su abogado, el doctor Fuller, llegó a la comisaría menos de media hora después de haber recibido la llamada. Lo había agarrado en medio de una reunión con los demás socios de su bufete, pero cuando un cliente como Hannibal Lecter te llamaba con urgencia a su lado, era mejor que dejaras todo y te apuraras. No había acusación de por medio, y eso era bueno, pero la sola actitud del detective Shaw bastaba para poner de manifiesto su habilidad como defensor. 

-Mi cliente quiere colaborar en todo lo posible, detectives, y es por eso que todavía está aquí para declarar. Pero debo advertirles que si hay otra actitud tendenciosa hacia él, cualquier acusación sin fundamento, y nos retiraremos de inmediato.

-Descuide, no habrá acusaciones de ninguna clase. Solo preguntas, ¿de acuerdo? Y esperamos respuestas porque este asunto es de suma importancia, no porque queramos importunarlo, doctor Lecter.

Hannibal seguía siendo dueño de sus actos, por más que la situación fuera incómoda y él estuviera bastante irritado por dentro. A esas horas ya debería estar almorzando en el Bella Donna, su restaurante favorito, degustando un buen Chianti mientras descansaba del trajín de las consultas. En cambio estaba en una molesta comisaría, teniendo que explicar por qué Mason Verger había tenido la idea de visitarlo en su domicilio particular para aparecer muerto horas más tarde. Horriblemente asesinado, pero esa no era su culpa y lo dejó bien claro.

-El señor Verger tenía una turbulenta relación con su hermana menor. Yo atendía a ambos desde hace por lo menos seis meses, y puedo dar fe de lo mucho que necesitaban terapia. No hablaré de los motivos de sus disputas porque la señorita Verger sigue viva y sigue siendo mi paciente, y tiene derecho a su privacidad; pero ambos requerían de mi ayuda más allá de sus citas asignadas, así que no era raro que me visitaran a horas desusadas. 

-¿La señorita Verger sabe que su hermano estuvo con usted la última tarde?

-Sí, claro. De hecho, ella misma me llamó más temprano ese día, unas cuantas horas antes, para decirme que había discutido con Mason y que él planeaba visitarme para calmarse.

-¿Le propocionaba usted medicamentos calmantes al señor Verger?

-Si bien estoy autorizado a recetar, no me agrada hacerlo fuera del hospital, detective, así que no lo hice ese día. Solo durante las consultas evalúo el estado del paciente y recomiendo, o no, el uso de medicamentos psiquiátricos. Esa tarde solo lo recibí y hablé con él, escuché sobre su última discusión con su hermana y traté de calmarlo invitándolo a cenar para que pudiéramos conversar más. 

-¿Y él aceptó?

-No. Parecía un poco más razonable al momento de irse e incluso mencionó tener cosas que hacer, así que lo despedí con la promesa que podía volver a recurrir a mí siempre que lo necesitara. No volví a verlo después de eso.

El detective Bernard hizo una pausa después de eso. Era difícil, se dijo, romper aquella coraza de seguridad que poseía Hannibal Lecter, especialmente porque todo lo que decía sonaba muy razonable. Pero él no llevaba años en la policía en vano, y sus sospechas no habían desaparecido solo porque el sospechoso fuera un hombre bien trajeado con sonrisa de comercial. 

"Al señor Verger lo drogaron para reducirlo antes de darle muerte, eso está claro. La autopsia lo demostró. Y las investigaciones demostraron que era un sujeto irascible que trataba mal a todo el mundo. ¿Es posible que no estuviera tan calmado como dice Lecter? ¿Es posible que lo haya agredido y por eso haya tenido que matarlo? Además, están las otras víctimas. Lecter no tiene coartadas, hasta donde recuerdo. No, definitivamente este interrogatorio no se termina aquí. Tendrá que continuar hasta que sepamos todo lo que él no ha querido decirnos".

-Muy bien, doctor Lecter, eso es todo por ahora. Nos pondremos en contacto con la señorita Margot Verger para saber su versión de la historia, y también me gustaría, si me lo permite, que usted hiciera lo propio con las familias de las otras dos víctimas.

-¿Cuál es el objeto de esa petición?- intervino el abogado.

