La sirena sonrío pero su sonrisa estaba llena de algo siniestro como si las palabras de Alondra solo hubieran despertado más preguntas y peligro. El viento soplaba con una fuerza inquietante, llevando consigo murmullos y ecos que parecían provenir del mismísimo Abismo.
Las demás sirenas nadaban desde la orilla mientras la miraban con un hambre latente, sus ojos relucientes en la penumbra, como depredadores esperando su momento.
La sirena que guiaba a Alondra apretaba su mano con fuerza, el toque tan frío que le parecía quemar la piel.
- Tu historia - dijo, su voz como un susurro helado - me recuerda a alguien que conocí hace años. Una mariposa valiente, como tú, pero con sueños que la llevaron directo al Abismo.
El corazón de Alondra latía con fuerza, cada paso se sentía un poco de desdicha.
- Quién era ella? - preguntó, pero ya intuía la respuesta, una verdad que llevaba demasiado tiempo ignorando.
- Se llamaba Celeste - respondió la sirena, su mirada perdiéndose en la oscuridad del agua - una mariposa que no temía desafiar al rey. Pensaba que podía cambiar el mundo, liberar a su gente pero el rey no tolera la rebeldía, la tomó como ejemplo para todo el bosque mostrando así las consecuencias de intentar romper el pacto.
Alondra sintió como el frío le subiera por el pecho, como un manto helado que le cubría el corazón.
"Celeste"
El nombre que Seraphi apenas susurraba, el nombre que nunca se atrevió a pronunciar en voz alta, cada vez que pensaba en ella su corazón se rompía un poco más y ahora todo tenía sentido, el miedo en las miradas de las mujeres mariposas, el silencio sobre su pasado, esa madre ausente había enfrentado al rey y había pagado el precio más alto por eso.
- Qué le hizo el rey? - preguntó, su voz un hilo tenso. Necesitaba saberlo aunque el corazón se le hiciera pedazos otra vez.
La sirena se detuvo, miró a Alondra con una compasión extraña, como si también hubiera sentido el dolor del recuerdo.
- Le arrancó las alas - dijo y sus palabras cayeron como piedras - esa era su forma de castigar a los rebeldes, de mostrarles a todos que nadie desafía su poder sin pagar un alto precio.
Alondra luchó por contener las lágrimas que amenazaban con caer, su madre cuya historia nunca había conocido por completo, había sido un sacrificio para el rey. Y ahora aquí estaba ella, caminando el mismo camino que había recorrido, arriesgando todo por un destello de esperanza.
La sirena volvió a apretar la mano de Alondra, esta vez un poco más suave pero no menos amenazador.
- Cuida tus palabras mariposa - dijo como si leyera sus pensamientos - el rio escucha todo y Abismo está lleno de almas que gritarían por un nuevo compañero, no querrás volverte loca aquí.
Alondra respiró hondo, intentando calmar su mente mientras el río se volvía cada vez más peligroso, un velo de sombras se extendía por sobre el agua, sofocando incluso los primeros rayos del sol, entraron por una gran cueva y Alondra sintió la presión aumentando en el aire.
La sirena se había vuelto incierta, la sostenía suficiente fuerte como si dudara entre salvarla o dejarla ahogarse. Por un momento sintió como la miraba y su expresión estaba cargada de tristeza, algo inusual en una criatura acostumbrada a la dureza del río.
- Era tu madre lo sé, Celeste, era igual que tú, debería de estar ciega si no reconociera tus alas - dijo en un tono que apenas superaba un susurro, lo suficiente para que las otras sirenas no pudieran oírlo.
- Tengo que hacerlo, si no lo intento todos estaremos condenados a la tiranía de este rey o el siguiente. Su corazón se contrajo de dolor mientras pensaba en su madre.
La sirena asintió lentamente pero había un brillo de desesperanza en sus ojos.
- Tu madre pensaba lo mismo - dijo, su voz se encontraba cargada de una melancolía que resonaba en el río - Pero el Abismo es un lugar de oscuridad sin fin, no es solo un lugar físico; es un estado de mente, una trampa del rey para atrapar a los que se oponen a él. Si entras es probable que nunca regreses.
Alondra apretó el amuleto que colgaba en su cuello, sintiendo el leve calor que emanaba, buscando una oportunidad para no fracasar.
- Tengo que intentarlo, el miedo no puede controlarme, no puedo dejar que mi madre haya muerto en vano.
La sirena soltó un suspiro largo y triste:
- Ella no murió después de perder esas alas tan hermosas - dijo con una mirada que hablaba de cosas que no le gustaban - el rey la condenó a vivir en el abismo como una sombra, en un mundo sin luz ni esperanza, ella es una prisionera del Abismo, está viva pero ya no es la misma. Puede que la encuentres en una celda, encadenada y sin rastros de lo que alguna vez fue. No será el reencuentro que imaginas.
El frío se extendió por el pecho de Alondra, como si el río hubiera decidido reclamar su alma.
- Tengo que hacerlo - repitió, aunque ahora no estaba segura si estaba tratando de convencerse a sí misma o a la sirena.
La sirena la miró con compasión para luego decir:
- Tienes que saber que, una vez allí, estarás sola. No habrá vuelta atrás , el rey te encontrará y cuando lo haga tus alas no te servirán de nada.
- Estoy lista para enfrentar el rey y al Abismo.
A lo lejos, el sonido del río se mezclaba con un eco profundo, un retumbar que parecía provenir de las entrañas de la tierra. Estaban cerca del Abismo, eso era seguro, el lugar de las leyendas en dónde las sombras se volvían reales y el tiempo se detenía.
La sirena había advertido a Alondra de los peligros pero había algo en sus ojos, algo que la hacía sentir que no todo estaba siendo revelado.
- Estamos aquí - dijo la sirena, su voz un susurro apenas audible por encima del rugido del agua. Frente a ellas, el río se estrechaba en un paso oscuro donde las rocas se alzaban como dientes afilados. La sirena la llevó hacia una abertura apenas visible entre piedras, un camino estrecho que conducía hacia la penumbra.
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Hola lector!
Como había compartido en Instagram: Olgagaons_autora, aquí les traigo un nuevo capítulo.
Saludos!
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La mariposa del Rey
FantasyEn los bosques bajo la montaña de Isteard, las mujeres nacen con alas de mariposa, cada una con un diseño único que refleja su linaje y poder. Estas alas son más que una característica física; son un símbolo de libertad y autonomía. Sin embargo, baj...