Para quienes tienen miedo de sanar.

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La soledad es uno de los sentimientos más complicados de explicar, vivir y sentir. Cuando sientes que todo lo que conocías, que quienes te rodeaban, resulta ser solo un espejo de lo que en realidad ellos mostraban. Cuando creías que tu corazón se encontraba estable y no habría grietas con el pasar del tiempo.

Sus risas, sus tristezas, sus preocupaciones y hasta sus consejos resultaban fascinantes, pero ninguno aplicaba lo que comentaba; a pesar de eso, buscabas ser una persona fuerte que intentaba no derrumbarse cada vez que te encontrabas en un bucle de ilusiones y esperanzas, creyendo en que todo se haría realidad y podrías salir de aquello que te está haciendo daño.

Pero la realidad es que ninguno puede escapar, porque una línea de la vida se ha trazado y no puedes cambiar el destino que te ha tocado. A pesar de que persistas en cambiarlo, no funcionará, porque siempre te volverá a encontrar.

Todos alguna vez pasamos por aquello. Buscamos siempre ser liberados, dejando todo lo que no aporta a nuestra vida, pero, ¿cómo se crea un vínculo de hermandad, un vínculo con tus progenitores, con tus amigos, si no te dejas llenar de cicatrices en el camino?

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