-La colaboración de ellos para acceder al historial clínico de sus familiares, doctor Fuller. No lograremos hallar el hilo conductor entre todos los asesinatos si no entendemos a todos los pacientes, y el doctor Lecter es quien los atendía y conocía sus secretos más íntimos. Nadie mejor que él para ilustrarnos al respecto.

-Desde luego, me pondré en contacto con los familiares para pedirles que colaboren. Ya lo había hecho antes, por cierto, pero los recientes sucesos pudieron haberlos afectado demasiado. Ahora que han pasado algunas semanas más, es posible que entiendan mejor la importancia de la honestidad. Mientras más pronto se averigüe todo, más pronto la verdad saldrá a la luz, ¿no?

-Una pregunta nada más, entonces- dijo Fuller mientras se ponían de pie para marcharse.- ¿Cómo ha llegado a oídos de la policía que mi cliente era el psiquiatra de todas las víctimas?

-El fiscal Price recibió cierta información anónima ayer por la noche- contestó Bernard vagamente, sin querer involucrar demasiado al fiscal. - Como policías teníamos el deber de investigar esa información, por más que nos hubiera llegado de forma tan inusual.

-¿Oh?- la pequeña exclamación de Hannibal fue perfectamente audible para todos, así como su media sonrisa, que fue evidente.- Quién lo diría. Un fiscal haciendo caso a información de procedencia tan dudosa, al punto de que me han ido a buscar a mi despacho sin aviso… me gustaría cruzar unas palabras con él si fuera posible.

-No creo que eso sea conveniente, Hannibal- le susurró su abogado. Pero Bernard también había oído y, como sabía el interés del fiscal en el caso y Lecter ya iba de salida, dijo:

-Puede hacerlo si quiere, el señor fiscal está en la comisaría en estos momentos. 

-¿Ah, sí?

-Así es. De hecho mire, es aquel hombre de ahí, el del maletín negro. 

Hannibal miró en la dirección que le señalaba el detective Bernard, y se quedó sin aliento casi de inmediato. Le fue imposible respirar con normalidad, caminar o siquiera mover un pie, porque todos sus sentidos habían sido anulados ante la perfección de lo que estaba contemplando.

Una figura digna, de caballero, elegante de la cabeza a los pies como a él tanto le gustaba. Un andar firme y masculino, seguro de sí, imponente, tremendamente sensual e hipnótico. La belleza de los dioses griegos se quedaba corta ante aquel cabello con rizos naturales y lustrosos, ante esas manos que parecían tener todo el poder del mundo en ellas, ante esos deslumbrantes ojos azules que pudo admirar cuando el fiscal estuvo lo suficientemente cerca… ¡ah! ¡Nunca en su vida había visto ojos tan perfectamente brillantes y seductores! Su corazón comenzó a aletear furiosamente dentro de su pecho, como si quisiera empujar la prisión que lo rodeaba para escaparse de él, a la hora de saludar al fiscal Price. De haber sido más joven no lo habría soportado y habría desfallecido por solo rozar la piel de tan magnífico hombre, pero tenía ya cincuenta años y tenía que comportarse.

-Doctor Lecter, espero que comprenda la necesidad de este interrogatorio repentino- dijo Nolan con su tono más educado, aunque por dentro estuviera a la defensiva.- Sólo buscamos colaborar entre todos para el rápido esclarecimiento de los crímenes. Si le hemos molestado, nosotros… eh… ¿se siente usted bien?

-Perfecto, señor fiscal. Pueden llamarme ustedes cuantas veces lo deseen, que si puedo ayudarlos en algo lo haré- aseguró sin quitarle la vista de encima a su hermoso interlocutor, quien parecía un poco desconcertado por su actitud tan afable. No parecía que lo hubieran sometido a un interrogatorio por homicidio hacía tan solo unos minutos.- De hecho, ya mismo llamaré a los familiares de mis pacientes, así que con su permiso. Ha sido un placer…

"¿Bueno? Eso ha sido raro" pensó Nolan viendo marcharse a Hannibal. Ese hombre debía ser un maestro de la actuación, para mostrarse tan calmado ante una situación semejante. Pero no se dejaría engañar, si resultaba ser el asesino él lo descubriría sin importar cuán simpático pareciera. 

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