Capítulo 26: Vincent Hughes

4 0 0
                                    

La enfermera la inyectaron y la dejaron descansar. Pidieron que por favor trajimos una muda de ropa, porque la darían de alta. Nos explicaron que su reacción era normal en pacientes con este tipo de enfermedad, que tuviéramos los cuidados necesarios y que evitaremos cualquier tipo de emoción dañina para su cuerpo. Sara se encontraba un poco más tranquila, Raiden solo suspiraba sentado. Todos nos encontrábamos preocupados por lo que se vendría en los próximos meses. Sería una tarea super importante.

Y en eso estábamos de acuerdo, en que las cosas cambiarían; mis padres no esperaron más y tomaron la palabra.

—Creo que debemos apresurar el compromiso —habló mi padre, estaba demente, en un momento así, pensaba en eso, no podía nada más que mirarlo con repulsa, pero una sonrisa pareció en su rostro—. ¿Tú la amas, verdad?

Pensé que nadie se había dado cuenta de mis sentimientos, hasta ese momento.

—Sí—afirme—, pero no es razón para hablar de esto—aclare, con notable molestia.

—Tranquilo, muchacho—palmeó mi espalda, solo media 5 cm menos—no es por lo que crees—aclaro, dejándome un poco tranquilo, pero entonces me pregunté a qué se refería; él notó la duda en mi rostro.

—El señor Raiden Belmont y tu padre, aquí presente, hemos dejado por fuera todo lo que tenga que ver con la empresa; su matrimonio no es ningún tipo de alianza —aclaro, mientras tomaba y estiraba mis mejillas.

—Entonces —inquirió, preocupado por la empresa de mi padre; a mí poco me importaba, pero ellos nunca me dejaron; a pesar de que crecí con mi nana, ellos siempre me daban todo, trabajaban duro para poder llevar siempre un pan a la mesa. —Tu consorcio, ¿no se verá afectado?

Él notó mi preocupación, que fue contestada por mi mamá.

—No, hijo, ya estamos demasiado viejos, como para preocuparnos por eso—aclaro con una sonrisa, haciendo que los demás sonrieran un poco, claro, excepto de uno—además, el señor Raiden ha comprado la empresa—informó, logrando que me sorprendiera.

—¿Y ustedes a donde van a ir? —cuestión, no teníamos más que aquella mansión, que no era más que un bien adquirido por la empresa, ahora donde viviríamos.

—Con nosotros—habló Sara; me pidió que la llamara informalmente, en manera de agradecimiento, por llegar a la vida de su hija; claro que estaba al tanto de lo que le hice. Ese día no saben cuantas veces me disculpé frente a ella, las rodillas me dolían, pero ella me perdonó. "Me alegra que Catherine haya logrado encontrar el amor, que exista una persona que encaje perfectamente con ella y que sobre todo la valore por lo que es", aquellas palabras fueron suficientes para que me mantuviera en calma, aunque fuera por un solo momento.

Lo único que me quedaba era disculparme con ella.

—Bueno, y qué estamos esperando—habló mi madre—todos estamos decididos a comprometernos en que estos últimos meses sean los mejores para mi Catherine—aclaro con emoción, contagiando a los demás, logrando que el ambiente espeso lograra despejarse por un solo momento.

—Estoy de acuerdo—afirmó mi papá—ahora creo que han pedido traer algo cierto—inquirió, logrando asintió—entonces ve y tráelo, de paso duchate—advirtió con reproche, por lo que solo bufé, logrando que se mofara—no querrás que ella te vea así.

—Lo mismo le he dicho —inquirió mi madre con burla.

—Podemos dejar de divulgar que no me he bañado en el pasillo —exprese con cierta vergüenza.

Logrando que sonrieran, muy chistositos andaban.

—Está bien—afirmó Sara—dejen en paz al muchacho—dijo dulcemente, sin olvidar su sonrisa. Ahora sabía de dónde había sacado esos rasgos preciosos mi zarigüeya.

Un lugar brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora