Alondra sintió el aire volverse más pesado cada respiración era un esfuerzo, el amuleto de Seraphi emitía un leve calor en su pecho pero no podía calmar el creciente terror en su pecho, el Abismo estaba ante ella y todo lo que había oído sobre ese lugar le hacía querer retroceder.
La sirena se giró por el estrecho paso sus movimientos cada vez más apresurados, había algo extraño en su comportamiento, una inquietud que no estaba allí antes.
Alondra lo notó pero no dijo nada, sabía que debía mantenerse en silencio y mantenerse concentrada porque cualquier ruido podría atraer la atención de las criaturas del Abismo. El paso se abrió hacia un espacio más amplio, dónde el río se volvía un lago oscuro rodeado de altas paredes de roca.
En el centro del lago, una estructura imponente se erguía como un castillo hecho de sombras. Era el corazón del Abismo, el lugar donde el rey gobernaba con mano de hierro. Alondra sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo y el agarre de la sirena se volvió más firme, casi doloroso.
- Debes tener cuidado - dijo la sirena, su voz esta vez estaba llena de un miedo que no había mostrado antes - una vez dentro no habrá salida mariposa. El rey ya sabe que estás aquí. Él siempre sabe...
Alondra asintió pero antes de pudiera decir algo notó un movimiento a su alrededor, las otras sirenas emergieron del agua, formando un círculo a su alrededor, sus miradas eran frías y llenas de expectación.
Fue entonces que Alondra se dio cuenta de que algo estaba terriblemente mal, la sirena que la estaba guiando no la estaba llevando solo al Abismo para que pudiese emprender su camino, la estaba llevando como una ofrenda al rey.
- Lo siento - dijo la sirena, sus ojos llenos de culpa - no tuve elección, el rey me obligó, si no lo hacía yo no vería la luz otra vez - su voz se convirtió en un lamento, una súplica por perdón pero ya era demasiado tarde.
Las sirenas comenzaron a cantar, era un canto lúgubre y sombrío, un coro de almas condenadas.
Alondra desesperada intentó escapar pero las sirenas con sus manos frías como garras sobre su cuerpo se extendieron.
El canto aumentó su intensidad, un sonido que resonaba en su mente y la debilitaba, el amuleto de Seraphi brillaba pero el brillo se apagaba con cada nota del canto de las sirenas.
La sirena que la había guiado miró a Alondra, sus ojos estaban llenos de lágrimas :
- Quería advertirte pero el rey me habría matado - dijo, su voz se rompía de arrepentimiento - no quería hacer esto otra vez pero no tuve opción.
El Abismo se abría ante Alondra como una boca hambrienta, el río que la habría traído hasta allí ahora convertido en un torbellino de sombras y silencio, la sirenas la llevaban hacia la oscura estructura en el centro del lago. La cúpula del Abismo era alta y de un color negruzco como un manto que cubría el cielo. En las paredes de piedra podía ver inscripciones que contaban historias de dolor y sufrimiento.
El aire estaba cargado de un hedor a agua estancada y el suelo bajo sus pies era resbaladizo, cubierto de lino y algas, la esperanza que había llevado consigo comenzaba a desvanecerse.
Las sirenas la arrastraban hasta el salón central, donde una gran mesa de piedra estaba rodeada de tres tronos vacíos, cada uno con inscripciones talladas en el respaldo. Al fondo de la sala sobre el trono más grande se encontraba el rey con una sonrisa casi maniaca, llevaba una corona de huesos y piedras brillantes al mismo tiempo sus ojos eran pozos sin fondo completamente azules reflejando solo vacío.
El rey se puso de pie y caminó lentamente hacia Alondra, su paso era casi inaudible como si no tocase el suelo, cuando llegó frente a ella, le mostró una sonrisa más macabra que la anterior una que carecía de amabilidad.
- Así que es la hija de Celeste - dijo en voz baja pero llena de desprecio - la hija de la mujer que creyó poder desafiarme... tu madre era una tonta, ¿lo sabías? Pensaba que tenía el suficiente poder para librarse de mi y ahora es solo una sombra más en mi reino.
Alondra sintió el frío aumentar, el miedo apretando su garganta, el rey era todo lo que Seraphi le había advertido durante su infancia y más. Era la personificación del terror y la crueldad, su sola mirada la hacía sentir pequeña e insignificante.
- ¿Por qué has venido hasta aquí? - preguntó el rey, acercando su rostro hacia Alondra, se veía muy joven para estar muriéndose - ¿Pensaste que podrías robarme mi cristal y escapar de mi Abismo? Eres igual de ingenua que ella.
Alondra intentó hablar pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta, el rey olía a humo y ceniza, como si todo lo que tocara se convirtiera en polvo y ruina.
Miró el amuleto que colgaba del cuello de Alondra y su sonrisa se ensanchó.
- ¿Seraphi te dio esto? ¿Cree que puede protegerte de tu destino, de mí? - dijo con un tono burlón, arrancando de un solo tirón - las viejas siempre son tan sentimentales, creen que un poco de magia puede desafiarme pero yo soy el Abismo, nada puede escapar de mí.
El rey dejó caer el amuleto al suelo y lo aplastó con su pie, el cristal rompiéndose en mil pedazos mientras Alondra sentía un vacío en su pecho como si el último vestigio de esperanza hubiera sido destruido.
- Tu madre tuvo las mismas ilusiones - dijo el rey, su voz volviéndose más oscura, más peligrosa - pensaba que podría contra mí, no sé que les enseñan en esa aldea pero una cosa es segura, el respeto a su rey no está allí, no hay manera de escapar, puedes terminar como ella o puedes hacer las cosas bien mariposa.
- Las cosas bien? para quién? - Alondra sintió las lágrimas en sus ojos pero se negó a dejarlas caer. No le daría al rey esa satisfacción de verla quebrarse. Su única oportunidad ahora era el cristal pero ahora estaba atrapada en el Abismo con el rey burlándose de ella.
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Hola lector!
He cambiado los días de publicación ahora serán los miércoles y los domingos, aquí les traigo un nuevo capítulo.
Me dolió escribir este capítulo, no les miento, el rey se está saliendo de mis manos...
Saludos!
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La mariposa del Rey
FantasyEn los bosques bajo la montaña de Isteard, las mujeres nacen con alas de mariposa, cada una con un diseño único que refleja su linaje y poder. Estas alas son más que una característica física; son un símbolo de libertad y autonomía. Sin embargo, baj...