9.|BLANCA|

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El teléfono de la oficina suena, miro la pequeña pantalla y me doy cuenta de que es mi secretaria

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El teléfono de la oficina suena, miro la pequeña pantalla y me doy cuenta de que es mi secretaria.

—¿Sí, Arax?

La señorita Carrasco está aquí...

—déjala pasar—la interrumpo, me aliso el saco y tomo una gran bocanada de aire para no perder la paciencia frente a esa mujer.

La puerta se abre y veo entrar a Lidia.

—Aquí le traigo lo que me pidió—dice sin mirarme—está todo completo.

Tomo los papeles y los hojeo un poco.

—Esto está muy mal—murmuró.

—¿Mal? —me mira con cara de pánico—Señora Ávila yo... lo revisé dos veces está todo bien... No se—puedo notar nerviosismo—deme los papeles lo revisaré de nuevo.

—No me refería a tu trabajo—digo—me refiero a esto, lo que está pasando.

Se da la vuelta entendiendo, me pongo rápidamente de pie y la encaro.

—Todos estos días he querido hablar contigo y siempre traes a Román pegado a ti como una sanguijuela—espeto molesta—yo no me trago el cuento de la pareja feliz, esto—señalo sus labios—no he visto una sonrisa en ellos ni siquiera cuando estás con Román.

Ella se mantiene con su mirada agachada. No quiero tocar de más no quiero presionarla solo quiero escuchar de su boca que no le intereso.

—y esto...—continúo diciendo y señalo sus ojeras—no estaban antes, bajaste de peso no mucho, pero conozco tu cuerpo Lidia ¿Dime qué ocurre? —me acerco hacia ella y tomo sus manos, no me rechaza sin embargo sigue sin mirarme.

—Yo...—mira directamente a mis ojos y estos me gritan algo que no logro descifrar.

De pronto la puerta se abre de golpe, suelto sus manos y me alejo unos pasos.

—¿Que pasa aquí? —pregunta Román, mira a Lidia, esta baja la mirada y no entiendo por qué hace eso.

—Nada—respondo—Lidia tuvo un mareo, la sostuve un momento por qué parecía que iba caerse—Lidia asiente a mi mentira.

—Le traeré agua—dice Román.

Sale de la oficina sin cerrar la puerta.

—¿Que ibas a decir? —pregunto con cautela.

—Lo que iba decir es que... El sexo hace que uno baje de peso, las ojeras son por los desvelos, ya lo sabes—sonríe de lado—esto con Román es como—suspira—como si fuéramos recién casados, ya lo viste con tus propios ojos Blanca, está actuando muy lindo—asiento y me dirijo a mi silla.

Veo entrar a Román con una botella de agua y Lidia le sonríe.

Hago una mueca de disgusto y continúo trabajando.

LA ESPOSA DE MI MEJOR AMIGO (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora