6.|LIDIA|

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Teníamos un par de horas en este bar y ya me estaba cansando de esta farsa

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Teníamos un par de horas en este bar y ya me estaba cansando de esta farsa.
Pretender que estoy bien con Román, cuando no lo estoy. Esa plática con Blanca en el baño me había puesto de mal humor.

No entiendo por qué se acerca, se aleja, me pide seguir, después ya no y luego viene con lo mismo a querer confundirme.

Ella puso en una balanza lo que hicimos y su amistad con Román.
decidió seguir con su amistad y yo lo acepte. ¿Por qué me confunde más?

Algunos compañeros comenzaban a irse y yo tendría que hacer lo mismo, Pero, con un esposo ebrio.

—¿Segura que puedes con esto? —me pregunta Arax, la asistente de Blanca.

Ella era la única en la empresa que estaba enterada de mi aventura con Blanca e incluso le había dicho lo mal que estaba mi matrimonio con Román, omitiendo un par de detalles por supuesto como que Román me maltrata.

Ella actuaba muy linda en muchos aspectos, parecía comprender por todo lo que estaba pasando.

Es como si ella hubiese estado en mi situación alguna vez.

—Creo que sí. —le respondo—Intentare llevarlo en el auto, te veo mañana en la oficina, descansa.

—Descansa.

—Vamos a casa, Román — digo.

 Noto que no me responde y me doy cuenta de que se quedó dormido.

Lo que me faltaba un esposo ebrio y dormido, en una silla de un bar. Suspiro y lo muevo para que se despierte, pero lo conozco no va a hacerlo.

—Te ayudo a llevarlo— Blanca se ofrece.

 Sigue con esa chica que llegó hace un par de horas.

—Yo lo haré, diviértete— digo— no quiero interrumpir.

—Ella ya se va ¿Cierto? — mira a la chica y ella asiente.

Supongo que no tengo de otra más que aceptar la ayuda de Blanca.

—Ayúdame a llevarlo al coche— me pongo de pie y me mareo un poco al hacerlo, me tambaleó y blanca me sostiene.

— ¿Estás bien? —pregunta preocupada.

—Solo un poco mareada— respondo— nada de qué preocuparse.

—De ninguna manera vas a manejar así, lo haré yo, solo, ayúdame a llevar a Román.

Salimos del bar con Román, prácticamente cargándolo, lo arrojamos en la parte trasera de mi auto.

Me subo en el lado del copiloto, le doy las llaves a Blanca y maneja rumbo a casa de Román.

—¿Tú no estás ebria? — pregunto.

La pregunta sobraba podía ver como el auto zigzagueaba, quizá fue mala idea darle las llaves del auto.

LA ESPOSA DE MI MEJOR AMIGO (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora