Capítulo №9

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Tenía una extraña sensación recorriendo todo mi cuerpo, fue como aquella vez cuando era niña y mi abuela Cleren me mandó a dormir, yo no le hice caso y salí de la casa, fui hacia las colinas guiada por mi curiosidad y una jauría de lobos me rodeó,...

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Tenía una extraña sensación recorriendo todo mi cuerpo, fue como aquella vez cuando era niña y mi abuela Cleren me mandó a dormir, yo no le hice caso y salí de la casa, fui hacia las colinas guiada por mi curiosidad y una jauría de lobos me rodeó, un animal me mordió la ropa y arrastró, y mi amigo Romen llegó con un palo a salvarme. La sensación puede definirse como el alivio de haber sobrevivido a la muerte, pero tienes la agonía de pensar ¿Qué habría pasado si Taien no estuviera ahí esta noche para salvarme de los lobos?

Mi hermano no tenía que decir nada, en su mirada había muchas cosas, como tristeza, ira, alivio, cansancio, enojo, pero lo que más demostraba era paciencia. Me cubrió con una manta puesto que no paraba de temblar y me abrazó. Acurrucarme en su pecho y sentir su olor me hacían sentir a salvo y agradecida una vez más. Al llegar al hotel fui directo a la habitación y me desvestí para bañarme, el olor a sangre me perturbaba, cerraba mis ojos y los Reales se aparecían como fantasmas, por momentos recordaba a la Salvaje en su jaula, y luego a Taien disparando y volando la cabeza de ambos.

Al salir de la ducha me peiné el cabello húmedo y vestí con el camisolin rosado que Maen me regaló, todo olía tan bien pero me sentía sucia. Había pasado un buen rato, pero salí de la habitación para ir a la de Taien y lo encontré en la sala común guardando cosas en una bolsa roja.

—Dame tu ropa —pidió con prisa.

Ni siquiera pregunté para qué, pero era obvio que se deshacía de toda evidencia, busqué todas mis prendas y se las entregué. Él estaba también duchado y vestido con ropa deportiva oscura de salir, eran las 3 de la mañana y quería saber a dónde iba, pero ni muerta iba a preguntarle después de todo esto.

—Vuelvo en un momento —avisó con la radio en la mano—, no salgas, Helen, no contestes la puerta ni llamadas, métete a la cama ahora —ordenó y asentí con los brazos cruzados abrazándome a mí misma.

Taien se fue en silencio y de manera sigilosa, de algo estaba segura: él sabía lo que hacía, siempre estaba un paso adelante y debía darle la razón a todo. Tenía muchas cosas para preguntar y decirle, y estaba tan preocupada por la situación que no podía dormir. Comí unas frutas y me quedé viendo por la ventana, mi cama tenía alfileres y sentía que si no lo esperaba despierta me iba a dar un ataque al corazón.

Entré a su habitación y esta vez me metí en su cama donde su olor estaba concentrado, la almohada era como tener a Taien junto a mí. Las sabanas se sentían más suaves y cálidas, él iba a volver en cualquier momento y este era el lugar en donde iba a encontrarlo con seguridad. Me recosté y comencé a relajarme, se me cerraban los ojos pero luchaba por mantenerme despierta, hasta que oí la puerta cerrarse con mucho cuidado. Luego oí otra puerta que seguro era la mía y él quería corroborar que estaba durmiendo.

—¡Helen ¿dónde estás?! —gritó.

—Aquí estoy, Tai —avisé y tomé asiento entre dormida. El reloj marcaba las 3:30 de la mañana.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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