Cap 2

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- Debes seguir este camino hasta llegar al río - dijo Seraphi, su voz tranquila pero cargada de una preocupación profunda.

- Ahí, busca a las sirenas, ellas pueden guiarte a través de los bosques exteriores y hacia la entrada del Abismo - dijo Dess.

- Pero ten cuidado Alondra, las sirenas no son criaturas de confianza. Siempre querrá algo a cambio de su ayuda y su precio puede ser más alto de lo que te imaginas. - dijo Seraphi mirando las alas de Alondra.

Alondra asintió pero el nerviosismo crecía en su interior. Sabia que no había vuelta atrás pero el peso de cada palabra de Seraphi le llenaba de un gran temor, el futuro de sus hermanas estaba en juego y ella estaba arriesgando todo para poder cambiarlo.

Seraphi la miró fijamente, sus ojos cansados y sabios parecían escrutar el alma de Alondra.

- Aquí, toma esto - dijo finalmente, sacando un amuleto de su túnica.

Era un colgante de plata, pequeño y discreto pero con una incrustación de cristal que brillaba con un esplendor interno, un poco de magia.

- Este amuleto te protegerá del frío del Abismo y te guiará hacia el cristal, úsalo sabiamente pero no te fíes del amuleto por completo. Debes confiar en tu instinto por sobre todo mi pequeña mariposa.

Alondra tomó el amuleto y se lo colgó alrededor del cuello, sintiendo su peso contra el pecho. Un escalofrío recorrió sus alas cuando la anciana mencionó el Abismo. Ese lugar era una leyenda para la mayoría pero para Alondra, pronto sería una realidad.

- Gracias Seraphi - murmuró, intentando sonar valiente.

- Cuida tus preciosas alas, Alondra - dijo Seraphi con un tono solemne y serio - recuerda, cada decisión que tomes puede cambiar el curso del futuro, mantente fiel a tu corazón y nunca olvides el motivo de este viaje. 

La demás mujeres mariposas se mantenían a distancia, sus miradas llenas de preocupación y alguna que otra con duda, sabían que ninguna tenía el coraje para elegir el camino que Alondra había tomado. Comenzaron a alejarse lentamente, como si temieran que el rey pudiera verlas y castigarlas por albergar esperanza o deseos de libertad. 

Con un nudo en el estómago, Alondra respiró profundamente, saboreando el aire fresco del bosque, consciente de que este podría ser el último respiro de libertad que tendría en mucho tiempo. Poco a poco cruzó el círculo con pasos cautelosos, cada paso la alejaba de todo lo que conocía y la acercaba más a las sombras del Abismo, a la oscuridad y las criaturas que viven allí.

El sendero serpenteaba entre los árboles, descendiendo poco a poco hacia un valle donde el río fluía como una cinta plateada bajo la luz de la luna llena. Alondra caminaba con cuidado, su mente estaba alerta a cada posible ruido del bosque, no volaba para evitar hacer algún sonido. El susurro del viento entre las hojas era casi hipnótico pero había algo más en el aire esa noche que no se había apartado de ella, como si el bosque estuviera advirtiéndole de un peligro inminente y un trágico final, su final. 

Entre piedras consiguió llegar al borde del río, el agua era tranquila pero en la superficie se podía apreciar pequeños remolinos y algunos brillos extraños que indicaban la presencia de sirenas. Recordaba las palabras de Seraphi como un credo.

" las sirenas podían ser traicioneras"

No podía mostrar desesperación, ellas lo utilizarían en su contra, lentamente se arrodilló y tocó el agua con la punta de su dedo. 

- Vengo en busca de guía - dijo en voz alta, su tono era firme pero tembloroso.

- Debo cruzar el bosque y adentrarme en el Abismo, necesito vuestra ayuda. - suspiró esperando alguna señal de haber sido escuchada.

El río permaneció en silencio durante unos segundos que parecieron eternos, comenzaba a pensar que su viaje había sido en vano y que ahora perdería las alas. Estaba a punto de levantarse cuando un suave canto comenzó a resonar  a su alrededor, una luz brillante comenzaba a teñir el río, es como si las sirenas la estuvieran estudiando desde la profundidad del agua. 

La luz se hacía más intensa y una sirena emergió frente a ella, su cabello largo y oscuro cayendo sobre sus hombros, sus ojos brillaban con un tono verdoso. El agua goteaba de sus brazos delgados y  sus labios esbozaban una sonrisa que era tan fascinante como peligrosa.

- Y qué ofreces a cambio? - preguntó la sirena, su voz era melodiosa pero afilada como un puñal, la hacían sentirse en otro mundo y sus pensamientos se volvieron extraños, se sentía enamorada, se preguntaba que se sentiría sentir sus labios contra los suyos.

Alondra sintió un escalofrío recorrerle desde la columna hasta los pies, la estaban hechizando, cualquier movimiento en falso podría ser fatal a estas alturas. No había lugar para la debilidad, tenía que ser astuta y cuidadosa si quería cruzar el río y continuar hacia el Abismo.

- Ofrezco mi historia - dijo, tratando de sonar más segura de lo que se sentía - Una historia que puede ser de interés para vosotras y su reino.

El tono de su voz retumbaba en el aire frío de la madrugada. Ahora tendría que encontrar el equilibrio entre su valentía y la desconfianza que siempre venía con cualquier trato con criaturas del río. Ella había crecido escuchando historias en dónde el ser desesperado perdía la noción del tiempo, olvidaba a los suyos y días después aparecían  a la orilla del río con un agujero en dónde debería estar el corazón. Era consciente de que todo lo que dijera y todo lo que hiciera podía cambiar el curso de su misión y el tiempo era un lujo que no tenía, había planeado escapar desde hacía ya varios meses pero por otras razones y en todas esas ocasiones Seraphi la encontraba antes de llegar al río y la castigaba.

La sirena subió un poco más, sus ojos verdes destellaban malicia, Alondra notó como el suave canto del río se convertía en un susurro inquietante, como si las voces ocultas bajo la superficie estuvieran conspirando entre ellas.

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Hola lector! 

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La mariposa del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora