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— Hyuck... ábreme la puerta.

Anunció el mayor, escuchando como los sollozos aumentaban y se deshacía en el llanto desde hace ya varios minutos. Tocó y forcejeó varias veces la puerta pero, no hubo resultado positivo para poder entrar y tranquilizar a Hae, que podía imaginarse que sus ojitos estaban tan rojos y sensibles.

— Hyuckie... escúchame bien. No te obligaré jamás a nada, hazme caso, por favor.

Hubo un silencio ensordecedor después de esa confesión, hasta que le dio permiso para pasar al baño y que lo viera en ese deplorable estado.

— No es eso, yo quiero hacerlo, sólo quería llorar un poco antes. —Mark tomó entre sus manos las mejillas de Haechan y alzó su rostro para que lo viera directamente. No le gustaba verlo así una vez más, sobretodo si era su culpa.

— Dong, éste es mi problema. Tú no tienes porqué meterte y sufrir por mí, y-yo... no, no, tú no mereces esto. —apretó sus cachetes de una forma que logró que sus labios se abultaran.

— Tú eres el que no le entiende. —Hae se negó y rápidamente alejó las manos de su mayor de su rostro, dándole la espalda para luego tallarse los ojos. Su voz ya sonaba irritada. —¿Cómo pretendes estar solo en esta mierda? Yo quiero y voy a hacerlo, no me importa lo que digas. Taeyong es un enfermo que no merece ni siquiera vivir, y me aseguraré de escuchar su última puta respiración, Mark. —amenazó por fin, su semblante había cambiado para mal. Los ojos estaban recobrando odio. La sangre ardiente estaba volviendo a retomar su curso por todas las venas.

— Hyu-

— Te dije que no, ahora dime dónde están las cosas que te encargué. —dio fin a esa ruda conversación, pasando de lado de Mark bruscamente, chocando su hombro como la primera vez que se conocieron. Salió del baño y se dirigió a la cocina para hablarle desde ahí a su mayor.

— Están en la bolsa. Ya le envié... el mensaje.

El mensaje era una buena señal; Taeyong no duraría en acudir al lugar del presunto testigo de su hazaña anterior. Provocarlo era la mejor idea para que fuera solo.

— De verdad no te quiero involucrar en esto, Dong. Admito que ya me está dando miedo...

— No, no te vas a arrepentir ahora. No lo hagas.

— No es así, sólo es miedo... ya sabes. —alzó sus hombros y bufó, era ya lo que le tocaba hacer. Si lo descubrían... no tendría nada que perder.

— Mark, tenemos que ser lo más precavidos posible... no quiero que Jeno sepa de esta mierda, no quiero eso.

— Te lo prometo, Dong. Todo estará bien después de esto.

Sin embargo, algo estaba doliendo demasiado en el corazón de Haechan. Era el ardor de que Jeno aún no le había perdonado. Y ahora... ¿como le iba a perdonar que estaba planeando asesinar a su hermano mayor? Al hermano que tanto adoraba, incluso más que a él... ¿qué pensaría Jeno si llegaba a saberlo? Definitivamente lo odiaría hasta morir.

Jeno no mantendría la promesa de quererlo en las buenas y en las malas. Si Hyuck llegaba a morir, lo olvidaría rápido y para siempre.

La cordura de Hae estaba dependiendo de un pequeño hilo sin equilibrio, sin conocimiento del bien o del mal. Mark no lo empujaba a querer balancearse, pero le daba ánimo para depender aún más sobre eso.

La idea no era tan simple como se decía, no estaban aptos en ese momento de sus facultades mentales, o de que estaban en dirección a un lugar desolado afueras de la ciudad, libre de transeúntes.

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¿El estupor, y la angustia eran normales en esa ocasión? ¿Hacía alguna diferencia al escuchar aquella voz tenebrosa hablar algo tan dulce?

spattered by blood - jaehyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora