23. No más huida.

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Cesar habló con su jefe para gestionar su semana de vacaciones, y afortunadamente se la pudo dar, asi que estaría yendo a visitar a su hija aproximadamente el fin de semana. No quiso comentarle nada a Katherina pues quería darle una sorpresa. También quería hablar con su esposa, para convencerla de que fueran juntos aunque probablemente no aceptara igual se lo propondría.
Asi que en la noche llegó a su casa con esa nueva idea.

— No creo que sea lo mejor, Cesar — le dijo Maria.

— Piénsalo, podría ser un buen momento además de ser otro ambiente y nosotros tambien podriamos aprovechar para conocer y darnos unas merecidas vacaciones.

— No insistas, no voy a ir. Sabes bien que nuestra relación no es muy buena que digamos y a ella probablemente no le guste mucho verme.

— No digas eso, no sabes lo que ella piensa y ella ya no es una niña. Deberían darse un nueva oportunidad.
Maria no respondió.

— Mira, por lo menos piensálo — se acercó para darle un beso en la frente. — El viernes iré por los tiquetes y espero tu respuesta antes del medio día.
Eso dejó a Maria profundamente pensativa.

Katherina quitó de su cabello la toalla que antes era blanca y ahora había quedado como si hubiera sido utilizada para limpiar una masacre, y se miró al espejo.

— Mierda, lo hice — susurró, sorprendida de sí misma.

Su cabello, que había sido una constante en su vida, ahora tenía un cambio que la hacía sentir renovada. Su cabello siempre había sido negro y siempre le gustaba mantenerlo corto. Pero hace un año lo estaba dejando crecer y así lo quería dejar, pues al teñirlo con ese rojo-violeta se dió cuenta de que le gustaba mucho como se veía, asi que solo recortó su flequillo para que estuviera perfecto.

— Supongo que ya no hay vuelta atrás — murmuró mientras pasaba una mano por su nuevo cabello, sintiendo la textura bajo sus dedos.

En ese momento sonó la puerta, juró que era Daniela, pero no. Abrió la puerta y era Thomas.

— Tom, hola — lo miró sorprendida.

— Hola, Katherina ¿Cómo estás?

— Bien, bien. Pasa — se hizo a un lado — ¿Y tú?

— También, bastante bien.

— Hmm, Daniela no ha llegado. Pero puedes esperarla, probablemente no demore — dijo claramente suponiendo que iba a buscar a Daniela.

— No, vengo a buscarte a ti. Necesito decirte algo, pasaba por aquí y quise aprovechar.

Katherina asintió lentamente — Entiendo. ¿Quieres algo de tomar?

— No, gracias. No me demoro.

— Está bien, cuéntame.

— Mira, ehh — pensó unos segundos —  Cillian cumple años el viernes y estoy preparando una comida, algo familiar para celebrarlo. Tu, por supuesto estás invitada — pudo notar la cara de Katherina — Yo sé que ustedes no están muy bien, pero se que a él le alegrará verte ese día.

No encontró las palabras para responder al momento — Ahh, yo- Si, está bien. Probablemente sí pueda ir un rato.

— Perfecto, espero que si puedas asistir. Y bueno, yo sigo mi camino, espero no haberte molestado.

— No, no te preocupes. Gracias a ti por la invitación.

Tom se fué y Katherina corrió a mirar su celular para ver si Cillian le había respondido, y sí lo había hecho.

11:45 a.m [Cillian Murphy]: Hola Katherina, ¿Cómo estás?

Me parece bien, creo que si necesitamos conversar.

¿Hoy? ¿Tu casa o la mía?

Sonrió al ver su mensaje, no se lo podía negar. Sonreía como boba enamorada cada que recibía un mensaje de él y mas aún se sentía emocionada con la idea de verlo.

12:02 p.m [Katherina]: Me encuentro bien.

Me parece, hoy estoy libre.
En la tarde, ¿A las 5:00 p.m? Mi casa.

Cillian contestó inmediatamente.

12:03 p.m [Cillian Murphy]: Me parece perfecto. Allí estaré.
Buena tarde, Katherina.

12:04 p.m [Katherina]: Vale.
Buena tarde, Cillian.

Con el encuentro pactado para las 5:00 p.m., Katherina decidió aprovechar las horas que le quedaban para relajarse un poco y despejar su mente. Después del día agotador que había tenido en el hospital, necesitaba un tiempo para ella misma.

Terminó de arreglar su cabello y almorzó una pasta sencilla. Se sirvió una taza de té y se sentó en el sofá, dejando que la calidez de la bebida la envolviera mientras miraba por la ventana.

Su mente, sin embargo, volvía una y otra vez a Cillian. El hecho de que él también sintiera la necesidad de hablar la inquietaba, pero al mismo tiempo la emocionaba. Sabía que había algo en el aire, algo que ambos habían estado evitando discutir, pero que era inevitable. Su relación había comenzado de manera tan inesperada, casi por accidente, pero ahora se había convertido en algo que ninguno de los dos podía ignorar.

Se entretuvo unas horas viendo una serie pero no mucho concentrarse demasiado, pues su mente estaba pensando que le iba a decir y se hablaba sola como esquizofrénica.

— Quiero pedirte disculpas por haberte ghosteado, fuí una perra — rodó sus ojos — Bueno no, tampoco mmmm… Disculpa por haberte ignorado, en realidad no quería pero no lo pude controlar. No tengo inteligencia emocional, lo acepto.
— suspiró — Bueno, eso está mejor.
El reloj seguía avanzando, y pronto sería hora de prepararse para su encuentro. Katherina se levantó del sofá y se dirigió al baño para revisar su apariencia.

El nuevo color de su cabello aún la sorprendía, pero le gustaba la forma en que realzaba sus rasgos. Decidió dejarlo suelto, permitiendo que cayera en suaves ondas alrededor de su rostro  y organizó su flequillo.

Optó por un atuendo cómodo: un jean de mezclilla con un body rojo con corte en v que resaltaba su figura. Se maquilló un poco y finalizó con un poco de perfume.

Cuando el reloj marcó las 4:50 p.m., Katherina empezó a sentir los nervios apoderarse de ella. No sabía exactamente qué esperar de la conversación que iban a tener, pero estaba decidida a ser honesta, a no ocultar lo que realmente sentía.

El timbre sonó justo a las 5:00 p.m., puntualmente como siempre. Katherina tomó una respiración profunda antes de caminar hacia la puerta. Al abrirla, se encontró con Cillian. Tenía un traje negro clásico con el que siempre lucía increíble.

— Hola — le dijo Cillian con una medio sonrisa.

katherina le sonrió — Hola, Cillian. Pasa — se hizo a un lado para que entrara y cerró la puerta detrás de él.

Su corazón empezó a latir rápidamente y sintió la necesidad de besarlo, ambos lo sintieron.

Cillian no sopesó mucho la idea y e acercó rápidamente a ella, la tomó fuerte de la cintura y la acercó a él para juntar sus labios. Katherina le correspondió y puso sus manos sobre los hombros.

Fue un beso suave, pero muy necesitado, sus cuerpos tambien estaban muy pegados sintiendo los latidos del otro.

Se separaron un poco agitados y a Katherina se le había olvidado todo lo que tenía que decir.

Coincidencias |Cillian Murphy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora