2| Aleph

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El adios nos deja tras de sí nostalgia, soledad, lágrimas y mientras bailamos al compás del nunca más, podemos chocar con un nuevo encuentro

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El adios nos deja tras de sí nostalgia, soledad, lágrimas y mientras bailamos al compás del nunca más, podemos chocar con un nuevo encuentro... más vivo, más voraz, más infinito...

En las historias de romance, los libros más famosos son los que albergan los personajes más complicados, los chicos malos, mafiosos atormentados o ladrones asueldo que te llevan a lugares oscuros, esos que con cigarrillo en mano te recitan los ver...

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En las historias de romance, los libros más famosos son los que albergan los personajes más complicados, los chicos malos, mafiosos atormentados o ladrones asueldo que te llevan a lugares oscuros, esos que con cigarrillo en mano te recitan los versos más imponentes que hayas escuchado nunca.

Ahora estos personajes son los que te llevan al estrellato y venden millones de copias. En décadas anteriores se disfrazaban de vampiros u hombres lobo, o en aristócratas indecentes que te desnudaban el cuerpo y el alma. Esos villanos convertidos en héroes han entrenado nuestra mente y nos han impulsado a buscar en la vida real un protagonista que no existía, en el mundo de los vivos eres un villano o eres un tipo normal.

Los perversos son los que nos enredan, los que nos hacen vivir la entrega más audaz, son los que nos tiran a una cama por semanas y de acompañante nos dejan la almohada empapada en llanto y varias noches de embriaguez solitaria. Porque nos gusta el misterio, la intriga, el peligro y sufrir. Algo tienen en común la ficción y la realidad, los amores más intensos vienen acompañados de los seres más complejos.

He evitado esos amores toda la vida, he huido de ellos y cada vez que me veo en peligro agarro la pluma y el papel y me pongo a escribir, evitando así el desastre nuclear. No lo consideraba huirle al amor lo llamaba amor propio, siempre había preferido no experimentar más allá del placer y si no es un amor sano preferían pasar la página.

Me encontraba de nuevo en el bar del Viejo San Juan viendo el atardecer ocultarse detrás de una de la garitas del castillo colonial, mientras observaba el campo verde que se extendía por varias cuerdas de terreno, mi mente taladraba eventos reales y ficticios que no querían desaparecer de mi subconsciente.  Una mesera rubia me había traído una copa de vino tinto cuando había pedido un whiskey. Miré la copa y no le reclamé el error, me dejé llevar por la casualidad de ver aquel líquido en mi mesa. Unos ojos miel golpearon mi conciencia, traté de despistar mis pensamientos.

MerlotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora