Capítulo 23: Dos años atrás

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Los medios de comunicación dieron tregua al asunto tan bochornoso por el que pasaron ambas empresas y continuaron como antes. Los dueños de cada conglomerado se encontraban preocupados; había sido demasiado tiempo esperando a que Catherine regresara, pero no había ni señales de ella. El plan que hizo con el hijo de los Hughes aún no podía ejecutarlo sin antes haberla encontrado.

El señor Raiden Belmont, no podía ni dormir y no porque le preocupara su hija, o quizás sí pero muy en el fondo, primero estaba su dinero y estatus social, había mandado a un informante para que le avisara y localizara a su hija, pero no daba resultado, nunca le pregunto en qué universidad deseaba estudiar, solo sabia la carrera,  pero todas lo ofertaba, entonces en ¿cuál de ellas estaba?, había una última, una en la que no buscaron, porque era pública, donde cualquier clase ingresaba, para nada le gustaría que ella esté allí, pero su sorpresa fue que justamente se encontraba en donde menos pensó, iba en el segundo semestre, vivía en un apartamento, medio decente, con un gato, no sabia de donde saco a esa mascota, pero lo tiene.

Pero le preocupaba que se acomodara tanto, que le encantara esa vida, así que primero se aseguraron de crearle un ambiente en el que su vida no fuera como esperaba.

—Señor, lo pedido está hecho—habló una voz externa a la de él; era el informante.

—Gracias—agradeció—manténme informado de cada movimiento y sitios a los que va—pidió, mientras las fotos de esa semana eran guardadas en su escritorio. Había sido desde la mitad del año que comenzó. Eran sobre todo para Sara. Su esposa seguía sin hablarle, muy dentro de él. Le dolía su indiferencia, pero por otra no podía perdonar la situación en la que los dejó su hija.

Aunque fuera egoísta, pero nunca deseó tener un hijo, pero cuando la ilusión en los ojos de Sara por tener una familia se hicieron presentes, lo consintió y dio paso, pero aun así muy dentro suyo existía esa pequeña espina de negación rotunda; quizás cuando naciera aprendería a amarlo, porque sí, si nacía, debía ser un varón.

Mientras sus pensamientos se basan en cómo hacer para que Vincent llegue, siguen siendo recurrentes. No encontraba una manera de poder colocarlo allí; lamentablemente, aún no daba resultado sus planes, pues había pagado una gran suma de dinero a los chicos con los que se juntaba para que terminaran por tratarla mal y hacerla sentir menos, como si no valiera para nada.

Su propio progenitor la hacía sentir una mierda, por encima de los deseos de sus propios deseos, desde la primera vez que supo que no sería en igual carácter a él y que salió a su madre, y no un varón, si no una linda florecilla. No logró quererla como esperaba; ella no lo sabía, pero lo intuía.

Aquel encierro en el que la dejó aquella vez, donde podría haber muerto, donde ni le importó en lo más mínimo, era quizás una de las señales para saber qué le importaba menos; los constantes y denigrantes llamados de atención no sabían hacer más que destruir su moral, pero a pesar de eso, tomó la decisión de que al menos una vez en su vida dejaría de ser marioneta de su padre y se dejaría volar por sí misma.

Lo que no sabía era que, muy aparte de eso, existía ese chico al que ni conocía, pero que daría un vuelco a su vida. Ese día llegó, tal como lo planeó su papá, luego de pasar meses en donde pudo ver con sus propios ojos, cómo dejaban a un lado a Catherine, cómo se volvió una persona insignificante, sin valor y con temor consigo misma. Verla tan débil fue la oportunidad perfecta para que su pieza faltante comenzará a jugar.

De esa manera la traería con él y haría lo que tenía planeado hace tanto. No dejaría que algo se interpusiera en su camino y mucho menos ella. 

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