Capítulo №1

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Año 2996

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Año 2996

Terminé de meter a la última vaca en el corral y salí del granero, terminaba otro día cansado y lo único que quería era estar en casa. Tenía que caminar unos 3 kilómetros que a veces los hacía trotando para poder llegar más temprano, mis obligaciones no terminaban aún, puesto que tenía que atender mi casa y a mi abuela que estaba enferma.

La vieja estaba sentada junto al fuego, estábamos en primavera y el clima era súper agradable, pero aún así ella tenía frío, la poca circulación de su sangre y su insuficiencia al respirar la hacían sentirse a punto de desmayar todo el tiempo, estaba calva y su piel cada día se deterioraba más. Por más que la bañaba a diario, siempre olía mal. Sentía mucha pena por ella, no quería que muera ya que es lo único que tenía en este mundo, pero su terquedad le impedía ir al médico. Padecía de una extraña enfermedad llamada cáncer. Todos debíamos inyectarnos cada seis meses, esa era la regla, de lo contrario la radiación haría de las suyas y podríamos sufrir esa enfermedad o cualquier otra.

Le di un plato de sopa y me senté junto a ella a verla comer, no decía nada, tenía la mirada perdida y apenas balbuceaba. Ya me lo habían dicho, era cuestión de días para que se vaya y me abandone. Tenía muchas dudas sobre mí, tanto de mi pasado, mi presente o mi futuro, sabía de muchas cosas y mi abuela siempre satisfacía mi curiosidad, pero nada referido a mi origen o donde estaban mis padres. Era en vano preguntarle qué iba a ser de mí de ahora en adelante, ya no tenía respuesta, estaba muerta desde hace rato, por lo menos, su mente ya no estaba en este plano. La ayudé a ir a su cama y me recosté junto a ella como todas las noches, la observé dormir hasta que mis ojos se quebraron de sueño y me dejé ir a descansar.

Abrí los ojos con el canto de un ave junto a la ventana y me desperté sobresaltada, por la cantidad de luz que entraba ya era tarde y los animales esperaban por mí, miré a mi lado y mi abuela seguía en la misma posición en la que la había dejado, ahora tenía los ojos abiertos, de un color blanquecino y opaco, sus labios morados y el cuerpo rígido. Lo presentía, iba a pasar en cualquier momento, pero necesitaba un milagro, necesitaba a mi abuela un poco más. No estaba preparada para esto.

*

Tan pronto como anuncié el fallecimiento en la alcaldía retiraron su cuerpo y luego me hicieron las preguntas pertinentes. Todo el tiempo podía notar el resentimiento en su mirada, quizá un poco de asco y miedo también, no lo sabía con seguridad, no solía tener mucho contacto con nadie por eso mismo, la gente le teme a lo desconocido, y para ellos yo era un aborto de la naturaleza.

Nací y crecí en una parcela amarilla, tierra de Nativos, dónde todas las personas de este lugar y de esta raza, tenían los ojos color amarillo, un poco más claro y oscuro, pero amarillos al fin, yo y mis ojos color naranja fuego éramos perseguidos y cuestionados, jamás pude ir a la escuela ni a reuniones sociales, yo no estaba enferma pero me tratabam como una. Mi abuela me enseñó todo lo que sé, ella y mi amigo Romen era todo lo que tenia en este mundo.

ANION #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora