8. Relaciones familiares.

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 Cillian se fue de la casa de Katherina y estuvo solucionando unas cosas de trabajo, cada vez el papeleo se hacia mas grande en su firma y sentía que se estaban quedando cortos con los abogados, así que estuvo pensando en si contratar algún abogado Junior, por lo menos para que les ayude con los casos fáciles.

— Bueno Cillian, mañana miro en el juzgado si me encuentro con algún abogado Junior. Por cierto, ¿tu herida como sigue? — Le dijo su hermano mientras apilaba unos documentos en el escritorio de Cillian.

Cillian estaba sentado en su escritorio y al frente estaba Tom sentado también.

— Listo, solucioname eso por favor. Y bien, ahora fui donde Katherina para que me revisara la herida y se había caído 3 puntos por eso sangraba — Le dijo mientras ojeaba un documento.

— Ah, vea pues ya vamos a la casa de ella y todo. Interesante — Le respondió de manera pícara.

— Cállate, es una visita de emergencia médica. Tú eres el que va a cogerte a Daniela, ¿Cómo van las cosas con ella? — Le preguntó con sincera curiosidad.

— De maravilla, llevamos 2 meses, y han sido increíbles. Me siento como una dolescente enamorado, Cillian — Le dijo con una sonrisa.

Cillian realmente se alegraba por su hermano, él no había sido tan mujeriego pero nunca lo había visto tan enamorado de una mujer como ahora.

—Eso está genial Tom, me alegro por ti. Mereces ser feliz. — Le dijo con una sonrisa genuina.

— Gracias hermano. ¿Pero tú qué? Tú también mereces una buena mujer y casarte y tener hijos así como nuestro hermano modelo Jhon. Los años te están cogiendo, ya estas anciano con esos 39 casi 40 encima — Le dijo divertido.

— Ajá si, soy un fosil. Gracias por tus buenos deseos pero yo estoy bien, no creo casarme otra vez y los hijos también lo veo dificil. Mejor deja herederos tú.

— Ay no, que melancólico eres. Podrías salir con la mujer que te salvó la vida y asi tendríamos una cita doble, pero no piensas como tiburón. Muy mal, yo mejor me voy, fósil. — Le dijo mientras se levantaba y abrochaba el botón de su saco.

Cillian se rió con su comentario — Si mejor vete donde tu mujer y deja de joder.

— Bye bye, hermanito — Tom salió de su oficina.

Cillian quedó pensativo acerca de lo que le había dicho su hermano, en otro momento de su vida eso lo hubiera motivado para ir y encontrar chicas con las cuales, o tener solo una noche de sexo o casarse, pero ahora ya no le encontraba sentido a ello.

Ya se había casado una vez, y desafortunadamente no fue por elección si no que fue presionado por su padre. Roxie era una mujer joven, bella y bien posicionada por su poderosa familia. Era una mujer con muchas cualidades, pero él no estuvo realmente enamorado y eso lo supo a las malas.

Se levantó de su escritorio y se paró frente al ventanal para observar la ciudad ya anochecida enfrente de él. Y ahí pensó en Katherina, en sus ojos, su cara, su voz y el momento tan agradable que habían pasado en la tarde. Desde la primera vez que la vió en esa fiesta, le interesó. Pero claro, era un interés físico, pues no la conocía, pero ahora cada vez quiere conocerla más y con lo divertida que es, si que quería seguir pasando tiempo con ella.

Él como dijo Tom, ya no era tan joven y a su edad ya no se andaba con tantos rodeos, sabía lo que quería y con quien.

Ya eran casi las 7 de la noche, así que decidió irse a su casa con la mente revuelta de pensamientos.

Al llegar a su casa, vió afuera parqueado lo que parecía ser el carro de su padre. Hacía meses que no lo veía, y no le gustaba nada cuando aparecía de imprevisto como si fuera su casa.

Entró a su casa que olía delicioso, supuso que Rosa, su empleada de servicio estaría horneando pan.

No pasó por la cocina si no que fue directamente a la parte trasera de su casa, al jardín y allí encontró a su padre, mirando hacia el frente y fumando.

— Por fin llegas, ¿Por qué te demoras tanto? ¿Te volviste un adicto al trabajo? — Se volteó para mirarlo y darle una calada a su cigarro.

— Si así fuera no sería de tu incumbencia — Le respondió serio.

— Deja tu grosería, ya no eres un adolescente rebelde — Le dijo frunciendo su ceño.

— ¿Qué quieres? ¿A qué viniste? — le preguntó mientras cruzaba sus brazos.

Su padre lo miró con gesto de fastidio — Que antipatía la tuya. Requiero de tus servicios, porque a pesar de todo, debo admitir que eres un buen abogado.

— ¿Ah sí? ¿En qué caso de tus amigos corruptos me quieres meter? — Le preguntó alzando una ceja

— Ah, qué pena. ¿Ahora eres muy moral? — Le dijo con una risa sarcástica.

Estaba agotando la paciencia de Cillian, pero él no iba a permitir que lo viera fuera de sus casillas, no le daría ese gusto.

Cillian sonrió y de la manera más pacífica le respondió.

— Mas que tú, si. Y sabes muy bien que no estoy dispuesto a ayudar a tus amigotes en sus negocios turbios. Yo ya no tengo nada que ver contigo, mi bufete y el tuyo son muy diferentes. Así como tu y yo — Le dijo con firmeza.

Su padre soltó una carcajada irónica. — ¿Tus principios ahora te hacen sentirte mejor que los demás? ¿ Ya no tienes lealtad familiar? Antes no te hubieras negado y me hubieras rogado por participar en un caso como el que te traigo.

— No me sigas tratando como un niño, porque si no te has dado cuenta hace mucho dejé de serlo. Y tu lo dijiste, antes, cuando era estúpido y casi me dejo convecer de seguir trabajando para ti como un perrito faldero — le dijo con una mirada fría.

— Ustedes dizque mis supuestos hijos y vea, que desperdicio. También le metiste cucarachas en la cabeza a Thomas, espero y el si recapacite — le dijo con un tono de voz mas alto.

— Yo no le dije nada. Se dio cuenta de que para ti eramos como piezas para moverlas a tu antojo. Recapacita tu, ya no somos tan jóvenes y estúpidos — Le respondió Cillian con el mismo tono de voz.

El rostro de su padre se endureció — Tú eres igual que tu madre, siempre juzgando, y haciendo los correctos y con superioridad moral — tiró su cigarrillo encima de la cenicera que había en la mesa de enfrente.

Cillian subió su tono de voz y levantó su dedo para señalarlo — No metas a mi madre en esta conversación, por lo menos respeta su memoria. Ella al menos tenía integridad y valores, algo que tú has olvidado hace mucho tiempo, aunque quién sabe si alguna vez los tuviste.

Su padre lo miró como hace mucho tiempo no lo hacía, se notaba su mirada de ira. Hubo unos segundos de silencio donde cada uno recompuso su postura, eran hombres inteligentes, ninguno se iba a permitir caer en los juegos del otro.

Finalmente, su padre exhaló y se enderezó. — Perfecto. Sigue con tu imagen de hombre correcto y justo. Pero no te equivoques, llegará un momento en el que tendrás que elegir entre tu moral y tus ambiciones, y espero que no te arrepientas de tu elección.

— Si no tienes nada más que decir, te puedes ir. — Le dijo Cillian firme y calmadamente.

Su padre le dió una última mirada y se fue iracundo.

Cillian soltó todo el aire de sus pulmones y se sentó en las sillas que tenía detrás, agachó su cabeza y la sostuvo en sus manos.

La relación con su padre dejó de ser buena hace muchos años, desde que él dejó de trabajar en su firma y prefirió tomar su propio camino. Su padre siempre fue un hombre frío, calculador y controlador, desde pequeños los manejaba a su antojo, nunca los trató como a unos hijos.

No supo como su madre aguantó tanto tiempo a su lado. Su madre estaba enferma y su padre le era infiel al mismo tiempo, y eso nunca se lo va a perdonar.

Se levantó de la silla y regresó a su casa. Claudia lo saludó desde la cocina, pero Cillian apenas le dedicó una sonrisa fugaz antes de subir las escaleras hacia su habitación.                                                                                      

Coincidencias |Cillian Murphy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora