Colaboración repentina

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Tal y como lo había prometido, Hannibal Lecter habló con las familias de sus ex pacientes y los conminó a colaborar con la policía tan pronto como fuera posible, informándoles, de forma oficial, de todo lo que quisieran saber sobre los motivos de sus difuntos para atenderse con él. Al detective Bernard le sorprendió que Hannibal colaborara tan pronto con ellos después de su último interrogatorio, y más le sorprendió saber que no había revelado el tema de las fotocopias de los legajos que alguien hiciera llegar a la fiscalía. Así se lo comentó al fiscal Price días más tarde, después de haber interrogado a cada familiar junto a su colega el detective Shaw.

-Si Lecter les hubiera hecho saber que alguien entró en su despacho, le robó información sobre sus pacientes y luego nos la hizo llegar de forma anónima, ninguno hubiera querido hablarnos, eso es seguro- dijo Bernard pensativo, agradeciendo a la secretaria por el café y bebiendo un buen sorbo antes de continuar.- No sé si lo ha hecho para congraciarse con nosotros o qué, pero por cierto que nos ha servido.

-Ya. Puede haberlo hecho para despistarnos, pero si ha servido de algo bienvenido sea. ¿Y bien? ¿Qué han sacado en limpio de las familias de las víctimas?

-Pues... no lo que esperábamos- reconoció, sin saber si eso era bueno o malo.- Hablamos con el esposo de la segunda víctima, con los padres de la tercera y con la hermana de la cuarta; y si en algo coincidieron todos es que el doctor Lecter es una maravillosa persona, un profesional intachable que trabajó sin descanso para ayudar a cada paciente a sanar sus heridas. Eso nos dijo la hermana de la cuarta víctima, ¿sabe? "El doctor Lecter ayudaba a Karen a sanar sus heridas. Le estaré siempre agradecida por haberse preocupado por ella hasta el final".

Nolan frunció el ceño durante un instante, meditando acerca de esas respuestas. No es que esperara que alguien dijera que Lecter era un psicópata oculto tras el disfraz de un buen psiquiatra, pero no sabía por qué, tampoco se esperaba esa oleada de confianza ciega. Dudaba mucho que Lecter los hubiera coaccionado (por si acaso lo averiguaría), lo que solo podía significar que eran sinceros. Esa gente realmente creía en las buenas intenciones del médico, aún cuando cinco de sus pacientes habían sido brutalmente asesinados...

-Está bien, no tenemos por qué ponernos locos por esto. Al fin y al cabo no estamos diciendo que Hannibal Lecter sea el asesino, ¿verdad? Es solo una posibilidad. Pero debemos ver todas las posibilidades y no obsesionarnos con echarle la culpa a él por conveniencia, porque si no...

-Su abogado nos hará trizas, y dios sabe que no quiero a ese sujeto encima de mi oficina amenazándonos- completó Bernard estremeciéndose.- Tuvimos mucha suerte que Lecter quisiera colaborar, si fuera por el abogado nos habría demandado a todos por hostigamiento. ¿Se imagina?

-Es el pan de cada día en este trabajo, detective. Lamentablemente.

-Lo sé... en fin, usted tiene razón y no debemos perder la calma por esto, al fin y al cabo la opinión de los familiares es sólo eso, su opinión. Así como la opinión de las ex parejas de Lecter lo hacen ver como un monstruo. Usted quédese tranquilo que nosotros seguiremos investigando, no solo a Lecter si no a todo el mundo en ese hospital.

-También lo ha pensado, ¿no? Quién hizo fotocopias de los legajos de las víctimas es, primero, alguien que tiene acceso a la oficina de Lecter, y segundo, alguien que quiere perjudicarlo. Por cierto que hay muchas cosas que investigar todavía antes de sentirnos desesperados.

-Exacto. Si surge algo importante le avisaré, pero mientras tanto usted no se preocupe. Déjelo en nuestras manos, que tarde o temprano daremos con el asesino y se lo pondremos con moño y todo frente al jurado.

Nolan se despidió del detective Bernard y luego se quedó pensando largamente, preocupado por no poder hacer más. Pero Bernard tenía razón, él no tenía por qué preocuparse porque básicamente no era su trabajo investigar a nadie. Él era un fiscal, y creerse detective no lo ayudaría a serlo. Por más que algún anónimo le hubiera enviado esa información, no era su trabajo.

"Creo que debo tomar un poco de aire", pensó. Bajaría a caminar un rato a pesar del frío, comería un hotdog y cuando regresara a la oficina con suerte estaría más calmado y listo para hacer su verdadero trabajo. Sin embargo, no había llegado al ascensor cuando su secretaria lo detuvo con un paquete en las manos.

-Disculpe, señor fiscal. Acaban de traer esto para usted...

-¿De parte de quién?- preguntó, alerta, por si era otro envío sospechoso. Pero la joven le entregó una tarjeta que venía con el paquete y lo que leyó lo dejó muchísimo más sorprendido que unas fotocopias robadas.

"Lamento no haber sido de ayuda desde un principio con la investigación, así que le envío un pequeño obsequio para que me disculpe por mi involuntaria torpeza. Suyo afectísimo, Hannibal Lecter".

"Pero qué... ¿qué demonios?" pensó una vez de vuelta en su oficina, estupefacto ante el delicado estuche de macarons franceses que le había enviado el doctor Lecter. ¿Por qué el psiquiatra le había enviado dulces? O mejor dicho, ¿por qué había creído necesario enviarle algo? Agradeció que ni Samantha ni el fiscal McCoy hubieran visto eso, porque no habría sabido cómo explicarles que uno de los sospechosos le había enviado un regalo tan adorable como ése. Si era una táctica para confundirlo, por cierto lo había logrado.

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