Capítulo 12: Dos pies izquierdos

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No pensé que me traería a un lugar como este; que hacia aquí, una persona a la que nunca le gustaban los deportes, ahora me encontraba intentando ponerme de pie, sabiendo que las piernas me temblaban y no lo lograba.

—Despacio—mencionó—tranquila, Cath, estoy contigo—aviso, lo que me tenía en calma solo por un segundo—ahora levanta primero el derecho y luego el izquierdo—indicó.

—Va—hice lo que dijo, pero de nuevo comencé mal, porque mi mente tenía la orden, pero mis pies no la cumplían, ¡qué nefasto!

Pero eso no fue todo; escuche un bufeo, muy chistosito él, pero que lindo se lo veía al sonreír, podía pasarme horas viendo aquello y no me cansaría. Que me hiciste, Vincent, pero lo atesoro.

—No funciona— me quejo, pidiendo que se rindiera conmigo. —Mi cerebro lo tiene, pero ellas no colaboran —advertí, con un puchero, deseando que funcionara y dejamos esto.

—Zariguella, vamos, te voy a jalar y vas a avanzar— aviso. Haciéndolo y fijándome en que no estaba mal, comenzaba a tomarle un poco de cariño a patinar sobre hielo, aunque sigue siendo difícil.

—Lo estás haciendo muy bien —se burló, pero a pesar de que no le encontraba gracia, me gustaba que al menos a él le divertía; debía disfrutarlo también.

Seguimos patinando, o bueno, seguía intentándolo. Estaba feliz, deseaba que este día no se terminara nunca y que se congelara el tiempo. Mientras continuamos, daba cuenta de que éramos los únicos aquí. Al inicio tenía la sospecha de que con el pasar de los minutos llegaron más personas, pero me di cuenta de que eso no iba a suceder cuando nadie llegaba, pero entonces comprendí que había alquilado la pista de patinaje solo para nosotros. Con solo pensarlo mi sonrojo vuelve a aparecer.

—Cath, quiero que hagamos una cosa—preguntó, a lo que lo miró de manera curiosa.

—¿Alguna vez has pensado en grabar tu nombre en el hielo? —No.

—Me alegra, porque el día de hoy vamos a hacer aquello, pero hay algo más, pero tienes que esperar.

Sonrió, dejándome con la intriga y a la vez conmovida por todo.

—Bien, comencemos—tomó mi mano y me llevó al centro de la pista, me soltó y comenzó a girar alrededor mío, comenzando a escribir; era algo realmente mágico, tan único, era impactante, pero no comprendía la letra, solo mi nombre.

Hizo una última vuelta y finalizó, regresando y mirándome fijamente, como si tratara de adivinar lo que pensaba en ese instante, hasta que me respondió.

-Catherine Je veux être avec toi —pronuncio. Su tono era dulce y sensual, pero no entendía lo que decía, pero intuía que no era algo que él siempre diría; creo que estoy conociendo una parte distinta a él.

—¿Qué significa?—preguntó en un susurro; debido a su cercanía, comenzaba a ser algo tan íntimo.

—Significa Catherine: ''Quiero estar contigo, quiero estar ahí contigo''—habló sobre mis labios, en un tono seductor y escalofriante; comenzaba a sentir de nuevo aquel fuego crecer en mi interior. Con su voz gruesa y nítida, cada segundo sentía que mi respiración se iba acortando y necesitaba que esto acabara, aquella tensión.

Deseaba que tampoco lo notara, porque me vería necesitada, y no era así, o quizá, pero solo no quería que dejara de pasar. Sus ojos seguían conectados con los míos, mientras lo veía bajar en un punto específico, su mano tomó mi cintura y finalmente, aquello tan tedioso se terminó. Sus labios estaban tan necesitados como los míos por probar los suyos; se sentía exquisito, como un dulce eótico, lleno de deseo y lujuria, pero había límites y eso lo entendemos, así que nos separamos. Había rastros de mi saliva por sus labios, pero esa escena parecía sacada de una escena +18.

—Creo que debemos irnos—aviso entrecortadamente—aun falta algo más por ver—informo, tomando mi mano para marcharnos, no sin antes haber admirado aquella obra de arte y tomar una foto; aquello no solo sería el recuerdo de sus pies patinando y escribiendo, sería el recuerdo de un deseo floreciendo, un incandescente momento.

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