Parte 23 - Infiltrado

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Después de despedirse de Zofia volvieron con los hombres lagartos, sabiendo que los elfos del bosque niños se quedarían en esa cueva cuidados por un mayor, si tenían la mala suerte de morir en batallas sus padres, Siro se comprometió en darle un lugar donde vivir a esos niños.

Vraal los estaba esperando con ansiedad, cuando los vio llegar cargando una gran bolsa manchada de sangre de su hombro a cada uno se acercó corriendo y se apuró en preguntar — Que es eso señor Siro.

— Esto son las cabezas de los elfos del bosque, ya no los atacaran más, llegué a un pacífico acuerdo con ellos — En ese momento vacío la bolsa que llevaba en su hombro al piso, dejando caer una gran cantidad de cabezas, las cuales comenzaron a rodar como si fueran un balón.

— Había muchos más de lo que pensábamos — El hombre lagarto quedo boquiabierto.

— Si eran bastantes, pero no pienses más en ellos, ahora cuéntame ¿algunos de los hombres lagartos se unirán a mis filas?

— La señora Lali se está encargando de ello, con muy buenos resultados.

Sin esperar más le dejaron las cabezas de los elfos del bosque caídos y se digirieron a ver a Lali, que estaba sentada escribiendo en una mesa y dos elfos atrás de ella haciendo la labor de guardias, y delante de la bella elfa una gran fila de hombres lagartos esperando su turno para alistarse al ejército del ancla con emoción, la promesa era la misma que les hicieron a los elfos del bosque, le darían un pueblo con tierras fértil donde vivir.

Lali estuvo todo el día reclutando a los hombres lagartos, mientras Siro se fue a su tienda junto a las otras dos con mucha comida y alcohol para festejar su victoria con los elfos del bosque, claro que su postre fue de disfrutar del cuerpo de sus dos bellas esclavas, y cuando Lali llego se molestó un poco por qué no la esperaron, aunque también tuvo su premio por su largo trabajo.

Al día siguiente ya estaban listo para partir bien temprano, aunque Vraal deseaba que se queden más tiempo no pudo hacer nada para retenerlos, Lali a partir de ese día comandaba a doscientos hombres lagartos, aunque había mujeres también Siro no los distinguía, también estaban los cien elfos que comandaba Angrod, su tropa de trecientos no era suficiente para destacar en una guerra en gran escala, pero Siro ya había creado un plan durante el viaje estudiando los mapas.

El camino que tomaron al irse de la ciudad de los hombres lagartos fue esquivando las demás ciudades, Siro no quería perder tiempo en reverencias de los ciudadanos hacia Fen, quería llegar lo antes posible a la frontera, y el lugar elegido había sido una antigua fortaleza élfica de nombre la Fortaleza del Solsticio, aunque hacia cincuenta años que había caído, ahora les pertenecía a los orcos.

El viaje continuo por varios días más, hasta que Angrod sugirió — Creo que debemos acampar aquí, la frontera con los orcos está a unas horas y no hay ningún ejercito cerca para unirnos aún.

— Pero la fortaleza del solsticio está cerca ¿verdad?

— Si, pero los tres generales en la frontera están luchando a muchos días de aquí.

— No importa ya...

— Si importa señor Siro, sin un gran ejército no se puede hacer nada en las guerras.

— Lo entiendo, no obstante, si tomamos la fortaleza nosotros solos será una gran hazaña ¿verdad?

Angrod no le contesto enseguida porque quería elegir las palabras correctas para no ofender a un ancla, si fuera cualquier otro lo mandaría a azotar por incoherente — Si, pero la fortaleza del solsticio se intentó de recuperar más de diez veces, siempre con el mismo resultado una derrota aplastante para nosotros.

Rey Goblin y Sus EsclavasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora