Visita tardía

90 14 0
                                    


Hannibal no solía ser un hombre que le diera la espalda a las responsabilidades, pero incluso él se sintió algo irritado por tener que ocupar el lugar de Chilton en el hospital. Su infortunado colega no estaba en el mejor momento de su vida desde el último asesinato del Destripador, dado que la víctima había sido una de sus enfermeras y él y todo su equipo estaban bajo investigación. Ante esa situación tan complicada, los directivos del hospital habían decidido darle "un tiempo" a Chilton para ocuparse de su defensa legal, poniéndolo a él al frente de todo lo relativo al ala residencial.

-Y aunque es un gran honor que confíen en mí para ocuparme de todo, también es una molestia- confesó a Nolan por teléfono durante uno de sus escasos ratos libres, por la tarde.-Yo ya tengo muchos pacientes propios, ocuparme de los de Chilton no hace si no robarme mi escaso tiempo libre.

-Bueno, hombre, tienes que ser fuerte y tener paciencia. Nadie sospecha realmente del doctor Chilton, así que no creo que lo mantengan alejado de su puesto muchos días más…

-Sí, pero, ¡un solo día extra ya es mucho!

-Vaya… no te hacía tan flojo-lo picó el fiscal con una sonrisa. Hannibal enarcó una ceja.

-No soy flojo, pero cada momento que tengo que pasar aquí es un momento menos que tengo para estar contigo. ¿Habías pensado en eso?

-Caramba, Hannibal, ¡a veces eres muy dramático! Mira, esta noche si quieres puedo intentar ir a tu casa. No prometo nada, pero si logro completar mis informes a tiempo, quizás llegue a…

-No, amor mío, no puedo permitir eso. Saldré del hospital demasiado tarde y esas no son horas de que la gente decente ande por la calle, así que es mejor que no vengas.

-Sí sabes que soy un hombre adulto y no una colegiala, ¿verdad?- inquirió Nolan frunciendo el ceño.-No me asusta salir demasiado tarde a la calle. 

-De todas formas.-Hannibal removió unas carpetas sobre su escritorio con historias clínicas, observó el reloj y lo pensó un momento antes de decir:-tendré una media hora libre alrededor de las diez, antes de dar una última ronda por el ala residente. ¿Crees que podrías venir a esa hora? No podremos darnos amor como nos merecemos, pero al menos podríamos abrazarnos un poco.

Nolan rió por lo bajo y lo consideró, ir a un hospital psiquiátrico por la noche no era exactamente romántico pero al menos vería a Hannibal. Podrían tomar un café en su oficina y como le había dicho abrazarse un poco, o besarse, lo que surgiera. Sin darle más tiempo a su cabeza para pensar asintió y dijo que haría lo posible para llegar a tiempo.

No se le ocurrió que estaba regresando a la escena del crimen en un horario donde era probable que nadie los oyera si sucedía alguna cosa.

(...)

Naturalmente el hospital Gracie Square, como cualquier otra institución de salud, contaba con guardia nocturna. Seguridad y cámaras de vigilancia por fuera y por dentro, más un grupo de enfermeras a las que se le pagaba un extra para cumplir con su trabajo en ese horario difícil. Aún así, a Nolan le llamó la atención (más bien le incomodó) el silencio reinante de camino a la oficina de Hannibal. No había más que el personal indispensable para cuidar del lugar y no había visitas que llenaran el lugar de vida. Su cara debió expresar su disgusto porque cuando saludó por fin a su novio, éste no tardó en preguntarle si estaba bien.

-Te noto un poco tenso, Nolan. ¿Ocurre algo?

-No es nada, es solo que no suelo ver un hospital tan vacío nunca, de día es imposible. Se siente todo demasiado… vacío.

-Ah, es que naturalmente no se permiten visitas de noche, y los pacientes no pueden abandonar sus habitaciones tampoco- explicó.-No son prisioneros por supuesto, pueden salir si una enfermera los acompaña y precisan hacerlo, pero por lo general no lo hacen. Todos han de estar durmiendo o casi, es lo que tengo que comprobar más tarde…

Era natural, desde luego, Nolan lo sabía. Se obligó a apartar esa sensación tonta de temor de sí y disfrutar del momento a solas con Hannibal, que parecía más que dispuesto a prolongar la visita en lugar de cumplir con sus obligaciones. Con una sonrisa tenue se lo dijo, y mientras apartaba la mano del psiquiatra de su muslo agregó:

-Me encanta que hagas eso, en serio, pero son casi las diez… ¿no dijiste que debías hacer la ronda?

-Bueno, sí, pero también podría mandar a alguien- protestó Hannibal, buscando llevar su mano del muslo de Nolan a su entrepierna. Moría por hacerlo.-Después de todo no son mis pacientes, ¿y crees que Chilton en persona hace sus rondas? No lo hace, manda a una de sus enfermeras como mucho. Ese hombre es bastante flojo a veces, bueno pero flojo. 

-No como tú, que siempre atiendes tus obligaciones-se burló.-Anda, lo hablamos antes y dijiste que no eras de esos. Ve a echarles un vistazo a esos pobres pacientes, quizás alguno esté despierto y precise hablar contigo antes de dormir. Yo iré un momento al baño y me iré también, estoy más cansado de lo que creía y tengo un informe que presentar mañana en la fiscalía.

-Oh, sí, eso. ¿El caso del Destripador?

-Sí. La próxima vez con más tiempo quizás te cuente, si prometes guardar el secreto, claro. Se supone que no debo hablar del caso con personas tan relacionadas a él.

Meses atrás hubiera dicho que ni loco confiaría en Hannibal Lecter, y sin embargo ahora no veía nada de raro en esa idea. ¿Acaso no era inocente de los crímenes del Destripador, y no era su novio? Uno hablaba del trabajo con su novio, así que bien podía exteriorizar con él sus ideas al respecto.

El silencio imperante seguía poniéndolo nervioso, evidentemente, porque de otro modo no se explicaba que estuviera imaginando pasos cuando allí no había nadie. Las enfermeras estarían reunidas en su sala tomando un refrigerio nocturno, al guardia de seguridad lo acababa de ver en el piso de abajo y Hannibal estaría comprobando que sus pacientes estuvieran en sus camas. Nadie podía…

Pasos nítidos. Pisadas bruscas, probablemente de hombre, y a menos que su imaginación lo engañara, una respiración alterada, como de alguien que respirara con dificultad.

-No tendré otra oportunidad- gruñó la voz.-Si termino con usted ahora, dejarán de investigar. Tendrán demasiado miedo para seguir adelante.

Nolan se quedó congelado en su sitio, sin atreverse a mirar hacia la puerta para ver quien había entrado y estaba hablando. No creía que nadie tuviera el sentido del humor tan retorcido como para jugarle una broma así, de modo que la persona solo podía ser…

-Se creyó muy listo, usted y la policía. Lo he leído en los periódicos. Como han acortado la lista de sospechosos, pero lo que no saben es que no les servirá de nada. Acabaré con usted y eso les enviará un mensaje, ¡nadie es tan listo como para atrapar al Destripador de Nueva York!

"Mira el lado bueno, Nolan Price. Esa no es la voz de Hannibal, era inocente de verdad después de todo" pensó entre el miedo y la resolución de enfrentarse al Destripador cara a cara, como un hombre. Se alejó de los lavabos para verle la cara al hombre de los pasos firmes, quien entornó los ojos para mirarlo mejor y asegurarse que era él. Nadie más tenía que morir esa noche, así que al reconocer al fiscal del caso enarboló en lo alto su cuchillo y avanzó.

Buen Juicio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora