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El ambiente se siente melancólico e inseguro.

Para los adultos no es fácil tomar decisiones cuando involucran los sentimientos de sus hijos, pero algo en ellos ha cambiado. Se han presentado. Por desgracia, sus naturalezas no podrían ser más diferentes.

—Solo será un tiempo. Cuando acaben las vacaciones ambos sabrán el peso y lo que significa presentarse, además, de todo lo que deben considerar para sus propias seguridades.—El padre de Keisuke Baji habla, rompiendo el silencio.

Los cuatro adultos dentro de la habitación tomaron una decisión. Sus hijos no se verían por un tiempo.

El matrimonio Matsuno y Baji arrastran una amistad de años, desde la universidad, y ahora también sus hijos. Son una familia completa y muy unida, y desde que nacieron sus hijos y se volvieron amigos su conexión aumento.

—Se que estuve de acuerdo en esta decisión, pero ahora lo dudo un poco. Presentarse es un cambio muy grande, lleno de emociones, puede ser muy triste para ellos decirles que deben separarse sin entender el porqué.—Yin Baji jugueteó con el colgante en su cuello, con nerviosismo. Su esposo le pasó la mano por la espalda, acariciandola levemente.—Además, ambos son demasiado explosivos y de mal carácter. Más aún Keisuke, no se como reaccionará si le prohíbo dejar de jugar con su mejor amigo.

El padre de Chifuyu negó con la cabeza.

—Como sea siguen siendo niños y deben obedecer. Amo a Keisuke como a un hijo, pero yo recuerdo muy bien todo lo que uno pasa al presentarse como alfa. Es agotador y muy abrumador, los olores, los impulsos, el carácter incontrolable, él no quedarse callado ante las provocaciones. Se que jamás él intentaría algo malo, pero si es cierto que él se presentó debido a Chifuyu no quiero a mi hijo en medio de nada.

Fue hace algunos días, Chifuyu comenzó con fiebre, dolor de cabeza y picazón. Su usual olor a shampoo y jabón fue remplazado por un suave olor a almendras. Fue a clase el último día para no perderse la convivencia escolar, y apenas Baji llegó a casa, inició su presentación también.

Para su padre muy impactante que su hijo se presentara como un omega. No porque le parecía mal, si no que enserio no lo esperaba. A diferencia de Baji del cual siempre esperaron que fuese un alfa, con Chifuyu no pasó igual. Él pensaba que si su hijo no sería un alfa, sería Beta.

De cierto modo le apenaba.

El sabe que su hijo es fuerte. Pero también, que los omegas son quienes peor la pasan. Quieran o no, serán más débiles en fuerza que los alfas, serán una presa más fácil y por desgracia, no podrán ir en contra de su naturaleza o de un alfa. Le aterra pensar lo que le pueda pasar a su hijo en un futuro. Le aterra que de cierta manera sea vulnerable y que no se pueda hacer nada al respecto.

Todos creían que si Chifuyu no sería un alfa, sería un beta. El de ojos azules era el perfecto equilibrio entre el bien y el mal, era duro, pero también suave, pacifico y salvaje, atrevido y también tímido. En especial, no era alguien fácil de dominar ni mucho menos intimidar. Todos esperaban que eso no cambiara. Más bien, que ninguno de los dos lo hiciera, ni mucho menos se alejaran al crecer.

—Bien ¿Que se supone que les vamos a decir?

En ese momento, una bola compuesta de dos pre adolescentes de once años y muchos gritos bajan rodando la escalera hasta abajo. A ellos no les pareció importar ni mucho menos doler él hecho de haber rodado casi veinte peldaños.

El niño de pelo negro y ojos azules se sentó sobre el contrario de ojos cafés, dejandole caer su puño de lleno en la cara.

—¡Chifuyu!—Su padre le gritó acercándose, con toda la intención de quitárselo de encima.

—¡Rompió mi mando!—Gritaba Chifuyu mientras le jalaba los pelos a Baji con toda sus fuerzas.

—¡Era una porquería!— Grito Baji, enterrando sus puños en el abdomen contrario, aguantándose el dolor de ser jalado por el pelo.

—¡Maldito!

Antes de que el señor Matsuno pudiera agarrar a su hijo, ambos comenzaron a rodar sobre el piso dándose golpes, para luego levantarse apenas.

Los cuatro adultos solo se quedaron observando como ambos niños agarrados de todos lados chocaban como pelotas de Ping Pong por el corredor, tirando todo lo que había sobre las pequeñas mesas y repartiéndose puñetazos cada uno en la cara ajena. Y así, entre golpes y gritos cayeron hasta el jardín.

El silencio volvió a reinar en la sala donde los cuatro adultos estaban. Se miraron entre ellos y el señor Baji se levantó sobando sus manos.

—Creo que ellos por si solo estarán bien.

CORRESPOND TO ME - BAJIFUYUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora