8.|LIDIA|

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Blanca salió hace un momento de mí oficina y me sentí muy mal al rechazarla, pero si seguíamos con eso se habría dado cuenta de la marca en mi brazo, haría preguntas y se arruinaría todo

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Blanca salió hace un momento de mí oficina y me sentí muy mal al rechazarla, pero si seguíamos con eso se habría dado cuenta de la marca en mi brazo, haría preguntas y se arruinaría todo.

 se supone que no debió pasar nada de esto.

No debí ceder a sus encantos, es solo que su manera de hablarme me hace ser tan débil.

La puerta de mi oficina se abre de golpe y veo a Román entrar.

—Acabo de estar con tu noviecita— murmura y se sienta en la silla frente a mí — no sabes lo que acabo de decirle y cayó redondita— se burla.

—No tenías que hacer eso, Román.

—Claro que sí— sonríe— me estoy divirtiendo mucho, Lidia, debiste ver su cara— lo odio— no sé qué tenían ustedes, lo único que, si se es que estaba muy celosa, conozco a Blanca hace años se cuándo está celosa...

El teléfono suena interrumpiendo al estúpido de Román.

—¿Quién es? — se levanta de la silla— vaya, parece que la invocamos— se sigue burlando— responderé yo.

Toma el teléfono sin darme tiempo a impedir que haga una estupidez.

—¿Si Blanca?— le dice Román divertido. Imbécil.

No puedo escuchar lo que dice Blanca, pero Román mantiene una expresión burlona en su rostro.

—interrumpes, Blanca— se ríe irónicamente— en un momento la tendrás allí ¿No me despedirás por esto cierto?

Román cuelga el teléfono, me giro para que no vea mis ganas de llorar, agacho la cabeza y niego repetidas veces.

—¿Para qué te necesita, Blanca?— me pregunta.

—No lo sé— respondo sin darle la cara.

—¿No lo sabes o no me lo quieres decir?

—No lo sé— le vuelvo a repetir.

—Pues ve y ten cuidado con lo que le dices— me amenaza.

Salgo de la oficina dejando a Román allí, camino a la puerta de Blanca toco su puerta. Entro y la veo con una expresión de molestia en su rostro.

—¿Necesita algo?— pregunto.

Levanta su mano y me muestra mi sortija, intento sonreír sin embargo no lo logro.

—Muy bueno el sexo de reconciliación— me reprocha, pero no entiendo a qué se refiere — me hubieras dicho eso y desde luego no hubiera intentado tocarte— sus palabras me duelen y la miro con seriedad aguantando mis ganas de llorar.

—Dame la sortija— estiro mi mano para que me la de, solo quiero salir de aquí lo antes posible— y es mi esposo Blanca ¿Qué quieres que haga? — pregunto para ver si dice algo más.

LA ESPOSA DE MI MEJOR AMIGO (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora