Capítulo 18: Vincent Hughes

7 0 0
                                    

La música no paraba de escucharse por cada rincón de mi cabeza; hacía que me perdiera en un estado de ebriedad, aunque no estaba tan lejos de serlo. Había sido un completo imbécil, nunca debí haber aceptado, debí haber seguido con mi vida y dejar de lado los deseos de mis padres; quizás ahora estaría con Scarlet, aun llevando esa vida tan despreocupada, como antes.
Pero a pesar de eso no tomé en cuenta que al llegar, en vez de engañarla, estaba enamorándome de ella. La primera vez que la vi, sentía rencor y una ira inalcanzable; quería reclamarle por haberme puesto en este aprieto; quería que se sintiera tan miserable por arruinar mi vida. Hasta que comencé a interesarme por sus actitudes, su manera tan liberal de pensar, sus mejillas rosadas y sus hermosos ojos tenían un brillo, pero tuve que arruinarlo, y ahora ella no quiere ni verme en pintura.
Las personas comenzaban a cantar con fuerza, habían estado esperando este momento, no tenía intenciones de hacer nada, seguía bebiendo, el tiempo me parecía eterno, algo dentro de mí estaba roto, había aprendido a ser tan sensible con ella, tan emocional, que todo me afectaba. Que hechizo hizo en mí.
-Vincent-llamo Matt mi amigo.
-Que
Lo miré de mala gana, mientras mi mano sostenía la décima botella de la noche, o quizás la doceava, no lo sabía; solo quería ahogarme.
—Necesitas hablar con ella —advirtió, suponía que le molestaba mi actitud petulante; desde que ingresamos acá no he hecho más que beber y ser borde con todos.
-No-negué.
El bufo.
—Debes hacerlo—aclaro—esto de andarte cuidando en las discotecas me da mala presencia—dijo molesto, pero aún así lo decía como mi mejor amigo. Lo sabía porque llevo viniendo toda una semana, los guardias de seguridad pensaban que éramos pareja. Me quería cuidar, pero no me importaba nada, solo venía a pasar el rato, pero si no quería acompañarme, entonces que se pueda marchar no me interesa. No es necesario que me acompañe; no escuche sus consejos.
—Te dije que estaba mal— avisó con cierto engaño en su voz; muy dentro pedía volver a aquella vez; quizá de esa manera evitaba todo esto.
—Lo sé —afirme, volviendo a tomar otra vez una botella diferente y sirviendo en mi vaso.
Porque todo tuvo que complicarse, acaso no era sencillo solo llegar a enamorarla, pero sin sentimientos de por medio, que difícil era dejar de mirarla y preocuparme; ahora estaba con un corazón roto y con el mío.
—Vámonos —dijo tomando su chaqueta en su hombro y colocando su celular en el bolsillo de atrás.
No quería irme, no si volvía a aquella casa, donde me ahogaba en mi propio dolor, sin algo que me amortigüe; no quería.
—Vete entonces—dije, abriendo un caramelo y metiéndolo a la boca; hasta eso tenía lo dulce de ella; Dios, porque no me sueltas, no soy tu mejor guerrero.
—Acaso crees que lo haré—contrataco. —Idiota, tu padre me llamó antes y quiere que vayas a su casa —informo.
-No quiero
—Debes hacerlo.
-No
-Si
-No
—Mira, Vincent Hughes —advirtió con severidad.
—No estoy para tus regaños, abuelita —dije burlonamente, dando paso a servirme un vaso de vodka.
—Abuela, tu mamá.
No debió haber dicho eso.
—Qué dijiste —me levanté y lo encaré; esperaba una disculpa.
—Lo que escuchaste—aclaro—ahora debes regresar.
—Y si no quiero que —dije molesto, no podía tener paz ni en este sitio.
—Debes—dijo, esta vez con notable molestia, pero ya me estaba hartando; no importaba si era mi mejor amigo o no, no me importaba ya nada, mientras no fuera de ella y tuviera una razón por la que existir, aunque antes no me gustaba admitirlo, se volvió la única parte de mi vida que había sido capaz de quedarse conmigo, a cambio de nada.
Lo tomé de la camisa y lo iba a golpear.
—Hazlo—reto, acaso creía que no lo iba a hacer—pero recuerda que mientras tú estás aquí perdiendo el tiempo en tus miserias, Catherine está llegando a tu casa—finalizó, sin haber dicho algo más. Lo dejé y tomé las llaves de la moto, me coloqué el saco y el casco.
Él sabía de ella mucho antes que yo; él estuvo comprometido con ella desde la cuna, aunque fuera un chiste, pero a él nunca le interesó, así que se negó y por otra parte me siento contento de que nadie más haya estado con ella, porque quiero ser el primero y el último amor en su vida.
Debía verla aunque me odiara, aunque no deseara ni mirarme; la necesitaba.

Un lugar brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora