Capítulo 14: Jardín de las promesas

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Llegamos a un jardín; no conocía este sitio; tenía pinos de distintas formas, como dos parejas besándose, un corazón siendo flechado por un ángel, unos pajaritos y todo tenía una placa, donde estaba la fecha en la que fue creada.

También era un laberinto, por eso aquellas figuras, todo era hermoso; tenía tanta curiosidad por saber si existía algo más, porque mientras yo veía emocionada, él tenía mi mano entrelazada con la suya; se veía tan bien su cabello castaño, medio largo, con su piel blanca y unos pequeños lunares en el centro de su nariz y otro debajo de su ojo izquierdo.

—Mejor tómame una foto —habló, tomándome por sorpresa y que me avergonzara por tal acción. Parecía acosadora, aunque es mi novio, tengo derecho. No, una novia hace eso. —Te durará toda la vida.

Aquello me hizo pensar en un futuro,acaso insinuaba que daríamos aquel paso más adelante,siendo sincera me emocionaba,pero a la vez me asustaba,porque un matrimonio es un asunto más fuerte,uno donde apenas recien comienzas a conocer a la otra persona, que muchas de las veces termina por desagradarte y no quiero eso,no quiero cansarme de él, o que el se termine cansando de mi.

—Cath—llamo

—Sí—Llegamos—aviso, dejándome ver un pequeño campo de lirios y un columpio en un árbol, y todo parecía encajar, porque el atardecer estaba presente, logrando visualizar un paisaje único, una vista estupenda.

Estaba tan deslumbrada por toda la imagen brindada, que no me di cuenta, cuando unos brazos me rodearon por mi cintura y su mentón estaba en mi cuello. Me sentía nerviosa, pero a la vez amaba tanto aquella acción; era tan cálida.

—Cath—susurró, a lo que yo solo asentí, mientras cerraba mis ojos y disfrutaba de las caricias que su pequeña nariz me estaba brindando en el cuello—hagamos una lista de promesas.

Aquello no me lo esperaba; quizás era para reforzar nuestra relación, pero sentía que era muy pronto, pero dulce y entonces mi mente se estaba dejando ganar por él.

—Está bien —confirmé, abriendo mis ojos y separandonos.

Sacó del bolsillo de su chaqueta una pequeña libreta con la imagen de una mariposa; parecía que le encantaba. El tatuaje en su cuello también era hermoso, pero no comprendía aún el por qué, que significaba para él.

—Vincent—llame, por lo que él solo me mira y espero—existe un motivo ¿por el que ames a las mariposas? —pregunté.

Él solo bajó su cabeza, y con suspiro me respondió.

—Es el animal favorito de mi mamá —comentó con cierta nostalgia, y allí me di cuenta que aún no conocía nada de él, y que era una nueva faceta a la que no sabía si podría entrar.

—Tu mamá, debe estar contenta por llevarla contigo —dije con suavidad, no deseando que le afectara aún más.

—Lo dudo— avisé, y entonces comprendí que fui una tonta al haber dicho eso; la había hecho recordar y extrañar.

Así que sin más, no esperé y solo lo abrace, mostrándole todo mi apoyo; él entendió y me correspondió, escondiendo su rostro en mi cuello y sumiéndose en la calidez que proporcionaba nuestros cuerpos.

Pasamos de esa manera varios minutos hasta que él tomó mi mano nuevamente, invitándome a sentar y él haciendo lo mismo.

—Empezamos—cuestionó, a lo que asentí.

—Bien y ¿qué es lo primero que quieres colocar? —preguntó.

Tenía muchas cosas pensadas, pero entre tantas había una que quería que fuera prioridad.

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