CORRESPOND TO ME - BAJIFUYU

05

Trece años.

Simple Plan sonaba a través de sus auriculares. Comenzaba mucho a gustarle el Pop Punk, pero le solían gustar muchos géneros en realidad. Su gusto por el cine había florecido también, le encantaba pasar la tarde viéndose películas en vez de estudiar, o escuchando música.

Aunque no le quedaba mucho más que eso por hacer. Solían castigarlo demasiado.

Siente el teléfono sonar bajo su cabeza, y maldice porque le vibran los dientes. La pereza le gana y deja que suene aguantando la vibración, pero cuando no se detiene lanza los auriculares lejos y responde de un grito. La falta de paciencia también comenzaba a entrar en su personalidad.

—Me dieron una paliza, ¿Puedes venir?

Hasta la fecha jamás había recibido alguna señal de Chifuyu porque necesitara su ayuda. Dejo de lado la molestia por ser irrumpido y se levantó con velocidad, atándose mal los cordones.

Le esperaría un regaño al llegar a casa por salir sin avisar donde iba.

Chifuyu no estaba tan lejos, cerca del rio. Corrió hasta llegar allá, y se detuvo cuando a lo lejos pudo reconocerlo, caminando de espaldas a la puesta del sol, un poco encorvado. Trota hacia el, y por suerte solo se ve su labio reventado. Piensa que pudo ser peor.

—Espero que al menos te atacaran entre veinte. ¿Qué paso? ¿Y que es esa peste?—Baji olfatea por todos lados. El olor de Chifuyu esta aplastado entre leves rastros de sudor, sangre y resto de feromonas ajenas. Aun así, un olor a basural era más fuerte que todo.

La preocupación que sintió al recibir la llamada se disparo al verlo bien. Se imagina que lo golpearon en partes importantes, pero se ve bien. No es primera vez que se mete en peleas, y confía en su resistencia.

Lo que no esperaba era que Chifuyu sacara de dentro de su chaqueta un pequeño gato color negro.

—Es la peste. Unos idiotas lo metieron a una bolsa, lo defendí para que no lo patearan también, pero pude con ellos. Eran unas mierdecitas.—Pone voz aguda y acaricia al gato que se entierra en su mano.

Baji avanza y lo acaricia también, encantado. Amaba mucho a los animales.

—Si volvemos a verlos avísame y los acabare de nuevo. ¿Te lastimaron? Pobrecito. – le habla al gato.

Ambos comienzan a caminar a casa de Chifuyu para darle un baño al felino, mientras discuten su custodia. Baji acepta que se quede en casa de los Matsuno la primera semana, pero insisten visitarlo para que también se acostumbre a él.

—Hiciste bien en salvarlo, también lo haría, pero si te superan en masa no vayas solo. Algunos idiotas por aquí son muy malas personas, un mal golpe, o una jugada sucia y no correrás con tanta suerte. En especial cuando no esté cerca, o alguien—Baji lo dice de manera desinteresada, mientras va con la vista fija en el camino. Aun así, pone su brazo alrededor de los hombros de Chifuyu.

—Sigue tu propio consejo, tonto.

En realidad, no había nada de desinteresado en sus palabras.