Capítulo №15

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Taien se veía normal, relajado, al igual que Nehiam y su novia, no parecía importarles que el cocinero estuviera viéndonos desde la cocina con cara de asesino. No le tenían miedo a nada, y yo me sentía segura, de eso no había duda, pero llegaba a cuestionarme qué podían llegar a hacer con el abuso de autoridad que poseían.

—Estás muy callada —dijo Taien pasando un brazo por mis hombros y frotando con suavidad, podía sentir que ejercía una leve presión para que me acerque más a él.

—Estuve mucho tiempo sola y callada, ha de ser eso —mentí.

Taien me miraba de soslayo, justo hasta donde sus ojos alcanzaban a ver sin girar el rostro. Una mirada fría y analítica, era como un detector de mentiras. Tenía una sonrisa de manual, no era auténtica, me había descubierto y sabía exactamente cómo me sentía.

—Quizá no esperaba recibir gente tan molesta en su casa —bromeó Freiam y me hizo sonreír.

—Hablando de eso —interrumpió Nehiam—, estamos cansado, debemos ir a ducharnos y preparar nuestras bolsas de dormir, ustedes quédense.

—¿Te sabes el camino de regreso? —consulté.

—Claro que sí, Helen —respondió fanfarrón—, mi mente es una computadora. Nos vemos más tarde...

Se levantó de la mesa y dejó dinero sobre ella, ambos se fueron y la mesa quedó en completo silencio. Suerte que tenía a Taien a mi lado y no de frente para que no me acose con su mirada.

—¿Hay algo para hacer en este pueblo de mala muerte? —consultó.

—Hay un bar de mala muerte, y una heladería también de mala muerte, pero si vas a tener que sacar tu arma para poder entrar prefiero ir a casa —pedí.

—Vamos al bar entonces, y no sacaré el arma a menos que me obliguen.

Nos pusimos de pie, Taien dejó dinero también y salimos sin mirar atrás.

—Seguro nos maldijeron —dije cuando comenzamos a caminar.

—¿Crees en las maldiciones? —consultó.

—No lo sé —dudé—, ¿y tú?

—Creo que no, pero hace casi 10 años mientras hacía el servicio, una gitana de la parcela azul  Este predijo mi futuro.

—¿Y qué decía? —inquirí muy curiosa, lo detuve para que me cuente viéndome a los ojos y logré que sonría por mi interrogación.

—Me dijo que iba a lograr lo que yo quería, que iba a cumplir mis metas, pero que tenía que pagar un precio...

—¿Y cuál era? —presioné.

Taien miró al suelo y suspiró, luego me miró a los ojos y frunció el ceño.

—Me dijo que nunca iba a poder tener a mi alcance el amor, y que cuando lo encuentre no iba a poder tocarlo porque quemaba como el fuego.

Comencé a respirar con dificultad, estaba nerviosa pero no podía demostrarlo.

—¿A qué crees que se refería?

Se encogió de hombros y suspiró, tenía la mirada perdida en la calle.

—A que voy a amar a una mujer que nunca voy a poder tener, ¿a qué crees que se refería con el fuego? —consultó.

—¿Al dolor? —respondí con duda.

—¿O al color? —cuestionó y se acercó un poco más.

Bajé la mirada presa del pánico, no sabía qué responder o qué hacer. Mi pecho subía y bajaba rápido, muy rápido, me sentía mareada, ¿acaso era una declaración de amor? ¿Era tan estúpida que no me daba cuenta? Sabía muchas cosas, me consideraba una persona sumamente intuitiva e instruida, leí más libros que cualquiera, sabía de absolutamente todo, pero del amor no sabía nada.

ANION #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora