Capítulo №7

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Era un día hermoso, soleado y con una fresca brisa que movía mis rizos rojos de un lado a otro

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Era un día hermoso, soleado y con una fresca brisa que movía mis rizos rojos de un lado a otro. Vestía pantalones de lino color beige, zapatos bajos y una camisa blanca y chaqueta marrón, me había echado mucho perfume, cosa a la que me volví adicta. A cada rato retocaba mi labial rosado y buscaba mejorar la postura de mi espalda encorvada de tanto trabajar con animales. Por más que hiciera lo que hiciera, Loren, la prometida de Taien, lucía fina y elegante sin intentarlo.

Era un desayuno informal en el centro de la ciudad, Taien, Loren, Maen y yo compartíamos una mesa en la terraza con vista a la torre Eiffel, el mismo lugar al que Maen me había traído dias antes. Caminamos toda la mañana visitando lugares y Taien me compró absolutamente todo lo que me gustó. Comenzaba a enamorarme de esta vida muy rápido, aunque hubiese preferido que fuésemos solo mi hermano y yo sin tanta compañía invasiva, nosotros dos podíamos pasar el rato sin hablar y comunicándonos con la mirada, o quizá hablar sin parar, era un lenguaje íntimo, algo que nunca había tenido con nadie, ni siquiera con mi amigo Romen. Me molestaba tanto verlo junto a una mujer que no fuese yo, él ni siquiera la miraba o la tocaba, no como lo hacía conmigo.

—¿Qué vestido te pondrás? —consultó Maen mientras mirábamos la vidriera de una chocolatería.

—¿Cuál crees que es acorde para la ascensión?

—El más elegante y sobrio que hayamos comprado, recuerda que hay una recepción luego y será elegante.

—¿El rojo sería mucho? —dudé.

—No si quieres llamar la atención...

—Quiero lucir bella —farfullé.

—Siempre estás bella.

*

Taien nos llevó a conocer el palacio Real, los campos, las fincas, los animales y las grandes huertas. Había muchos más turistas en el lugar disfrutando de la visita guiada y el privilegio de estar ahí. Todo era más hermoso de lo que haya visto antes, pasto cortado perfectamente, árboles, arbustos y plantas armoniosas a la vista, pero había algo en ese lugar que me conectaba con mi hogar, y era el leve olor a granero, podía sentirlo en el aire, había animales cerca.

—Qué tedioso debe ser tener personas invadiendo tu privacidad todo el día —dijo Loren, refiriéndose a la realeza y nuestra visita intrusa.

Iba caminando con el brazo entrelazado con Taien y parecía no querer soltarlo, yo iba junto a Maen, casi no prestaba atención a lo que decían, pero su comentario me llamó la atención.

—El precio de ser la realeza —respondió Maen—, están acostumbrados a la atención.

—Es un lugar muy grande para unos pocos —repliqué y voltearon a verme—, de hecho, ¿Cuántas hectáreas son? —consulté alto para que el guía me oiga.

ANION #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora