La sirena se giró hacia el rey, fingiendo intentar persuadirme de arrodillarme.
- Por favor - dijo, su tono convincente - No hagas esto más difícil para ti misma. Piensa en lo que el Rey puede hacer por ti. Piensa en tu pueblo. Puede ser más sencillo si solo te sometes.
El Rey sonrió, como si disfrutara de la lucha interna de la sirena.
- Sí, mariposa - dijo, su voz goteando burla - Escucha a tu amiga. Sometida, al menos tendrás un lugar en mi corte. Rota, solo serás otra sombra en mi Abismo.
En ese instante, la sirena apretó mi brazo y murmuró:
- ¡Ahora! - Luego, con un empujón inesperado, me lanzó hacia el borde del salón, donde una pequeña entrada casi imperceptible estaba oculta entre las sombras.
Corrí, mi corazón latiendo como un tambor en mi pecho. Las sirenas gritaron, y el Rey se levantó de su trono con furia. Sentí el aire azotando mis alas mientras avanzaba por el pasaje oculto, el sonido del río creciendo a cada paso.
Detrás de mí, el rugido del Rey resonaba como un trueno.
- ¡Atrápenla! - gritó, y las sirenas se lanzaron tras mí, sus garras rasgando las paredes de piedra.
Corrí más rápido, el dolor en mi brazo donde la sirena me había agarrado ardía como fuego. Sabía que no tenía mucho tiempo. El pasaje era estrecho y lleno de obstáculos, pero el sonido del río era mi guía, la única esperanza de escapar del Abismo.
Mientras corría, sentí un tirón en mi ala izquierda, como si algo estuviera tratando de atraparme. Me giré para ver una de las sirenas, con una expresión de rabia y determinación, extendiendo la mano hacia mí. Tiré con todas mis fuerzas, pero el dolor era intenso, y por un momento pensé que la sirena me arrancaría el ala.
Con un esfuerzo final, logré liberarme, pero el dolor en mi ala era insoportable. Seguí corriendo, el pasaje volviéndose más estrecho y sinuoso. El sonido del río estaba más cerca, y sabía que pronto llegaría al final del pasaje. Pero el dolor en mi ala me recordaba que estaba al borde de la destrucción, que cualquier error podría ser mi final.
Por fin llegué al final del pasaje, donde el río fluía con fuerza. El agua era tumultuosa, pero era mi única opción. Me lancé hacia el río sin mirar atrás, sintiendo el agua fría envolverme mientras el Abismo se desvanecía a mis espaldas.
Ahora tenía que encontrar el cristal y enfrentarme al Rey.
El agua del río me envolvió con un frío mordaz que cortaba la piel. El torrente me arrastró con fuerza, y me vi obligada a luchar para mantener la cabeza fuera del agua. Cada brazada era una lucha, pero la adrenalina me mantenía en movimiento. Sabía que este río era mi única salida del Abismo y, por ende, mi única esperanza.
Después de lo que pareció una eternidad, el río comenzó a calmarse y pude nadar hacia la orilla. Mis alas estaban empapadas y pesadas, cada movimiento enviando punzadas de dolor desde el lugar donde la sirena me había agarrado. Finalmente, llegué a una pequeña playa de piedras y me desplomé, jadeando por aire. Sentí la calidez del sol apenas visible, un contraste bienvenido al frío del Abismo.
No podía quedarme allí. A pesar del dolor y el cansancio me incorporé lentamente, cada movimiento un recordatorio de la brutalidad que había dejado atrás. Observé el paisaje a mi alrededor, buscando algún indicio de hacia dónde debía ir.
El bosque que bordeaba el río parecía denso y oscuro, pero no tenía otra opción. Me aventuré entre los árboles, la sombra del bosque envolviéndome como un manto protector. Caminé durante horas, guiada solo por la determinación y la desesperación. A medida que avanzaba, los árboles se volvieron menos densos, y el camino se hizo más claro. Mi estómago rugió, recordándome que no había comido en todo el día.
Comencé a buscar algo que pudiera comer. Encontré algunas bayas, pero debía tener cuidado; algunas podían ser venenosas. Reuní un puñado de las que parecían seguras y seguí caminando, buscando algún refugio. Las nubes oscuras comenzaron a amontonarse en el cielo, y el aire se volvió pesado y húmedo. Pronto, las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer.
La lluvia se intensificó rápidamente, y sabía que necesitaba encontrar un lugar para resguardarme o mi situación podría volverse más complicada, la herida me seguía doliendo y en este estado era una presa fácil. A lo lejos, vislumbré una pequeña cueva, apenas visible entre la densa vegetación. Corrí hacia ella, el dolor en mis alas y mi brazo punzando con cada paso.
Al llegar a la cueva, me arrodillé y agradecí el refugio. El interior era seco y lo suficientemente profundo como para protegerme de la tormenta. Me dejé caer en el suelo, agotada, y comí las bayas que había recogido. No era mucho, pero al menos me darían algo de energía.
Mientras masticaba lentamente, observé el exterior. La lluvia caía en cortinas gruesas, creando una sinfonía de gotas golpeando las hojas y el suelo. El sonido, aunque intenso, tenía un ritmo que me ayudó a calmarme y reflexionar sobre lo que debía hacer a continuación.
En medio de la tormenta, sentí una presencia familiar. La sirena que me había ayudado a escapar estaba allí, observándome desde la entrada de la cueva. Su mirada era una mezcla de preocupación y alivio.
- Sabía que lo encontrarías - dijo, su voz suave rompiendo el silencio del refugio.
- Por qué me ayudaste? - pregunté, mi voz apenas un susurro.
La sirena bajó la mirada, sus ojos llenos de arrepentimiento.
- Porque he visto el sufrimiento que el Rey ha causado. No podía seguir siendo parte de ello. Vi en ti una chispa de esperanza, algo que había olvidado que existía. Si alguien puede detenerlo, eres tú.
Asentí, comprendiendo la magnitud de su sacrificio. Sabía que al ayudarme, había sellado su propio destino.
- Gracias - dije, con una sinceridad que surgía desde lo más profundo de mi ser.
La sirena entró en la cueva, sentándose a mi lado.
- Debemos movernos pronto - dijo, su voz urgente.
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Hola Lector!
Les traigo un capítulo de regalo, ya que les debo por la semana pasada, en Paraguay comenzamos con la época de frío y cuesta un poco sentarse a escribir.
A dónde iremos ahora?
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La mariposa del Rey
FantasyEn los bosques bajo la montaña de Isteard, las mujeres nacen con alas de mariposa, cada una con un diseño único que refleja su linaje y poder. Estas alas son más que una característica física; son un símbolo de libertad y autonomía. Sin embargo, baj...